¿Creemos todos lo mismo? Cuantas veces nos damos cuenta que, aunque vayamos a la misma misa y digamos las mismas oraciones, creemos de forma diferente. La pregunta más interesante es ¿Podemos trabajar unidos creyendo de forma diferente? La respuesta es evidente, no es posible.
Más allá de nuestras mezquindades, exclusivismos y relativismos, Cristo se nos ofrece como símbolo de unidad. Él es la Puerta que permite que nos unamos en una única dirección. Si queremos entrar por la Puerta, nuestras visiones personales quedan relegadas a estéticas secundarias. Pasar por la Puerta implica negarnos a nosotros mismos y aceptar caminar juntos.
«En verdad os digo: Yo soy la puerta de las ovejas.» Jesús acaba de abrir la puerta que antes estaba cerrada. Él mismo es esta puerta. Reconozcámosle, entremos, y alegrémonos de haber entrado.
«Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos»...; hay que comprender: «Esos que han venido aparte de mí.» Los profetas llegaron antes de su venida; ¿eran acaso ladrones y bandidos? De ninguna manera, pues ellos no vinieron aparte de Cristo; estaban con él. Él mismo les había enviado como mensajeros, guardando en sus manos el corazón de sus enviados... «Yo soy el camino, la verdad y la vida» dice Jesús (Jn 14, 6). Si “Él es la verdad”, esos que estaban en la verdad, estaban con Él. Por el contrario, esos que vinieron aparte de él son unos ladrones y unos bandidos, porque no vinieron más que para saquear y hacer morir. «A esos tales, las ovejas no los han escuchado» dice Jesús... (Seguir leyendo)