jueves, 20 de enero de 2011

Dios se refleja en la geometría

El Cristiano sigue a Cristo y lo sigue en la totalidad de su persona: inteligencia,  emotividad y voluntad. Debemos seguir a cristo con todo nuestro corazón, entendiendo corazón como nuestra centralidad,  naturaleza y ser.

"Y amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas."(Deu 6:5 )

Es frecuente acercarnos a Dios desde un amor emotivo o en un amor activo. Pero rara vez utilizamos la tercera pata de la mesa de nuestro propio ser: la inteligencia. Pero, ¿Cómo podemos amar a Dios con nuestra inteligencia?

Comparto un texto de un gran matemático renacentista. Amigo y colaborador de Leonardo D'Vinci y divulgador del reflejo de Dios en la geometría: Fray Luca Pacioli ¿Cómo es esto posible? Es posible porque Dios se refleja en todo lo creado y queda de nuestra parte intentar verlo en todo lugar.

En concreto trata sobre la divina proporción el celébre número Phi. Si quiere leer y ver algo más de esto, pulse AQUÍ
--oOo--

El título que conviene a nuestro tratado debe ser La divina proporción. Y esto por muchas correspondencias que encuentro en nuestra proporción y que en este nuestro utilísimo discurso entendemos que corresponden, por semejanza, para nuestro propósito, considerar cuatro. 

La primera es que ella es una y nada más que una; y no es posible asignarle otras especies ni diferencias. Y esta unidad es el supremo epíteto de Dios mismo, según toda la escuela teológica y también filosófica. 

La segunda correspondencia es la de la Santa Trinidad. Es decir, así como in divinis hay una misma sustancia entre tres personas, Padre, Hijo y Espíritu Santo, de la misma manera una misma proporción de esta suerte siempre se encontrará entre tres términos, y jamás se puede encontrar algo de más o de menos, según se dirá.

La tercera correspondencia es que así como Dios, propiamente, no se puede definir, ni puede ser entendido por nosotros con palabras, de igual manera esta nuestra proporción no puede jamás determinarse con número inteligente ni expresarse con cantidad racional alguna sino que siempre es oculta y secreta, y los matemáticos la llaman irracional. 

La cuarta correspondencia es que, así como Dios jamás puede cambiar, y es todo en todo y está todo en todas partes, de la misma manera nuestra presente proporción siempre, en toda cantidad continua y discreta, sea grande o pequeña, es la misma siempre invariable y de ninguna manera puede cambiarse, ni tampoco puede aprehenderla de otro modo el intelecto, según nuestras explicaciones demostrarán. (Fray Luca Paccioli. La divina Proporción, fragmento del Cap. V, Parte I)

--oOo--
En la antigüedad diversos de autores nos señalaron la perfecta conjunción entre Fe y ciencia, Fe y conocimiento. Fe que ilumina el conocimiento y conocimiento de da consistencia a la Fe. Fides quaerens intellectum. El conocimiento tiene su mística. Sería interesante recobrar el espacio místico de la ciencia en los tiempos que corren. Así podríamos dialogar de tú a tú, con quienes nos recriminan como ignorantes o anticientíficos.

Alguno se preguntará ... ¿No eran despreciados los sabios por parte de Dios? No. Son despreciados quienes se creen sabios y su soberbia les hace sordos a la voz de Dios.

Pensemos en la Epifanía. Cristo se reveló primero a los pastores y lo hizo por medio de la llamada del Ángel: "No temáis, porque he aquí os doy buenas nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, que es Cristo el Señor. Y esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre." (Lc 2, 10-12). Es evidente que Dios se revela a los pequeños antes que a nadie. Los pastores fueron los primeros en llegar, pero no fueron lo únicos. El primer puesto es para los pequeños y eso es un inmenso don de Dios.

Pero también hay personas que adoran a Dios con sencillez y limpio corazón, conociendo, estudiando y entendiendo su obra creadora. ¿Desprecia Dios la ciencia? ¿A quien más llamó Dios a su Epifanía? Vivieron los Magos de oriente ¿Cómo llamó Dios a estos Magos? No lo hizo un ángel, lo hizo por medio de una estrella. Una señal en el cielo que hablo a los Magos igual que el ángel a los pastores. ¿Se dan cuenta dónde estaba la voz de Dios? Los Magos lo oyeron perfectamente y no perdieron tiempo. Dejaron sus cómodos lugares y peregrinaron en pos de la revelación de Dios y la encontraron: "¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque hemos visto su estrella en el oriente y hemos venido para adorarle." (Mt 2,2)

Es complicado decir este tipo de cosas hoy en día. Decir que Dios habla por medio del la ciencia y el conocimiento parece imposible para creyentes y no creyentes.  Pero creo necesario indicar que la sencillez y limpieza de corazón son lo que permiten escuchar la llamada de Dios. Dios nos llama en el lenguaje que conocemos. ¿Seremos capaces de escucharlo? Esa es la pregunta crucial.


--oOo--

Señor líbranos de toda soberbia. 
Danos la capacidad de entender a la Luz 
 que aleja toda tiniebla.
 Amén 

martes, 11 de enero de 2011

Dos tipos de campos

Hermanos, hay dos clases de campos: uno es el campo de Dios, el otro el del hombre. Tú tienes tu propio dominio; también Dios tiene el suyo. Tu dominio es la tierra; el dominio de Dios es tu alma. ¿Es justo que cultives tu dominio y dejes sin cultivar el de Dios? Si tú cultivas tu tierra y no cultivas tu alma, ¿es porqué quieres poner en orden tu propiedad y dejar sin cultivar la de Dios? ¿Esto es justo? ¿Acaso merece Dios que seamos negligentes con nuestra alma a la que Dios tanto ama? Te alegras viendo tu dominio bien cultivado, ¿por qué no lloras viendo tu alma sin cultivar? Nuestros campos nos darán para vivir en este mundo un cierto número de días; el cuidado de nuestra alma nos hará vivir sin fin en el cielo 

Dios se ha dignado confiarnos su dominio, que es nuestra alma; con su ayuda pongámonos a trabajar con todas nuestras fuerzas, para que en el momento en que él vendrá a visitar su dominio lo encuentre bien cultivado y en perfecto orden. Que encuentre en él una cosecha y no zarzas; vino y no vinagre; más trigo que cizaña. Si en él encuentra todo lo que le complace, nos dará a cambio las recompensas eternas, y las zarzas serán consumidas por el fuego. (San Cesáreo de Arlés)

--oOo--

El mundo nos deja pocos huecos para cuidar del campo de Dios. Los afanes y necesidades nos atenazan y no nos dejan espacio para poner un poco de orden dentro de nosotros mismos. La oración debería de ser el mínimo de dedicación al campo de Dios. Cuantos esfuerzos nos cuesta tener ese rato cercanía con Dios. Después decimos que Dios parece desafectado de nosotros, pero somos nosotros quienes huimos de Él constantemente.

 --oOo--

Señor, tu que todo lo puedes
y que todo lo que nos das es bueno
Ilumina nuestro entendimiento para
buscar y encontrar momentos 
de cercanía Contigo.
Amén

miércoles, 5 de enero de 2011

Dios se manifiesta a nosotros. Epifanía


Nosotros creemos en el Verbo de Dios. No nos fundamos en palabras sin sentido, ni nos dejamos llevar por impulsos emotivos o desordenados, ni nos dejamos seducir por la fascinación de discursos bien preparados, sino que prestamos fe a las palabras del Dios todopoderoso. Todo esto lo ordenó Dios en su Verbo. El Verbo las decía en palabras, para apartar al hombre de la desobediencia. No lo dominaba como hace un amo con sus esclavos, sino que lo invitaba a una decisión libre y responsable. El Padre envió a la tierra esta Palabra suya en los últimos tiempos. No quería que siguiese hablando por medio de los profetas, ni que fuese anunciada de manera oscura, ni conocida sólo a través de vagos reflejos, sino que deseaba que apareciese visiblemente, en persona. De este modo, contemplándola, el mundo podría obtener la salvación. Contemplando al Verbo con sus propios ojos, el mundo non experimentaría ya la inquietud y el temor que sentía cuando se encontraba ante una imagen reflejada por los profetas, ni quedaría sin fuerzas como cuando el Verbo se manifestaba por medio de los ángeles. De este modo, en cambio, podría comprobar que se encontraba delante del mismo Dios, que le habla.

Nosotros sabemos que el Verbo tomó de la Virgen un cuerpo mortal, y que ha transformado al hombre viejo en la novedad de una criatura nueva. Sabemos que se ha hecho de nuestra misma sustancia. En efecto, si no tuviese nuestra misma naturaleza, inútilmente nos habría mandado que lo imitáramos como maestro. Si Él, en cuanto hombre, tuviese una naturaleza distinta de la nuestra, ¿por qué me ordena a mí, nacido en la debilidad, que me asemeje a Él? ¿Cómo podría, en ese caso, ser bueno y justo? Verdaderamente, para que no pensáramos que era distinto de nosotros, ha tolerado la fatiga, ha querido pasar hambre y sed, ha aceptado la necesidad de dormir y descansar, no se ha rebelado frente al sufrimiento, se ha sujetado a la muerte y se nos ha revelado en la resurrección. De todos estos modos, ha ofrecido como primicia tu misma naturaleza humana, para que tú no te desanimes en los sufrimientos, sino que, reconociendo que eres hombre, esperes también tú lo que el Padre ha realizado en Él.

Cuando hayas conocido al Dios verdadero, tendrás con el alma un cuerpo inmortal e incorruptible, y obtendrás el reino de los cielos, por haber reconocido al Rey y Señor del cielo en la vida de este mundo. Vivirás en intimidad con Dios, serás heredero con Cristo, y no serás ya esclavo de los deseos y pasiones, y ni siquiera del sufrimiento y de los males físicos, porque habrás llegado a ser como Dios. Los sufrimientos que debías soportar por el hecho de ser hombre, te los daba Dios porque eras hombre. Pero Dios ha prometido también concederte sus prerrogativas una vez que hayas sido divinizado y hecho inmortal. Cristo, el Dios superior a todas las cosas, el que había decidido cancelar el pecado de los hombres, rehizo nuevo al hombre viejo y desde el principio lo llamó su propia imagen. De este modo ha mostrado el amor que te tenía. Si tú eres dócil a sus santos mandamientos, y te haces bueno como Él, te asemejarás a Él y recibirás de Él la gloria .
 (Hipólito romano Refutación de todas las herejías, capt. X, 33-34)

--oOo--

Tal como dice San Hipólito romano, los cristianos no nos dejamos llevar por palabras sin sentido, emotividades o discursos huecos. No seguimos imaginaciones personales ni nos postramos ante estatuas sin vida. ¿Por qué nos comportamos así? Porque  Dios se ha encarnado entre nosotros. El Verbo que da sentido a todo cuanto existe, se manifestó en carne mortal.

¿Cómo podemos salir al encuentro de Cristo? Aunque Dios siempre da el primer paso, el segundo paso lo tenemos que dar nosotros. Esto se evidencia tanto en los pastores como los Sabios Magos de oriente. Ambos respondieron a la llamada de Dios y peregrinaron hasta ver a Cristo.

Los pastores, en su sencillez, tuvieron que dar un breve paseo para encontrarse con Dios. Los sabios, tuvieron que viajar desde lejos y hacer acopio de paciencia y tesón. Pero llegaron ante Dios de igual forma. Se postraron ante El en adoración y le ofrecieron sus regalos. Regalos que son profecías: oro, incienso y mirra. Ante Dios solo cabe postrarse y le adorarle.

¿Dónde encontramos a Cristo hoy en día? ¿A dónde nos llama a que vayamos a adorarle? Cristo nos lo dejó claro: «Donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos» (Mt. 18,20) Cristo nos convoca a reunirnos eclesialmente para encontrarnos en El. Quizás debamos emprender el camino ya mismo y dejar atrás todo aquello que nos separa. Al final del camino, Cristo está esperándonos.

¿Qué podemos ofrecer a Cristo como presente? Lo más preciado que tenemos: nosotros mismos. Entonces Dios nos ofrece su gracia más excelsa. ¿Cúal? Lean el texto de San Hipólito romano y sabrán a que me refiero.

--oOo--

Señor, Tu nos llamas y nos convocas a adorarte
y nos dices que hemos de hacerlo unidos.
Ayúdanos a romper todo lo que nos separa y nos aleja.
Ayúdanos a entender tu mensaje y penetrar en el Misterio
Nos te olvides de nuestras imperfecciones y limitaciones
Solo tu gracia es capaz de cambiar nuestra naturaleza humana
para ser divinizados por tu Amor
Amén

domingo, 2 de enero de 2011

Discernir entre Roca y la Arena

¿Es una cosa sorprendente que el Señor haya cambiado el nombre de Simón por el de Pedro? (Jn 1,42). «Pedro» quiere decir «roca»; el nombre de Pedro es, pues, símbolo de la Iglesia. ¿Quién está seguro sino el que construye sobre roca? Y ¿qué es lo que dice el mismo Señor? «Todo el que escucha las palabras que yo digo y las pone en práctica es comparable a un hombre sensato que construye su casa sobre roca. Cae la lluvia, bajan los torrentes, los vientos soplan contra esta casa, pero ella no se ha hundido, porque estaba cimentada sobre la roca... »

¿De qué le sirve entrar en la Iglesia al que quiere construir sobre arena? Escucha la palabra de Dios pero no la pone en práctica; así es que construye sobre arena. Si no escuchara no construiría, escucha pues, y edifica. Pero ¿sobre qué fundamento? Si escucha la palabra de Dios y la pone en práctica, es sobre roca; si la escucha y no la pone en práctica, es sobre arena. Se puede, pues, construir de dos maneras distintas... Si te contentas con escuchar sin poner por obra lo que has escuchado, construyes una ruina... Si, por el contrario, no escuchas, te quedas a la intemperie, y serás arrastrado por el torrente de las tribulaciones...

Estad seguros, hermanos míos: el que escucha la palabra sin obrar en consecuencia, no edifica sobra roca; no tiene ninguna relación con este gran nombre de Pedro al cual el Señor ha dado tanta importancia. (San Agustín, Sermón sobre San Juan, nº 7)

--oOo--

La parábola de la construcción sobre roca siempre me ha hecho preguntarme qué es la roca y qué es la arena. A veces lo que interpretamos como roca no es más que arena compactada por nuestras circunstancias personales. Es evidente que Dios es roca y la Iglesia es roca, pero nuestro entendimiento nos juega malas pasadas muy a menudo. Construir sobre arena es mucho más fácil. Somos capaces de patear con fuerza la arena para hacernos creer que es dura roca. Después, incluso, somos capaces de vender a otras personas la "solida roca" que no es más que arena.

¿Cómo diferenciar entonces, roca y arena? Discernir tiene que ver, primeramente, con nuestro ser y nuestra naturaleza, pero también hay más detrás de ello.

Actuar, entender y sentir nos conducen a los tres atributos que nos hacen seres humanos: intelecto, voluntad y emoción. En la medida que la roca se discierna con todo nuestro ser podremos diferenciar mejor si la roca es más roca y menos arena. Si nuestro cristianismo es puramente volitivo, la acción es el fin de lo que hacemos. Si nuestro cristianismo es solo conocimiento, la realidad termina por pasar a un segundo plano. Si nuestro cristianismo es solo sentimiento y emoción, nos encerramos en nosotros, creando una realidad alternativa a medida de lo que necesitamos sentir. Las parcialidades de nuestro ser tienden a engañarnos a menudo. Sobre todo porque nos ofrecen caminos más rápidos y sencillos.

Siguiendo juicios parciales, tarde o temprano evidenciaremos que nuestro cristianismo pierde sentido. También nos podemos ver incapacitados enmendar el camino por nosotros mismos. La libertad es un don peculiar. Cuando se sustancia en la Verdad, se nos devuelve con beneficios. Seremos más libres. Si la sustanciamos en medias verdades o mentiras, perdemos el don invertido. Nos hacemos más esclavos.

Demos un paso más allá. Aunque los discernimientos plenos son más seguros que los discernimientos parciales, no tienen porque ser infalibles ni tienen porqué estar en consonancia con la voluntad de Dios. ¿Por qué? Porque nuestra naturaleza humana no es perfecta al estar herida por el pecado.  Entonces ¿Cómo discernir?

San Agustín nos habla de la necesidad de construir según la Palabra de Dios y dentro de la Iglesia. Entiéndase Iglesia como Una y no como parcialidades inclusivas o revelaciones personales. No es raro encontrar a cristianos que sustituyen la Voz de la Palabra de Dios por el propio entendimiento personal o el carisma de determinado líder. No hablaré de que esto nos lleve a fines malvados, pero si indicaré humildemente que es sumamente peligroso desentendernos de nuestro pleno ser y de la Revelación de Dios.

¿Eso es todo? No. Nos falta el principal escalón en la búsqueda de la roca. "Sin mí, no podéis hacer nada" (Jn 15, 5). Sin Cristo no podemos hacer nada y por lo tanto, la oración debe ser ingrediente imprescindible en todo discernimiento. Sin la Gracia de Dios, nuestra libertad nos puede jugar malas pasadas. Sin la Gracia que enmienda nuestra naturaleza rota, somos como vasijas rotas incapaces de contener nada.

"Y de igual manera, el Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza. Pues nosotros no sabemos cómo pedir para orar como conviene; mas el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables, y el que escruta los corazones conoce cuál es la aspiración del Espíritu, y que su intercesión a favor de los santos es según Dios. Por lo demas, sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman; de aquellos que han sido llamados según su designio." (Romanos 8: 26, 28).

Pero no debemos desentendernos de nosotros mismos y de nuestra responsabilidad.  Pensar que orando y orando no tendremos que esforzarnos para entender y actuar, es demasiado fácil y denota el sutil engaño del enemigo. No se trata de pasar de una postura pelagiana a una quietista. Se trata de utilizar los talentos que nos ha regalado Dios, sin dejar de rogar para que El nos guíe en nuestra labor.

"Entonces, ¿qué hacer? Oraré con el espíritu, pero oraré también con entendimiento. Cantaré salmos con el espíritu, pero también los cantaré con entendimiento." (1Corintios 14:15)

--oOo--

Señor, ayúdanos a discernir
levanta las nieblas de nuestro pecado
para que podamos entender Tu voluntad
y actuar según Tu designio.

Porque sólo Tu eres Santo
Sólo Tu Señor
Sólo Tu altísimo Jesucristo
Con el Espíritu Santo,
en la Gloria de Dios Padre,
Amén


Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...