Actualmente vivimos un época especialmente oscura. Lo sagrado, lo trascendente, ya no genera inquietud entre nosotros. La tecnología nos ofrece sucedáneos mucho más atractivos. Podemos empezar por sustituir la conciencia de sí mismo, por la distracción constante que nos ofrece la tecnología. Podemos vivir una vida irreal de miles de formas atractivas, aunque absolutamente vacías. La vida ya no es una chispa, sino más bien, un avatar digital dentro de un entorno diseñado para tenernos entretenidos y tranquilos. Cada vez somos más dóciles ante la sociedad.
¿Y la religión y la fe? La Iglesias se vacían. Los ritos quedan reducidos a costumbres sociales que nos gusta repetir para sentirnos mejor. El Papa actual tiene razón cuando dice «No nos resignemos a una fe que vive de ritos y de repeticiones». Ritos vacíos que se repiten como costumbre. Ritos que intentan emular la Liturgia, pero sólo llegan a reproducir su estética. Ritos que no parten de lo más profundo de nuestro ser, sino de repeticiones sin sentido alguno. El Papa tiene razón, pero lo interesante es pensar hacia donde tenemos que ir para dar sentido sagrado a todo lo hacemos en la vida. Nunca quedarnos con la opción negativa que tanto gusta a muchos: que desaparezca aquello que tiene valor incalculable, pero no llegamos a darle vida. La "nada" de Sartre. Nada que se propone que desaparezca y no se busca llenar de entendimiento. Los ritos que no tienen sentido son meras repeticiones culturales. El verdadero rito es Liturgia. Lo es porque nos llena de sentido, nos acerca y re-liga a Dios. Nuestro deber es penetrar en el sentido de los ritos litúrgicos para que podamos encontrar el "Agua Viva" en su interior.
¿Qué sentido tiene lo sagrado y consagrarnos personalmente, cuando todo lo que nos rodea se va convirtiendo en un metaverso virtual? Un metaverso creado por el ser humano a su medida y según sus intereses. ¿Nos sorprende que ya no haya espacios en la red que hablen de lo trascendente? ¿Nos sorprende que la Tradición se convierta en una serie de estéticas, costumbres y filiaciones grupales? No hace mucho leía a una persona que se presenta como hiper-tradicionalista y preguntaba en las redes si rezar unos misterios u otros en sábado son líneas rojas para quienes se consideran "tradis". Hace poco veía un meme donde se indicaba cuándo persignarse en forma de caricatura y sin mostrar el sentido de trazar la señal de la cruz sobre nosotros. También me sorprende la cantidad de imágenes devocionales que muestran caricaturas de santos, la Virgen, de Cristo o Dios Padre. Esto es lo que nos ofrecemos unos a otros en estos momentos para vivir la fe. Sin duda, sólo llegamos a una fe socio-cultural profundamente postmoderna. La Tradición Apostólica es desconocida y rechazada como si fuese puramente estética y costumbres humanas. Ahora, el tradicionalismo aparente se llena de estéticas del siglo XIX que venera por encima de Dios. Estos son los tiempos que vivimos. Tiempos llenos de contradicciones, partidismos y dolor.
Hace un rato leía el post publicado en este blog el 15 de febrero del 2009: "Qué es lo sagrado" y comparaba mi limitada e incapaz forma de hablar de estos temas, con la realidad que vivo y vivimos. Decía en este post que: " Por lo tanto, lo sagrado no es cotidiano en nuestra vida. Si llevamos lo sagrado a convertirse en cotidiano, pierde su sentido. Por otra parte, a lo sagrado debemos un respeto reverencial, porque nos enlaza, re-liga, con la Divinidad, con Dios.". Hemos hecho que nuestra fe sea algo cotidiano, recurrente, repetitiva, automatizada. Hemos hecho que nuestra fe se convierta en una tramoya estética ritualizada. Hemos transformado la caridad oculta en marketing que nos eleva a convertirnos en famosos influencers que ganan dinero por medio de la fe. Sí. Esa fe de la que Cristo nos dice que debemos de dar gratis lo que hemos recibido gratis (Mt 10,8). En estos momento hay que dar gracias a Dios cuando la misa a la que asistimos no es un show socio-cultural, aunque sea profundamente superficial.
Caminamos hacia el abismo de lo cotidiano. Ya nos estamos despeñando. El abismo en el que perdemos todo lo que nos re-liga, transforma y nos ata a Dios. El abismo que termina de destrozar la naturaleza herida que llevamos con nosotros. Dios nos ayude y nos permita seguir adelante sin perder la Esperanza.