La fe actual es principalmente vivencial y emotivista. Somos reacios ver más allá de las emociones que nos mueven o paralizan. Los símbolos, han dejado de ser algo que alimente la fe que tanto necesitamos. El problema del emotivismo es que es fluido, líquido. No es capaz de soportar cambios y desalientos. NO olvidemos los símbolos y profundicemos en ellos para ganar esperanza y confianza en Dios. Hoy comparto algunas reflexiones sobre un símbolo muy importante y profundo: la Sangre del Señor.
¿Qué nos dice la Sagrada Sangre del Señor? La Sangre es un profundo símbolo de redención y salvación. La Sangre del Señor fue ofrecida por nuestros pecados. Además, es cada Eucaristía se consagran pan y vino, como Carne y Sangre de Cristo. Nuestra cultura religiosa da gran importancia al Cuerpo del Señor, que se nos ofrece por medio del pan eucarístico. Pero la Sangre parece que la tenemos algo olvidada.
La Sangre del Señor es un tema sobre el que debemos meditar profundamente. ¿Meditar, pensar, profundizar? ¿No se basa nuestra fe en sentir, hacer y en todo caso, divertirnos? Seguro que muchas personas se quedan en la cuarta parte de la mitad del Mandamiento principal. ¿Mandamiento principal? No crean, Cristo lo dejó muy claro:
Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente. El segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. (Mt 22,34-40)
¿A qué me refiero con la cuarta parte de la mitad? La sociedad actual nos reclama ser dóciles con lo que las estructuras sociales nos indican. Para ello es necesario vender un simulacro de "buenismo solidario" y filantrópico. Esta es la cuarta parte de la mitad a la que me refería. Solemos olvidar lo principal: amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente. ¿Con toda mi mente? ¿No se trataba de centrarnos en el emocionalismo y nada más? Leamos lo que nos dice San Agustín sobre el asunto:
Pues ¿Quién no ve que primero es pensar que creer? Nadie, en efecto, cree si antes no piensa que se debe creer. Y aunque a veces el pensamiento precede de una manera tan instantánea y vertiginosa a la voluntad de creer, y ésta le sigue tan rápidamente que parece que ambas cosas son simultáneas, no obstante, es preciso que todo lo que se cree se crea después de haberlo pensado. Y eso, aunque el mismo acto de fe no sea otra cosa que el pensar con el asentimiento de la voluntad. Porque no todo el que piensa cree, como quiera que muchos piensan y, sin embargo, no creen. Pero todo el que cree, piensa; piensa creyendo y cree pensando. (San Agustín. Tratado de la Predestinación de los santos, 2, 5)
Entonces, meditemos un poquito sobre la Sagrada Sangre de Cristo. Empecemos por tener claro la razón de que sea sagrada. ¿Qué es lo sagrado? Aquello que no muestra a Dios como por medio de una imagen y semejanza. Imagen, porque no podemos ver a Dios directamente. Semejanza, porque una realidad material sólo puede contener un reflejo de Dios. La Sagrada Sangre del Señor es un símbolo Sagrado que nos habla y nos colma de entendimiento. Un entendimiento que supera las limitaciones humanas y sociales, que nos rodean.
La sangre es lo que nos da la vida al circular por nuestro cuerpo. A través de ella se difunde el oxígeno y los nutrientes que cada célula de nuestro cuerpo necesita. La Sangre de Cristo es la Sangre que da sentido y fuerza al mundo. Se derramó en la Cruz, para que fuésemos sanados de nuestro pecado y pudiéramos reencontrar el Camino, Verdad y Vida, que Adán perdió en su momento. La Sangre del Señor cayó a la tierra y la misma tierra se revivificó con ella. Recordemos que la tierra tembló y hubo muertos que se levantaron de sus tumbas (Mt 27,52-54). Hasta uno de los centuriones que estaban en el Gólgota, viendo lo que sucedía, creyó.
Quizás hoy en día esto nos suene a película de terror de Hollywood, pero no olvidemos que fue escrito en los Evangelios y que todo lo escrito en ellos es Palabra de Dios. Tengo claro que actualmente los Evangelios se diseccionan para entresacar lo que conviene, desechar lo que va contra el buenismo de moda u olvidar aquello que no se sabe qué hacer con ello. Es el signo de los tiempos y debemos ser capaces de leer en este signo para discernir.
¿Qué simboliza la sagrada Sangre del Señor? Nos muestra que sólo en Cristo está la redención, el perdón y la santificación. Nos muestra que la Eucaristía es fundamental, porque nos acerca a Cristo sin otro mediador que el Espíritu Santo. Nos recuerda que podemos esperar en Dios y descansar en Él. El mundo tiembla cuando la Sangre del Señor cae en él. ¿Y todas las maravillas que nos ofrece el mundo actual? Son sólo apariencias vacías. Simulacros que nos distraen de lo esencial: Cristo como único Camino, Verdad y Vida.