domingo, 29 de septiembre de 2013

Quien tiene esperanza en su corazón, espera...

“Entonces, él ordenó a los discípulos no decir a nadie que él era Cristo” ¿Por qué esa orden? Para que, todo motivo de escándalo fuera descartado, la cruz y su pasión cumplidas, todo obstáculo capaz de detener a la multitud de creer en él aplazado, el conocimiento exacto de que él tenía poder se graba profundamente ya en todas las almas. Su poder no tenía aún el brillo de una manera resplandeciente. El esperaba, porque ellos predicaban, que la evidencia de la verdad y la autoridad les hacia confirmar el testimonio de los Apóstoles.

Otra cosa era el ver ahora multiplicar los prodigios en Palestina, después en el blanco de las persecuciones y los ultrajes, y la cruz  iba seguida de estos prodigios; otra cosa de ver adorada, creída por toda la tierra, al refugio de los tratamientos que otras veces  había sufrido. Mira, por qué les recomienda no decir a nadie. (San Juan Crisóstomo Homilías sobre san Mateo 54, 1-3)

Este pasaje de San Juan Crisóstomo no habla de un aspecto del Señor que a veces pasa desapercibido: la precaución. Esta misma faceta aparece cuando recomienda a los apóstoles, ser “Astutos Como Serpientes y Sencillos Como Palomas” (Mt 10,16)

Si Dios tiene todo el poder ¿Por qué este cuidado con las formas y los tiempos? “Todo tiene su momento oportuno; hay un tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo” (Ec 3,1) El plan de Dios tiene su tiempo y su cadencia. De nada nos vale afanarnos en ir más rápido que la voluntad del Padre, ya que nuestro afán será infructuoso.

Si nos fijamos en todo lo que nos rodea, encontraremos prisas, horarios, calendarios, puntualidades, objetivos y miles de pasos intermedios. Vivimos en la era del estructuralismo. Damos más importancia a las redes que al lugar y el momento en que debemos de echarlas. Pensemos en el episodio evangélico de la pesca milagrosa. Los pescadores se afanaron toda la noche intentando pescar, pero la voluntad de Dios era diferente al afán de estos pescadores. Cristo señaló el lugar y el momento, para que las redes estuvieran llenas a rebosar.

Nadie duda de la importancia de las redes y de nuestra capacidad de utilizarlas con habilidad. Tampoco nadie duda de nuestra voluntad por hacer lo que creemos que debemos hacer. Pero no es extraño que nuestros afanes y preparativos no terminen de dar frutos. Pensemos en la evangelización y los pobres resultados que se obtienen para los esfuerzos que se acometen. Pensemos en la labor asistencial y social de la Iglesia. Pensemos en las vocaciones y en otras decenas de cuestiones que parecen estancadas.

No es extraño que nos sintamos desesperanzados y dolidos con las circunstancias. No es raro que busquemos en qué no estamos equivocando y no encontremos nada que podamos cambiar por voluntad personal. En estos momentos de desesperanza, es necesario pensar que Dios sabe cuándo y cómo lo imposible se convierte en algo natural y evidente.

Sólo espera quien tiene esperanza en su corazón. Quien la ha perdido, desespera y deja lo que tiene entre manos.


Dios hizo todo hermoso en su momento, y puso en la mente humana el sentido del tiempo, aun cuando el hombre no alcanza a comprender la obra que Dios realiza de principio a fin”(Ec 3, 10-11)

martes, 3 de septiembre de 2013

Música y Liturgia


Este verano he tenido la dicha de visitar Dublín (Irlanda) durante unos días. Como toda visita turística, no es sencillo elegir que se visitará en el limitado tiempo que se dispone. Lo que si tenía claro era que no podía dejar de visitar al Señor en la misa dominical e hice planes para que fuese posible. De hecho localicé el templo católico más cercano, que resultó ser la Catedral de Santa María (St Mary's Pro Cathedral). La catedral es un templo no muy antiguo, cuya consagración data de 1825; año en que el primer obispo católico tomó posesión después de la reforma protestante.

Cuando estuve mirando el horario de misas, me llamó la atención que muchas misas indican que la liturgia era cantada. En concreto, la catedral cuenta con dos coros, uno de niños (Palestrina Choir) y otro de chicas (Girls' Choir). También existe una misa que se celebra con cantante y órgano y otra con un grupo llamado: Pro Nuova Music.

Conociendo el amor del pueblo irlandés por la música., supuse que cualquiera de estas Liturgias cantadas serían dignas de vivirse y así fue. La misa de 6:30 Pm del domingo la canta el grupo Pro Nuova Music. No tuvo nada que ver con los típicos cantos guitarreros que escuchamos en nuestras misas cantadas. Todo lo contrario, me encontré con una maravillosa simbiosis entre música y Liturgia. La música estaba muy bien elegida e interpretada para que formase parte de la ceremonia sin erigirse en protagonista. No se trata de un grupo que cante olvidando a los fieles y al sacerdote, sino que los fieles y el sacerdote se integran en los cantos con total normalidad. En resumen un delicia que todos podemos disfrutar gracias a una WebCam que retransmite esta y otras misas en vivo. Sólo hay que tener cuidado de determinar a qué hora local son las 6:30 pm en Irlanda. Ahora, la vivencia física es mucho mejor que la que podemos disfrutar por estos medios técnicos.

Decía San Agustín sobre la relación entre canto y oración: "yo siento que estas palabras santas sumergen mi espíritu, en una devoción más cálida cuando las canto, que cuando no las canto, porque todo movimiento del alma encuentra un matiz diverso en el canto o en la simple voz..." (San Agustín, Las Confesiones, 10,33) 

Pensemos en la importancia que tuvieron la música y el canto en nuestra Liturgia durante muchos siglos. Una Liturgia cantada de forma bella y apropiada, nos toca el alma de forma especial y propicia nuestro acercamiento al Señor. Por desgracia la música y el canto de calidad han ido desapareciendo de nuestras celebraciones litúrgicas y de nuestra oración cotidiana. Me pregunto ¿Por qué conformarnos con un coro que cante desafinado o incluso utilice canciones impropias dentro de la Liturgia? ¿No podemos aspirar a algo mejor para ofrecer nuestra oración a Dios?

La belleza de la liturgia es parte de este misterio; es expresión eminente de la gloria de Dios y, en cierto sentido, un asomarse del Cielo sobre la tierra.” (Exhortación Apostólica Postsinodal "Sacramentum Caritatis", Benedicto XVI)

Soy consciente que esta visión de una Liturgia bella, que integre oración y canto, se contrapone al entendimiento actual de la Liturgia como algo funcional y práctico. Si entendemos la Liturgia de forma práctica no nos debe extrañar que seamos capaces de aceptar feísmos o desaliños sin que se resienta la razón de la misma. ¿Por qué? Porque desde el punto de vista práctico-social, la Liturgia es para muchos de nosotros una escusa para reunirnos cada semana. “Si conseguimos reunirnos ¿qué más da si los cantos son mejores o peores? Mejor que sean divertidos para no aburrirnos”. De forma práctica, al canto se le asigna el objetivo de propiciar nuestra participación en la celebración. Evidentemente hemos olvidado la importancia unir la belleza a las celebraciones litúrgicas.

Esta visión práctica de la Liturgia tiene muchos puntos débiles e incluso peligrosos. Me quedo con un aspecto de debilidad y peligro: sacar la belleza de la Liturgia es dañar el vínculo trascendente que nos liga a Dios. Bondad, belleza y verdad nos conducen a Dios, ya que Dios es bueno, bello y verdadero en grado sumo. Sin belleza, como dice Benedicto XVI, el misterio parece perder color, desaparece y nosotros nos alejamos de Dios.

Seguramente la escusa que pongamos para no tomarnos en serio la mejora del canto en las celebraciones Litúrgicas es que no tenemos tiempo para ensayar y que, además, faltan personas capacitadas. Esto es cierto, hasta cierto punto, pero evidencia nuestra incapacidad de compromiso. Seguramente tengamos tiempo para otras decenas de actividades diversas, pero para conformar un buen coro, con un buen repertorio, no. Creo que es interesante reflexionar sobre este tema y valorar nuestro compromiso con los hermanos que asisten a las mismas celebraciones litúrgicas que nosotros.

Si aceptamos que la belleza nos toque íntimamente, nos hiera, nos abra los ojos, entonces redescubrimos la alegría de la visión, de la capacidad de comprender el sentido profundo de nuestro existir, el misterio del cual somos parte y del cual podemos obtener la plenitud, la felicidad, la pasión del compromiso cotidiano.(Discurso a los artistas, 21-noviembre-2009, Benedicto XVI)

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