Necesitamos
convertirnos. Todavía nos falta mucho camino, pero lo importante es no
despreciar e ignorar la Luz. Pueden parecen duras las palabras de Cristo que
podemos leer en el pasaje evangélico de este domingo. Lo curioso es que de todo
lo que se dice en el Evangelio, nos solemos queda con una frase: “Porque no envió Dios su Hijo al mundo para juzgarle, sino
para que el mundo se salve por El” (Jn 3,
17). Curiosamente nos acogemos a esta frase para pensar que ya tenemos
todo ganado y podemos hacer lo que nos plazca. ¿No creemos en Cristo? Pues ya
está. Como somos buena gente, da igual si defendemos el aborto, promocionamos
una vida intrascendente o nos pasamos todo el día buscando nuestro propio
provecho. Es conveniente leer todo el Evangelio y no sólo los trocitos que nos
tratan bien. Vemos lo que nos dice San Gregorio sobre este pasaje evangélico:
En el último juicio algunos no serán juzgados y perecerán. De éstos se
dice aquí: "El que no cree ya está juzgado", pues entonces no
será discutida su causa, porque ya se presentarán delante del severo juez con
la condenación de su infidelidad. Y los que conservan su profesión de fe,
pero carecen de obras, serán mandados a padecer. Mas los que no
conservaron los misterios de la fe no oirán la increpación del juez en su
último examen, porque prejuzgados ya en las tinieblas de su infidelidad, no
merecerán oír la reconvención de Aquél a quien despreciaron. Y sucede también
que un rey de la tierra, o el que rige una república, castiga de diferente modo
al ciudadano que delinque en el interior que al enemigo que se rebela en el
exterior. (San Gregorio,
Moralium 26, 24)
Sin duda Cristo no vino a juzgar al mundo, ya que no necesitamos juicio alguno. Dios puede ver directamente dentro de nosotros ¿Qué juicio necesita cuando El puede ver lo que albergamos en nuestro interior? (seguir leyendo)
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