Seguro que muchas personas se han preguntado y se preguntan qué es lo sagrado. Vamos a intentar responder a esta pregunta de la forma más clara posible.
La etimología nos dice que la palabra "sagrado" proviene del verbo latino 'sacrare' que significa dedicar una cosa o persona, a una función específica y relevante. Lo 'sacrum' es aquello que se dedica al de culto. Hay autores clásicos, como Tácito, que utilizan la palabra como sinónimo de "santidad", lo que señala la manifestación de "lo sagrado" en una persona. Lo sagrado no es ni alejado ni indiferente al ser humano, ya que se experimenta y se vive a través de actos que relacionan a la persona con determinados objetos, situaciones o actividades que se denominan sagradas o consagradas.
Concretar qué es lo sagrado no resulta complicado si nos atenemos a un enfoque fenomenológico, ya que hablamos de una realidad experiencial del ser humano. Pero la fenomenología también tiene sus limitaciones, como veremos a continuación. De esta manera podemos determina qué poseen objetos, ritos e ideas que en cada cultura o religión para que consideren como sagrados. Además podemos clasificar e interpretar cómo reacciona cada grupo humano ante estos objetos sagrados y qué funciones tienen estos elementos sagrados en la vida cotidiana. Vamos a repasar algunas definiciones de autores de relevancia:
“Lo sagrado es el territorio cercano a la orilla donde se hace evidente el límite. Por tanto, es la zona de ruptura, de discontinuidad, de crisis. Por este motivo, es el espacio privilegiado donde nos podemos cuestionar quiénes somos, ya que sólo en la discontinuidad nos percatamos de la continuidad. Tal vez no sepamos a dónde vamos o a dónde debemos ir, pero sí dónde estamos.” (Otón) [1]
"Las cosas sagradas son las que las protegen y aíslan de las cosas profanas son a las que se aplican estas prohibiciones y que deben permanecer apartadas de aquéllas. La relación (o la oposición, la ambivalencia) entre los Sagrado y lo Profano es la esencia del hecho religioso" (Durkheim) [2]
“Lo sagrado se manifiesta siempre como una realidad de un orden totalmente diferente al de las realidades «naturales». El lenguaje puede expresar ingenuamente lo tremendum, o la maiestas, o el mysterium fascinans con términos tomados del ámbito natural o de la vida espiritual profana del hombre. Pero esta terminología analógica se debe precisamente a la incapacidad humana para expresar lo ganz andere: el lenguaje se reduce a sugerir todo lo que rebasa la experiencia natural del hombre con términos tomados de ella..” (Eliade) [3]
Queda patente que la fenomenología aporta valiosa información de los aspectos externos de la sacralidad, pero olvida gran parte de la realidad personal de la sacralidad. Aunque podríamos estar hablando sin parar sobre tal o cual objeto o de tal rito y su expresión o de la manera en que se comportan los diferentes grupos humanos ante un tipo especial de fenómeno, la fenomenología no termina de definir claramente qué es lo sagrado. Lo sagrado aparece en la fenomenología como algo indefinible de forma general, estando delimitado como antítesis de “lo profano”. Por lo tanto, lo sagrado no es cotidiano en nuestra vida. Si llevamos lo sagrado a convertirse en cotidiano, pierde su sentido. Por otra parte, a lo sagrado debemos un respeto reverencial, porque nos enlaza, re-liga, con la Divinidad, con Dios. Hablar de lo sagrado siempre complejo, porque hablamos de lo que nos comunica que no inefable o numinoso. Esta falta de concreción hace necesario buscar cómo determinar qué es lo sagrado por si mismo.
Si me permiten ir un paso más allá de la cruda fenomenología, podríamos definir “lo sagrado” como todo aquello que revela la divinidad y relaciona la divinidad con lo humano. Esta definición me parece al mismo tiempo interesante y esclarecedora. Sagrado sería todo lo que relaciona a Dios con el ser humano. Lo profano sería aquello que no incorpora ninguna relación o revelación trascendente con la Divinidad.
A partir de esta definición es evidente la razón que lleva a una persona a determinar que un simple objeto, un rito o un texto tiene una valor sagrado. También clarifica la razón que hace que otra puede considere que el mismo objeto no tiene ningún valor adicional a sí mismo. El carácter de sagrado o profano aparece según comprendamos o ignoremos la relación de cada objeto, rito o texto con la Divinidad. Esto nos lleva a descubrir que el concepto de lo sagrado está íntimamente ligado a una hermenéutica interior y personal que da sentido a todo lo que nos rodea. Por ejemplo, Los Evangelios son sagrados para quienes entendemos que Dios se manifiesta/comunica por medio de ellos. Para quien estos textos son solo historias, relatos históricos o fabulaciones, no pueden tener ningún valor adicional al puramente fenomenológico y socio-cultural
Es obvio que las personas que no acepten la existencia de Dios o rechacen su manifestación en el mundo, no pueden aceptar la existencia de sacralidad en sentido estricto. Curiosamente, estas personas también pueden manifestar comportamientos rituales, respetuosos o reverentes en atención valores puramente humanos. En este caso hablaríamos del respeto a la bandera nacional o al ritual de la entrega de los premios Nobel. Esta para-sacralidad solo se relaciona con el respecto mostrado a determinados símbolos o convenciones humanas. No deberíamos confundir estas apariencias con la existencia de algún tipo de sacralidad laica o atea. Es evidente que nuestra sociedad laizante utiliza estas para-sacralidades como sustitutivo de la sacralidad verdadera y además las ofrece como fuente de estabilidad emocional y económica de muchas personas. También podemos darnos cuenta que perder el sentido de lo sagrado puede dar lugar a peligrosas crisis existenciales.
Partiendo de todo lo dicho, cabría preguntarse cómo se revela Dios al ser humano. ¿Qué significa lo sagrado para quienes creemos en Dios? Es evidente que Dios se ha revelado y se revela de forma directa a determinadas personas y estas, a su vez, nos hacen llegar la revelación de manera indirecta gracias a su testimonio. Dios se manifiesta de manera colectiva por medio de todo lo creado, en lo que encontramos constantes referencias a su Creador. Podríamos decir que Dios se revela en todo lo que nos rodea, siempre que seamos capaces de entender lo que nos comunica en cada momento. Esto nos permite señalar un primer tipo de sacralidad natural. Los humanos nos acercamos a esta manifestación de Dios por medio de lo que el cristianismo ortodoxo llama Contemplatio Naturalis.
Cabría preguntarse ¿Qué razón tiene entonces que existan elementos sagrados creados por el hombre si ya tenemos una manifestación palpable en todo lo que nos rodea? Si consideramos únicamente la sacralidad como algo que procede de Dios y que se dirige hacia nosotros, solo podemos adoptar una posición pasiva frente a lo Divino. En este caso no podría existir diálogo bidireccional entre Dios y el ser humano. Lo trascendente, entonces, se convierte en monólogo de Dios. Un monólogo que deja al hombre la única tarea de escuchar pasivamente la revelación. Tendríamos un tipo de sacralidad primitiva, que no es muy corriente hoy en día. Si consideramos que la relación Dios-ser humano es bidireccional aunque sea inmensamente asimétrica, disponemos de espacio para acercarnos libremente a Dios. No podemos esperar pasivamente que Dios se presente delante con el plano del "camino a seguir" para encontrarle. De hecho si se nos presenta directamente y de forma plena, ya habríamos retornado al Edén y no harían falta mapas. Evidentemente esto no ha ocurrido. El hombre no puede esperar la revelación de manera pasiva ya que es una relación implícita que conlleva un diálogo activo. Diálogo que se puede ejemplarizar mediante la oración directa a Dios. Oración que parte siempre de la acción de Dios en nosotros, pero que necesita nuestra libertad.
¿Cómo podemos afrontar ese diálogo? El diálogo lo podemos encontrar en todas y cada una de las actitudes y acciones humanas. Tenemos elementos sagrados que se presentan por medio del conocimiento, arte o de los ritos. Elementos sagrados que no podemos dejar de incluir toda nuestra vida. Si entramos en la sacralidad implícita en nuestra vida, hablamos de consagración. Es decir, de hacerse sagrado vitalmente hablando. La oración personal y/o comunitaria, los actos religiosos, actividades asociativas dentro de grupos de Fe, son formas activas que nos ayudan a calmar el ansia de Dios que tenemos en nuestro interior. Acercarse a Dios es una labor personal y comunitaria: «Donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy presente en medio de ellos». (Mt 18, 20). Lo que desde nuestra humanidad hacemos para acercarnos a la Divinidad, a Dios, también es algo sagrado.
Es necesario empezar por ser conscientes de la existencia de una inabordable distancia entre el ámbito humano y el divino. Distancia que se hace infranqueable si dejamos a un lado lo sagrado. Existe un tipo de agnosticismo que parte de la existencia de Dios, pero postula que la distancia hace imposible una relación entre nosotros. Aunque la relación Dios-hombre que existió antes de la expulsión del Edén ha desaparecido, Dios nos ofrece una mediación a través “lo sagrado”, que se constituye como medio o eje principal en la comunicación.
Lo sagrado no es algo abstracto o algo utilizable sin más. Lo sagrado no puede ser utilizado de forma funcional. Lo sagrado debe ser ordenado de manera que el acceso y comprensión de todo su contenido sea accesible a quienes desean, anhelan, la re-unión con Dios. Re-unión que no es más que la religión, ya que la palabra proviene de re-ligare, re-unir. Esta necesidad ordenación de lo sagrado es lo que llevó a los hombres a conformar las religiones. Religiones que dejan de ser tales, cuando se centran y focalizan en lo cotidiano y humano.
A modo de resumen diríamos que las religiones son caminos que nos conducen a lo Divino, a Dios, por medio lo sagrado. Lo sagrado se conforma en la revelación y el diálogo activo del hombre con Dios. En el cristianismo la revelación y el diálogo están contenidos en el Misterio Cristiano que nos une entre nosotros y nos conduce a Dios.
[1] Lo sagrado y los limites de la existencia. Joseph Otón. http://www.asociacionideatica.com/Revista/lo_sagrado_y_los_limites_de_la_e.htm
[2] Las formas elementales de la vida religiosa. El sistema totémico en Australia (1982) Durkeim, Emile. Akal
[3] Lo sagrado y lo profano (1956). Eliade, Mircea.
La etimología nos dice que la palabra "sagrado" proviene del verbo latino 'sacrare' que significa dedicar una cosa o persona, a una función específica y relevante. Lo 'sacrum' es aquello que se dedica al de culto. Hay autores clásicos, como Tácito, que utilizan la palabra como sinónimo de "santidad", lo que señala la manifestación de "lo sagrado" en una persona. Lo sagrado no es ni alejado ni indiferente al ser humano, ya que se experimenta y se vive a través de actos que relacionan a la persona con determinados objetos, situaciones o actividades que se denominan sagradas o consagradas.
Concretar qué es lo sagrado no resulta complicado si nos atenemos a un enfoque fenomenológico, ya que hablamos de una realidad experiencial del ser humano. Pero la fenomenología también tiene sus limitaciones, como veremos a continuación. De esta manera podemos determina qué poseen objetos, ritos e ideas que en cada cultura o religión para que consideren como sagrados. Además podemos clasificar e interpretar cómo reacciona cada grupo humano ante estos objetos sagrados y qué funciones tienen estos elementos sagrados en la vida cotidiana. Vamos a repasar algunas definiciones de autores de relevancia:
“Lo sagrado es el territorio cercano a la orilla donde se hace evidente el límite. Por tanto, es la zona de ruptura, de discontinuidad, de crisis. Por este motivo, es el espacio privilegiado donde nos podemos cuestionar quiénes somos, ya que sólo en la discontinuidad nos percatamos de la continuidad. Tal vez no sepamos a dónde vamos o a dónde debemos ir, pero sí dónde estamos.” (Otón) [1]
"Las cosas sagradas son las que las protegen y aíslan de las cosas profanas son a las que se aplican estas prohibiciones y que deben permanecer apartadas de aquéllas. La relación (o la oposición, la ambivalencia) entre los Sagrado y lo Profano es la esencia del hecho religioso" (Durkheim) [2]
“Lo sagrado se manifiesta siempre como una realidad de un orden totalmente diferente al de las realidades «naturales». El lenguaje puede expresar ingenuamente lo tremendum, o la maiestas, o el mysterium fascinans con términos tomados del ámbito natural o de la vida espiritual profana del hombre. Pero esta terminología analógica se debe precisamente a la incapacidad humana para expresar lo ganz andere: el lenguaje se reduce a sugerir todo lo que rebasa la experiencia natural del hombre con términos tomados de ella..” (Eliade) [3]
Queda patente que la fenomenología aporta valiosa información de los aspectos externos de la sacralidad, pero olvida gran parte de la realidad personal de la sacralidad. Aunque podríamos estar hablando sin parar sobre tal o cual objeto o de tal rito y su expresión o de la manera en que se comportan los diferentes grupos humanos ante un tipo especial de fenómeno, la fenomenología no termina de definir claramente qué es lo sagrado. Lo sagrado aparece en la fenomenología como algo indefinible de forma general, estando delimitado como antítesis de “lo profano”. Por lo tanto, lo sagrado no es cotidiano en nuestra vida. Si llevamos lo sagrado a convertirse en cotidiano, pierde su sentido. Por otra parte, a lo sagrado debemos un respeto reverencial, porque nos enlaza, re-liga, con la Divinidad, con Dios. Hablar de lo sagrado siempre complejo, porque hablamos de lo que nos comunica que no inefable o numinoso. Esta falta de concreción hace necesario buscar cómo determinar qué es lo sagrado por si mismo.
Si me permiten ir un paso más allá de la cruda fenomenología, podríamos definir “lo sagrado” como todo aquello que revela la divinidad y relaciona la divinidad con lo humano. Esta definición me parece al mismo tiempo interesante y esclarecedora. Sagrado sería todo lo que relaciona a Dios con el ser humano. Lo profano sería aquello que no incorpora ninguna relación o revelación trascendente con la Divinidad.
A partir de esta definición es evidente la razón que lleva a una persona a determinar que un simple objeto, un rito o un texto tiene una valor sagrado. También clarifica la razón que hace que otra puede considere que el mismo objeto no tiene ningún valor adicional a sí mismo. El carácter de sagrado o profano aparece según comprendamos o ignoremos la relación de cada objeto, rito o texto con la Divinidad. Esto nos lleva a descubrir que el concepto de lo sagrado está íntimamente ligado a una hermenéutica interior y personal que da sentido a todo lo que nos rodea. Por ejemplo, Los Evangelios son sagrados para quienes entendemos que Dios se manifiesta/comunica por medio de ellos. Para quien estos textos son solo historias, relatos históricos o fabulaciones, no pueden tener ningún valor adicional al puramente fenomenológico y socio-cultural
Es obvio que las personas que no acepten la existencia de Dios o rechacen su manifestación en el mundo, no pueden aceptar la existencia de sacralidad en sentido estricto. Curiosamente, estas personas también pueden manifestar comportamientos rituales, respetuosos o reverentes en atención valores puramente humanos. En este caso hablaríamos del respeto a la bandera nacional o al ritual de la entrega de los premios Nobel. Esta para-sacralidad solo se relaciona con el respecto mostrado a determinados símbolos o convenciones humanas. No deberíamos confundir estas apariencias con la existencia de algún tipo de sacralidad laica o atea. Es evidente que nuestra sociedad laizante utiliza estas para-sacralidades como sustitutivo de la sacralidad verdadera y además las ofrece como fuente de estabilidad emocional y económica de muchas personas. También podemos darnos cuenta que perder el sentido de lo sagrado puede dar lugar a peligrosas crisis existenciales.
Partiendo de todo lo dicho, cabría preguntarse cómo se revela Dios al ser humano. ¿Qué significa lo sagrado para quienes creemos en Dios? Es evidente que Dios se ha revelado y se revela de forma directa a determinadas personas y estas, a su vez, nos hacen llegar la revelación de manera indirecta gracias a su testimonio. Dios se manifiesta de manera colectiva por medio de todo lo creado, en lo que encontramos constantes referencias a su Creador. Podríamos decir que Dios se revela en todo lo que nos rodea, siempre que seamos capaces de entender lo que nos comunica en cada momento. Esto nos permite señalar un primer tipo de sacralidad natural. Los humanos nos acercamos a esta manifestación de Dios por medio de lo que el cristianismo ortodoxo llama Contemplatio Naturalis.
Cabría preguntarse ¿Qué razón tiene entonces que existan elementos sagrados creados por el hombre si ya tenemos una manifestación palpable en todo lo que nos rodea? Si consideramos únicamente la sacralidad como algo que procede de Dios y que se dirige hacia nosotros, solo podemos adoptar una posición pasiva frente a lo Divino. En este caso no podría existir diálogo bidireccional entre Dios y el ser humano. Lo trascendente, entonces, se convierte en monólogo de Dios. Un monólogo que deja al hombre la única tarea de escuchar pasivamente la revelación. Tendríamos un tipo de sacralidad primitiva, que no es muy corriente hoy en día. Si consideramos que la relación Dios-ser humano es bidireccional aunque sea inmensamente asimétrica, disponemos de espacio para acercarnos libremente a Dios. No podemos esperar pasivamente que Dios se presente delante con el plano del "camino a seguir" para encontrarle. De hecho si se nos presenta directamente y de forma plena, ya habríamos retornado al Edén y no harían falta mapas. Evidentemente esto no ha ocurrido. El hombre no puede esperar la revelación de manera pasiva ya que es una relación implícita que conlleva un diálogo activo. Diálogo que se puede ejemplarizar mediante la oración directa a Dios. Oración que parte siempre de la acción de Dios en nosotros, pero que necesita nuestra libertad.
¿Cómo podemos afrontar ese diálogo? El diálogo lo podemos encontrar en todas y cada una de las actitudes y acciones humanas. Tenemos elementos sagrados que se presentan por medio del conocimiento, arte o de los ritos. Elementos sagrados que no podemos dejar de incluir toda nuestra vida. Si entramos en la sacralidad implícita en nuestra vida, hablamos de consagración. Es decir, de hacerse sagrado vitalmente hablando. La oración personal y/o comunitaria, los actos religiosos, actividades asociativas dentro de grupos de Fe, son formas activas que nos ayudan a calmar el ansia de Dios que tenemos en nuestro interior. Acercarse a Dios es una labor personal y comunitaria: «Donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy presente en medio de ellos». (Mt 18, 20). Lo que desde nuestra humanidad hacemos para acercarnos a la Divinidad, a Dios, también es algo sagrado.
Es necesario empezar por ser conscientes de la existencia de una inabordable distancia entre el ámbito humano y el divino. Distancia que se hace infranqueable si dejamos a un lado lo sagrado. Existe un tipo de agnosticismo que parte de la existencia de Dios, pero postula que la distancia hace imposible una relación entre nosotros. Aunque la relación Dios-hombre que existió antes de la expulsión del Edén ha desaparecido, Dios nos ofrece una mediación a través “lo sagrado”, que se constituye como medio o eje principal en la comunicación.
Lo sagrado no es algo abstracto o algo utilizable sin más. Lo sagrado no puede ser utilizado de forma funcional. Lo sagrado debe ser ordenado de manera que el acceso y comprensión de todo su contenido sea accesible a quienes desean, anhelan, la re-unión con Dios. Re-unión que no es más que la religión, ya que la palabra proviene de re-ligare, re-unir. Esta necesidad ordenación de lo sagrado es lo que llevó a los hombres a conformar las religiones. Religiones que dejan de ser tales, cuando se centran y focalizan en lo cotidiano y humano.
A modo de resumen diríamos que las religiones son caminos que nos conducen a lo Divino, a Dios, por medio lo sagrado. Lo sagrado se conforma en la revelación y el diálogo activo del hombre con Dios. En el cristianismo la revelación y el diálogo están contenidos en el Misterio Cristiano que nos une entre nosotros y nos conduce a Dios.
[1] Lo sagrado y los limites de la existencia. Joseph Otón. http://www.asociacionideatica.com/Revista/lo_sagrado_y_los_limites_de_la_e.htm
[2] Las formas elementales de la vida religiosa. El sistema totémico en Australia (1982) Durkeim, Emile. Akal
[3] Lo sagrado y lo profano (1956). Eliade, Mircea.
9 comentarios:
Aporta una nueva visión para mí el contemplar lo sagrado como algo bidireccional, no sólo aquello que proviene de Dios, sino también lo que sale del hombre en la búsqueda del diálogo con él.
Por otro lado, se me hace menos visible lo sagrado en la fenomenología y en los ritos, y creo que es algo subjetivo, que necesitamos estar más en sintonía con algunas manifestaciones de lo sagrao para poder apreciarlas. Tal vez sea una cuestión de sintonía para vibrar al unísono. O no entendí bien el artículo.
Gracias, Miserere.
La fenomenología es el enfoque más habitual que nos encontramos cuando se habla de antropología religiosa. James Frazer o Eliade entre muchos otros, estudian lo sagrado basándose las manifestaciones externas que presenta este hecho. Lo que está mal pero,...
La fenomenología es precisamente "demasiado" objetiva, ya que clasifica respecto a lo que ve y obtiene explicaciones al respecto. El enfoque fenomenológico olvida la parte interna del hecho, ya que no ahí si entramos en subjetividades personales.
Lo que intentaba explicar en este texto es que la fenomenología no puede ser base para explicar y para entender lo sagrado de manera completa. Si lo intentamos, nos quedamos con la sacralidad externa que en muchos casos carece de sentido y solo se sxplica por ser costumbre del "pasado"... resquicios de la ignorancia del ser humano. La situación de la Iglesia muestra precisamente que este enfoquer ha anidado dentro nuestra, desgraciadamente.
Sobre la sacralidad como una relación bidireccional, precisamente este hecho explica que se una persona considere sagrado pintar un icóno y deba prepararse espiritualmente para ello. De igual manera, explica la necesidad de prepararse para recibir cualquier sacramento... ya que si la relación fuera unidireccional, ... con recibirlo sería suficiente. ¿Qué hace decir a Jesús que cuando nos reunamos en su nombre El está entre nosotros? Si el acto de reunirse en nombre de Jesús no constituyera algo sagrado, ¿Por qué habría de estar la Divinidad inmersa en ello?
Estas cosas y muchas más se explican si consideramos al sacralidad de como una forma de acercanos a Dios, mientra el se acerca a nosotros.
Un saludo Li :)
CANCION DEL AMOR PATRIO;
Amar la patria es el amor primero
y es el postrero amor después de Dios;
y si es crucificado y verdadero,
ya son un solo amor, ya no son dos.
Amar la patria hasta jugarse entero,
del puro patrio Bien Común en pos,
y afrontar marejada y viento fiero:
eso se inscribe al crédito de Dios.
Dios el que no se ve, Dios insondable;
de todo lo que es Bien, oscuro abismo,
sólo visible por oscura Fe.
Sentido Sagrado del amor cristiano a la Patria
l Amor siempre tiene un sentido sagrado, ya que Dios es Amor y allá donde pongamos Amor, allí está Dios.
La Patria es la generalización colectiva de la paternidad humana. Cuando nombro mi Patria me acuerdo de estos versos que aprendí de pequeño:
"Queriendo yo un dia saber que es la Patria me dijo un anciano que mucho la amaba!
La Patria se siente no tiene palabras que claro la expliquen las lenguas humanas!
Allí, donde todas las cosas nos hablan con voz que hasta el fondo penetra del alma!
Allí, donde empieza la breve jornada que al hombre en el mundo los cielos señalan
Allí, donde el canto materno arrullaba! La cuna que el Ángel veló de la guarda
Allí, donde en tierra bendita y sagrada de abuelos y padres los restos descansan
Allí, donde eleva su techo la casa de nuestros mayores...
Allí esta la Patria!
......
Estos versos suenan dulces en mi boca, ya que me vibran mis recuerdos de todo lo que se dice en el.
Después de Amor a Dios, el Amor a la familia y a nuestra estirpe debería ser lo segundo. Pero este amor patrio debe ser generoso e integrador antes que segregador y separatista... ya que al final de todo, nuestra verdadera Patria es Dios.
Gracias por tu comentario Mario ;)
Disenso con Mario Bonabotta
Amar la Patria es el amor primero
y postrer amor después de Dios
y si es crudificado y verdadero
ya son un sólo amor, ya no son dos
amar la Patra hasta jugar el cuero
del puro patrio bien comun en pos
y enfrentar marejada y majadero
tal anota al crédito de Dios
Leonardo Castellani
"Canciones de Militas"
PS Saludos a Mario
A anónimo: La poesía "Amor Patrio" no es del P Castellani sino de Paul Verlaine. L Castellani es quien hace esa traducción. Retribuyo Saludos y atención.
Los fenomenólogos se centran en la experiencia de lo sagrado como la intuición de la Realidad, la cual sólo puede obtener un homo religioso, un hombre conciente de la realidad del aquí y el ahora de una existencia cuyo alfa y omega no es perceptible por nuesta modo finito de ser.
Usted dice que la religión nos lleva a experimentar lo sagrado, y yo pregunto cómo.
Quiero pregntarle su opinión sobre los modos de acceso a lo sagrado, porque en mi opinión, la religión obnubila nuestra presencia en el cosmos con representaciones.
Es decir, la vivencia de lo sagrado se da en la experiencia del mundo y su posibilidad de cambio en la que se nos presentan situaciones extraordinarias-tremendas-fascinantes, y no en la pertenencia a un grupo social que repiten semanalmente y anualmente una serie de lecturas que narran la historia de los judios y el cristianismo europeo. Es esto último veo la completa profanación, el regreso a un tiempo cíclico, la pérdida de sentido, el hastío y la prisión dentro de un orden mundial que por lo menos en México lleva 500 años.
¿podemos entender que existen vías de acceso a lo sagrado que son desacreditadas o deslegitimadas? Los sacramentos del antiguo méxico (y actual) y de todo el antiguo mundo detrás de Jesús aparecen como ilegítimos, bárbaros, sacrilegios, pagano!
Es decir, si el sacramento antiguo que enseñó Jesús, se ha cambiado por una hojuela de harina en representación, se entiende perfectamente que este placebo no pueda ofrecer un cambio en la mente de la sociedad y por ello quede límitado el proyecto de este gran hombre nazareno.
Estimado oliverato:
¿Cómo nos lleva la religión a experimentar lo sagrado?
Bueno, más bien lo que nos lleva es a experimentar lo divino a través de lo sagrado. Los sagrado es el vínculo entre lo humano y lo divino. Entre lo limitado y lo ilimitado.
Las prácticas religiosas utilizan ritos que señalan analogías y paradigmas que podemos hacer nuestros al practicarlos. Entramos en sintonía cuando nuestra ser es capaz de comprender, sentir y actuar en línea con lo infinito.
Pero disponer de herramientas no significa que una persona pueda crear, sin más, una obra como la Piedad de Miguel Ángel.
La religión da sentido al Cosmos y un sentido que es coherente con todo lo creado. Podríamos quedarnos con la simplicidad de la mera existencia de lo que vemos, pero esto no nos aporta nada a nivel de ser.
Igual que un martillo puede servir para mil cosas y obnibular a quien no sabe utilizarlo como herramienta creativa, la religión puede ser algo maravilloso y liberador o una droga existencial. ¿De quien depende que sea una cosa u otra? De nosotros.
Los sacramentos son signos que buscan hacer de nosotros símbolos. Si miramos el modelo de hombre que nos mostro Jesús y el del antiguo Méjico, existen diferencias muy acusadas. Por eso los sacramentos son diferentes y los antiguos quedan inoperantes ante un modelo que nos ha revelado Dios mismo.
La comunión es un sacramente inmenso y profundo que opera en nosotros en la medida que entendamos, sintamos y actuemos en sintonía con el modelo que nos ha indicado Cristo. Si lo recibimos como quien recibe una galleta... pues no será nada más que eso para nosotros.
Un saludo fraterno :)
Interesante, mu interesante, me lo he leio toh
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