En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba en el principio con Dios. Todas las cosas fueron hechas por medio de Él, y sin Él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En Él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. Y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la comprendieron. Vino al mundo un hombre enviado por Dios, cuyo nombre era Juan. Este vino como testigo, para testificar de la luz, a fin de que todos creyeran por medio de Él. Él no era la luz, sino que vino para dar testimonio de la luz. Existía la luz verdadera que, al venir al mundo, alumbra a todo hombre. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por medio de Él, y el mundo no le conoció. A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Pero a todos los que le recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios, es decir, a los que creen en su Nombre, que no nacieron de sangre, ni de la voluntad de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino de Dios. (Jn 1, 1-13)
El año 2020 ha sido el año de la pandemia de COVID 19. Una pandemia que nos ha llevado a una situación muy especial en todos los órdenes de la sociedad. Cristo, que es el Logos de Dios, ya no es el inspirador de la Vida, ni el Camino ni la Verdad. La Vida es tan sólo un accidente que hay que gestionar mientras dura. No existe camino para los seres humanos, sino una infinita diversidad de senderos. Senderos que cada cual escoge según sus gustos de ideología. ¿Y la Verdad? Pilatos se preguntaba frente a la Verdad, si esta existía. Hoy vivimos inundados en mentiras y falsedades, manipuladas para que la sociedad se ajuste a lo que el sistema socio político desea.
El año 2021 se nos ofrece como el año del "Gran Reinicio" (Great Reset). El año en que todo empezará a cambiar. La sociedad tendrá que cambiar por las circunstancias que desde la OMS nos indican: se producirán más pandemias y tendremos que vivir con normativas que nos impiden acercarnos unos a otros. La virtualización de las relaciones sociales se presenta como una realidad tanto en el mundo del trabajo, como en todo tipo de relaciones humanas. El teletrabajo nos permitirá trabajar desde nuestros domicilios, haciendo que las relaciones sociales se difuminen y las concentraciones urbanas tiendan a reducirse. Mientras, la Iglesia se adhiere a la agenda socio-económica que se propone desde la ONU. sin darse cuenta de lo que conlleva para la vivencia de nuestra Fe.
El Gran Reinicio no es la panacea que nos quieren vender, ya que conlleva control social a todos los niveles. Las enclenques comunidades cristianas actuales, tenderán a difuminarse debido a que las personas nos iremos dispersando y viviendo principalmente a nivel virtual. ¿Estamos preparados para afrontar este reto? Humildemente, pienso que las estructuras eclesiales no están preparadas, sobre todo porque se sostienen en modelos que eran arcaicos en el siglo XIX. En el siglo XXI, las estructuras eclesiales puede ir desapareciendo poco a poco. Ya nos dimos cuenta de esto cuando las vocaciones empezaron a desaparecer, pero pensamos que era sólo algo coyuntural que cambiaría con los años. El Gran Reinicio reducirá más las vocaciones, mientras que los sacerdotes y religiosos serán menos, más ancianos y cada vez más alejados de los laicos. Una de las metas del "Gran Reinicio" es la estandarización de la educación. La educación confesional en escuelas y colegios desaparecerá lentamente porque no interesa que existan diferencias en la creación de los recursos humanos.
Joseph Ratzinger ya nos indicó que el futuro de la Iglesia sería perder su relevancia social:
Demos un paso más. También en esta ocasión, de la crisis de hoy surgirá mañana una Iglesia que habrá perdido mucho. Se hará pequeña, tendrá que empezar todo desde el principio. Ya no podrá llenar muchos de los edificios construidos en una coyuntura más favorable. Perderá adeptos, y con ellos muchos de sus privilegios en la sociedad. Se presentará, de un modo mucho más intenso que hasta ahora, como la comunidad de la libre voluntad, a la que sólo se puede acceder a través de una decisión. Como pequeña comunidad, reclamará con mucha más fuerza la iniciativa de cada uno de sus miembros. (J. Ratzinger Fe y Futuro)
¿Estamos preparando esta Iglesia irrelevante y al mismo tiempo más fiel a Cristo? Todavía no terminamos de darnos cuenta de este tsunami que tenemos a pocos metros de nosotros. Sin duda, el Espíritu Santo será quien provea de fuerza a quienes tengan que sostener las micro comunidades cristianas que irán emergiendo del caos que producirá el "Gran Reinicio" de la sociedad. En estos momentos los fieles parece que hemos perdido toda motivación religiosa.