jueves, 31 de diciembre de 2020

2021, el año del "Great Reset"

 

En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba en el principio con Dios. Todas las cosas fueron hechas por medio de Él, y sin Él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En Él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. Y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la comprendieron. Vino al mundo un hombre enviado por Dios, cuyo nombre era Juan. Este vino como testigo, para testificar de la luz, a fin de que todos creyeran por medio de Él. Él no era la luz, sino que vino para dar testimonio de la luz. Existía la luz verdadera que, al venir al mundo, alumbra a todo hombre. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por medio de Él, y el mundo no le conoció. A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Pero a todos los que le recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios, es decir, a los que creen en su Nombre, que no nacieron de sangre, ni de la voluntad de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino de Dios. (Jn 1, 1-13)

El año 2020 ha sido el año de la pandemia de COVID 19. Una pandemia que nos ha llevado a una situación muy especial en todos los órdenes de la sociedad. Cristo, que es el Logos de Dios, ya no es el inspirador de la Vida, ni el Camino ni la Verdad. La Vida es tan sólo un accidente que hay que gestionar mientras dura. No existe camino para los seres humanos, sino una infinita diversidad de senderos. Senderos que cada cual escoge según sus gustos de ideología. ¿Y la Verdad? Pilatos se preguntaba frente a la Verdad, si esta existía. Hoy vivimos inundados en mentiras y falsedades, manipuladas para que la sociedad se ajuste a lo que el sistema socio político desea.

El año 2021 se nos ofrece como el año del "Gran Reinicio" (Great Reset). El año en que todo empezará a cambiar. La sociedad tendrá que cambiar por las circunstancias que desde la OMS nos indican: se producirán más pandemias y tendremos que vivir con normativas que nos impiden acercarnos unos a otros. La virtualización de las relaciones sociales se presenta como una realidad tanto en el mundo del trabajo, como en todo tipo de relaciones humanas. El teletrabajo nos permitirá trabajar desde nuestros domicilios, haciendo que las relaciones sociales se difuminen y las concentraciones urbanas tiendan a reducirse. Mientras, la Iglesia se adhiere a la agenda socio-económica que se propone desde la ONU. sin darse cuenta de lo que conlleva para la vivencia de nuestra Fe.

El Gran Reinicio no es la panacea que nos quieren vender, ya que conlleva control social a todos los niveles. Las enclenques comunidades cristianas actuales, tenderán a difuminarse debido a que las personas nos iremos dispersando y viviendo principalmente a nivel virtual. ¿Estamos preparados para afrontar este reto? Humildemente, pienso que las estructuras eclesiales no están preparadas, sobre todo porque se sostienen en modelos que eran arcaicos en el siglo XIX. En el siglo XXI, las estructuras eclesiales puede ir desapareciendo poco a poco. Ya nos dimos cuenta de esto cuando las vocaciones empezaron a desaparecer, pero pensamos que era sólo algo coyuntural que cambiaría con los años. El Gran Reinicio reducirá más las vocaciones, mientras que los sacerdotes y religiosos serán menos, más ancianos y cada vez más alejados de los laicos. Una de las metas del "Gran Reinicio" es la estandarización de la educación. La educación  confesional en escuelas y colegios desaparecerá lentamente porque no interesa que existan diferencias en la creación de los recursos humanos.

Joseph Ratzinger ya nos indicó que el futuro de la Iglesia sería perder su relevancia social:

Demos un paso más. También en esta ocasión, de la crisis de hoy surgirá mañana una Iglesia que habrá perdido mucho. Se hará pequeña, tendrá que empezar todo desde el principio. Ya no podrá llenar muchos de los edificios construidos en una coyuntura más favorable. Perderá adeptos, y con ellos muchos de sus privilegios en la sociedad. Se presentará, de un modo mucho más intenso que hasta ahora, como la comunidad de la libre voluntad, a la que sólo se puede acceder a través de una decisión. Como pequeña comunidad, reclamará con mucha más fuerza la iniciativa de cada uno de sus miembros. (J. Ratzinger Fe y Futuro)

¿Estamos preparando esta Iglesia irrelevante y al mismo tiempo más fiel a Cristo? Todavía no terminamos de darnos cuenta de este tsunami que tenemos a pocos metros de nosotros. Sin duda, el Espíritu Santo será quien provea de fuerza a quienes tengan que sostener las micro comunidades cristianas que irán emergiendo del caos que producirá el "Gran Reinicio" de la sociedad. En estos momentos los fieles parece que hemos perdido toda motivación religiosa.

La sacralidad tendrá que reconvertirse para permitir que los fieles tengamos acceso a los sacramentos. Quizás no sea tan fácil recibirlos en un futuro cercano. De hecho, la Confesión casi ha desaparecido, la Eucaristía se reduce por la falta de sacerdotes, las parejas ya casi no reciben el sacramento del matrimonio, los niños cada vez se bautizan menos, la unción de enfermos no abunda. Ya vivimos el inicio del "Gran Reinicio" y no terminamos de darnos cuenta de ello. Seguramente el 2021 sea un año en el que tendremos que luchar para generar un cambio de actitud dentro de la Iglesia. 

Que tengan un año 2021 lleno de bendiciones y no olviden que la santidad les espera en cada segundo de su vida.





martes, 10 de noviembre de 2020

La seducción se ha convertido en el motor del mundo

 


Hace tiempo que no escribo algo sustancial en este blog. Tengo que confesar que todo lo que nos rodea se ha ido convirtiendo en intrascendente a marchas forzadas. Cuando todo es intrascendente, la transcendencia, que palpita en nuestro ser, tiende a enquistarse para sobrevivir a tantas noticias fake y acontecimientos sin sentido alguno. En resumen, escribir un blog que se centra el Misterio Cristiano como centro de la transcendencia, llega a parecer inadecuado frente al silencio místico que todo lo contiene.

¿Qué me ha hecho empezar a escribir una nueva entrada? Un artículo que no tiene nada de trascendente, pero que dibuja perfectamente la intrascendencia tanto de la sociedad, como de las comunidades cristianas actuales: "La seducción se ha convertido en el motor del mundo". Este artículo habla del libro ‘Gustar y emocionar’, que ha publicado el sociólogo francés ,Gilles Lipovetsky. Gilles es uno de los grandes analistas del presente hipermoderno y como tal describe claramente los aspectos que vacían a nuestra sociedad y a nuestro comportamientos postmodernos. Comparto una de las respuestas a la entrevista que le han realizado al autor:

La individualización ha roto los encuadramientos colectivos. Uno antes pertenecía a un colectivo de trabajo, de barrio, de religión, lo que sostenía a individuos que vivían en condiciones difíciles, tenían una suerte de seguridad interior. Hoy tenemos libertad, podemos cambiar de oficio, mujer, religión, la vida privada es libre, pero los individuos han devenido extremadamente frágiles, lo vemos con los intentos de suicidio, el estrés, las depresiones, las adicciones. Hay una fragilización de la vida individual que hace que lo que vivimos se convierta en problemático. Los padres no están seguros de cómo educar a los niños, se informan, leen libros, se preguntan si son buenos. La alimentación igual, es bueno para la salud, no... La sociedad de seducción ha permitido más libertades, pero esa autonomía individual tiene un precio fuerte, que es la fragilidad psíquica. No hay que condenarla, sino de nuevo enriquecerla.

Antes teníamos y valorábamos el sentido de la pertenencia. Pertenecer significaba solidez y apoyo mutuo. Ya esto no es así. Las pertenencias son flexibles, maleables o incluso, meramente ilusorias. Fijémonos, por ejemplo, cuántas formas existen de ser "católico" y lo complicado que es convivir en fraternidad con otros "católicos". Les pongo otro ejemplo. La historia nos habla de cismas religiosos como rupturas de la homogeneidad de pertenencia y obediencia. Los cismas ocurrían cuando los gobernantes rompían la homogeneidad religiosa, apoderándose de todos los fieles que estaban bajo su mandato. Hoy en día no puede haber cismas como los antiguos, ya que los gobernantes no tienen potestad religiosa sobre sus gobernados. Aunque haya decenas o centenas de grupo católicos contrapuestos y enfrentados unos a otros, no habrá cisma en el sentido antiguo. Cada uno de nosotros podemos vivir una religión totalmente personal sin que haya problemas sociales en ello. Las comunidades católicas se vacían y a veces hasta hay quienes lo agradecen porque esto genera menos tensiones internas y problemas externos. Si una persona se aleja, hay quienes se sienten aliviados antes que preocupados.

Como dice Gilles, vivimos en una sociedad de seducción. Una sociedad en la que las apariencias y los simulacros tienen valor en cuanto son capaces de arrastrar a más personas durante cierto tiempo. Esto ha llegado hasta a la evangelización por medio de líderes evangelizadores en las redes sociales. Líderes que intentan seducir con las apariencias que se estilan en cada momento. Según las apariencias valoradas cambian, unos evangelizadores crecen en seguidores y otros menguan en los mismo. Qué hubiera sido de Cristo si se hubiera preocupado por el número de seguidores y de likes que tuvo en cada momento.

Gilles señala que la seducción continua no nos llevará lejos y plantea emplear al seducción (marketing y venta de apariencias) como forma de devolver algo de sustancialidad a la sociedad:

Tenemos como ideal viajar, comprar marcas, distraernos... No es espantoso, pero no está a la altura de una sociedad humanista que debe darse también otros ideales que no sean gustar por la apariencia y ser seducido por las mercancías. En la escuela se deben ofrecer otros modelos, que no sean de pura seducción. Ahí están la cultura, el pensamiento crítico, el arte, para que los niños busquen en la vida otras cosas que técnicas de seducción. Dar de nuevo el sentido del esfuerzo, el trabajo y la innovación, la formación de la inteligencia. No se puede esperar todo de la seducción. Mostrar que por el trabajo y el esfuerzo las personas pueden realizar cosas que les pueden satisfacer. No todo puede ser divertido todo el rato. Es un mito. Hay que repensar la educación, el sentido de la cultura, de la empresa y la vida económica. Utilizar la seducción para hacer evolucionar nuestra relación con ella. Hoy no funciona de forma satisfactoria. Debemos proponer a las generaciones futuras objetivos dignos ecológicos, sociales, culturales, artísticos, morales.

Es evidente que podemos usar los caramelos para que se nos llenen de caries los dientes o como motivador para hacer algo productivo. ¿El fin justifica los medios? ¿Nos contentamos con un bien menor porque al menos es un pequeño bien y cuesta menos que un gran bien? En la Iglesia nos sucede justamente lo mismo. Justificamos los medios porque buscamos fines buenos. Nos contentamos con que una parroquia no se cierre, antes que conformar una verdadera comunidad cristiana. En una sociedad e iglesia llena de grupúsculos inestables y enfrentados, quien intenta mantenerse sobre la Roca resulta despreciable. Quien intenta generar una comunidad sobre la Roca, es un peligro para el sistema.

¿Qué pasará con todo esto con la crisis pandémica del COVID? Gilles nos dice:

¿La Covid-19 nos cambiará? No. Acelerará lo que ya estaba en marcha. Teletrabajo, compras online, teleeducación, telemedicina.. En cuanto al apetito de distracción, consumo, divertimento, no. Este verano cuando las medidas de confinamiento se suprimieron todo volvió a ser como antes. Se comprará más con el smartphone y habrá más teletrabajo pero no pondrá fin a la sociedad de hiperconsumo.

La Iglesia tiene un gran desafío delante. La virtualización de las relaciones humanas va a incrementar el valor de todo lo que nos haga distraernos de la terrible soledad que ya sufrimos. La religión ya está siendo adecuada a estas circunstancias, incrementando lo que nos separa a unos de otros. Cada cual ve la misa que le gusta y escucha el sermón que le motiva. Compartimos en las redes intentando que llegar a más y más personas. Puedo indicar que desde que se inicio la crisis COVID, los perfiles/grupos Católicos de FB están sometidos a un tipo de SPAM católico que hace años sería sorprendente. Hace 40 años, cada cual vivía la Liturgia de su entorno inmediato. Ahora, asistimos a la representación litúrgica que más nos gusta. Podríamos incluso llegar a vivirla en un entorno 3D casi real, por medio de las herramientas que ya existen. ¿Y la comunidad? Alguno ya se pregunta ¿Para qué una comunidad cuando cada uno de nosotros se sirve el plato religioso que mejor la va?

¿Podemos luchar contra los vientos sociales de la época en que vivimos? Sin duda no es posible ir más allá del un aislamiento que cada cual elija. Pero Dios sacar bien hasta el peor de los males. Nos lo demostró en la redención. ¿Qué nos queda ahora por hacer? Reflexionar y ponernos en manos de Dios. Él sabrá guiarnos hacia donde Él quiere que nos movamos. Ya consumimos religión. En el futuro esto irá a más.


martes, 1 de septiembre de 2020

El silencio permite escuchar a Cristo, que es el verdadero y único Maestro

San Pedro Martir invitando al silencio. (Fra Angelico)

Vivimos en la sociedad del ruido. Tenemos ruido de todo tipo: mediático, ambiental, mental, emocional, volitivo, intelectual, relacional, social, etc. Nada es estable, todo cambia según lo que en cada momento interesa. No nos damos tiempo, porque el tiempo no tiene sentido hoy en día. Estamos tan saturados de plazos que cumplir, pero carecemos de tiempo para ser. Todo se ajusta a nuestros intereses. No hay espacio para el diálogo. Todo termina en debate de pasiones e ideologías,  porque el ruido comunicativo nos entumece la capacidad de entendernos. Queremos respuestas rápidas que nos permitan aceptar o rechazar a quien tenemos delante. Lo de menos es entendernos entre nosotros, ya que se prioriza gritar más que el "otro". La amistad desaparece porque imperan las complicidades puntuales. Esto sucede en cualquier entorno social. Abunda incluso entre aquellos que se etiquetan a sí mismos de "tradicionales". El silencio y la humildad no tienen espacio entre nosotros. Lo que nos importa es la fidelidad ideológica de la que hacemos gala. Ya no adoramos a Cristo, sino a las apariencias sociales que tanto valoramos (y adoramos). ¿Dónde ha quedado el humilde silencio que debería ir siempre con nosotros?

Si os mantenéis en silencio, podréis oír. No encuentra lugar para sí la sabiduría donde no existe paciencia. Quien habla soy yo, pero quien os instruye es Dios; yo hablo, pero Dios os enseña. En efecto, no se ha proclamado dichoso a aquel al que enseña el hombre, sino a quien instruyes Tú, Señor. Yo puedo plantar y regar, pero es asunto de Dios el dar el crecimiento (1Co 3,7-11). Quien planta y riega, actúa desde el exterior; quien da el crecimiento enriquece interiormente. ¡Cuán difícil, cuán oscuro, cuán lleno de peligros si no se entiende o se entiende mal es el texto leído de la carta del santo Apóstol ... (San Agustín. Sermón 153, 1)

Creemos que somos quienes creamos la realidad social que nos rodea. Muchas personas viven para enfrentarse, porque creen que son ellos los responsables de cambiar el mundo. Como si Dios no existiera. Como si Dios estuviera tan lejos que no se interesara por nosotros. Como bien indica San Agustín, refiriéndose a un pasaje de San Pablo, nosotros plantamos y regamos, pero es Dios quien hace crecer. Si no crece nada de lo que plantamos y regamos, ¿No será Voluntad de Dios evidenciar que le hemos olvidado? Nada germina cuando se plantan piedras. Nada crece cuando se riega con carbones encendidos. ¿Cómo va a crecer algo si llenamos de ruido nuestro entorno? 

Lo dice claramente San Agustín: La Sabiduría no existe sin paciencia. En la era de la "inmanencia comunicativa inmediata" no queda espacio para el silencio, la paciencia o la humildad. ¿Humildad? Pero si todos nos presentamos a nostros mismos como "maestros" y "soberanos". Maestros y soberados de la loseta donde estamos de pié en cada momento. Creemos y queremos ser los más grandes y sabios de la loseta que reclamamos en propiedad. El marketing nos enseña cómo hacer ruido para atraer engañando con todo tipo de simulacros. Necesitamos que las gentes nos miren un segundo y así sentirnos maestros de quienes hemos llamado su atención. Después nos preguntamos la razón por la que la humanidad parece sorda. El ruido socio-comunicativo nos convierte en sordos apáticos. ¿Crecerá algo regando con carbón encendido y plantando piedras? ¿Para qué queremos ser maestros sí el único verdadero Maestro es Cristo?

Pero vosotros no queráis que os llamen Rabí; porque uno es vuestro Maestro, Cristo, y todos vosotros sois hermanos. [...] Ni seáis llamados maestros; porque uno es vuestro Maestro, Cristo. (Mt 23, 8-12)

Volvamos al texto de San Pablo al que se refiere San Agustín [1]. Cada uno de nosotros debe trabajar en la viña del Señor humildemente. En la medida que lo que construimos sea por Voluntad de Dios, germinará. En la medida que nuestros esfuerzos generen discordias, maltrato, indiferencia, desprecio, estamos destruyendo, no construyendo. "Si el Señor no edifica la casa, En vano trabajan los que la edifican" (Sl 127, 1). Si nada crece, no conseguiremos mejorarlo haciendo más ruido. Ruido que sólo genera dolor e indiferencia.

Las jerarquías humanas son herramientas que deben servir a Dios en silencio, humildad, discreción y caridad. Las estructuras sociales que germinan y crecen, parten de semillas de humilde fraternidad entre nosotros. Fraternidad de bautizados que trabajamos unidos en aquello que la Voluntad de Dios hace crecer. Olvidemos los escalafones creados para que podamos elevarnos sobre los demás. En estos tiempos de pandemia y lejanía social, nos damos cuenta del desamparo en el que nos hemos acostumbrado a vivir. Tenemos los mejores medios de comunicación y al mismo tiempo la soledad nos carcome. ¿Qué nos hace tener miedo y atacar para creernos más seguros?

Silencio. Busquemos la discreción humilde que nos permite servir a Cristo. Sólo en silencio, podremos escuchar al Maestro y aprender de Él.


---oOo---

[1] Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento. Y el que planta y el que riega son una misma cosa; aunque cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor. Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios. Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como sabio arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima; pero cada uno mire cómo sobreedifica. Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo (1Co 3,7-11)


martes, 18 de agosto de 2020

La verdadera fraternidad cristiana

 

Cuando nos acercamos a ruinas de edificios antiguos, es frecuente ver que la estructura más estable son los arcos, que permanecen firmes aunque otras ya se hayan derrumbado. ¿Qué hace que los arcos tengan este comportamiento? Están compuestos por piedras que reposan unas sobre otras, siendo la clave de la solidez el peso de cada una de ellas. Para que el arco sea estable, el elemento crucial es la piedra más alta, que suele llamar "Clave de Bóveda" o "Piedra Angular". Su peso se transmite a todas las restantes y se suma al peso de cada una de ellas. Si la Piedra Angular permanece estable, el arco no se derrumbará. 

Podemos tomar el arco como símbolo de la Fraternidad Cristiana. La Piedra Angular es Cristo, cuyo peso (Gracia) recae sobre todas las piedras, empezando por las que están más altas. Si una de las piedras deja de aceptar el peso de las previas, el arco se derrumbará rápidamente. Si todas las piedras son capaces de dar y recibir la Gracia de Cristo, a la que suman su voluntad unívoca, el arco permanecerá en pié desafiando la gravedad de la sociedad que le rodea.

Es interesante seguir sacando analogías del símbolo del arco, ya que nos enseña muchos aspectos que no llegamos a tener en cuenta en nuestros intentos de comunidad. Podemos leer un breve texto que escribió el entonces teólogo Joseph Ratzinger, ahora Papa Benedicto XVI:

Es importante observar que ni Pablo ni ningún otro autor neotestamentario funda la fraternidad cristiana en el nuevo nacimiento, en contraste con lo que pensaban las religiones mistéricas. Esta es ciertamente una perspectiva posible en la configuración global de la forma de pensar del Nuevo Testamento, que luego encontraremos también en los Padres, pero que el Nuevo Testamento en cuanto tal no formula. Puede considerarse una casualidad, mas el juicio que tiene el Nuevo Testamento sobre el modelo de religión no es irrelevante. Esto significa, por tanto, que ni Pablo ni ninguna otra tradición neotestamentaria comprendió la como unidad cristiana naciente en analogía con una asociación mistérica. Ella no se entiende a sí misma en analogía con las asociaciones mistéricas más o menos privadas, sino en analogía con el pueblo de Israel y con la humanidad. Pretende ser el verdadero Israel y el germen de la nueva humanidad. A partir de esta pretensión es desde donde hay que entender su nueva fraternidad.

Con lo que hemos dicho hasta ahora queda ya claro que el viejo problema de la idea de fraternidad, a saber, el de los dos ámbitos de la conducta ética, se plantea de nuevo a partir de Pablo. Como ya hemos visto, a pesar de la supresión de barreras y del universalismo, el concepto de fraternidad no se generaliza por completo. Todos los hombres pueden ser cristianos, pero sólo es hermano el que realmente lo es. La repercusión de esta situación se observa en la terminología ética del Apóstol. La actitud de amor ha de ser para con todos los hombres, pero el "amor fraternal" sólo para con el hermano, para con el cristiano que es como uno. (Joseph Ratzinger. La Fraternidad de los Cristianos.  Hermano» en el cristianismo. P. 53)

A veces me he encontrado con personas a las que no les gusta nada la palabra "fraternidad". Me dicen que les suena a masonería y que prefieren la palabra comunidad. Yo les he comentado que pueden existir y existen, muchas comunidades donde no existe amor fraterno. Comunidades que tienen en común intereses que no se adecuan a lo que Cristo nos señala. En estas pseudo-comunidades, la unidad se fundamenta en la complicidad, no en una verdadera amistad fraterna. Toda fraternidad es comunidad, pero no toda comunidad es fraternidad.

En el texto anterior podemos leer que el modelo de fraternidad cristiana no se ajusta un modelo mistérico. El modelo de fraternidad de las religiones mistéricas es diferente, ya que tiene un sentido exclusivista, secreto y cómplice. La fraternidad cristiana es abierta, transparente y fundada en el amor (caridad) mutuo. Si un "hermano" se equivoca y hace algo indebido, se busca entender su postura y sanar lo que haya podido suceder. No nos rechazamos porque hayamos "infringido" una norma escrita o no escrita. Se parte del conocimiento y convencimiento de que todos fallamos y en el error necesitamos aún más caridad. La comunidad que señala la puerta a un hermano, tiene más de gueto que de fraternidad. Los guetos terminan por desaparecer, ya que Cristo no es la Clave de Bóveda.

Pero como indica con clarividencia Joseph Ratzinger, lo que nos une es la hermandad que procede del bautismo que todos hemos recibido. La caridad fraterna supera con creces la caridad humana que tanto valoramos actualmente. ¿Puede equivocarse una comunidad cristiana? Sí, lo puede hacer. Pero siempre está a tiempo de volver a acercarse a quien ha herido y ofrecer una mano a quien necesita de ella. En esto vemos claramente la diferencia entre las fraternidades mistéricas y la verdadera Fraternidad Cristiana. ¿Por qué? Porque la Piedra Angular que sostiene el arco debe ser Cristo y no los intereses sociales, políticos o grupales. Todas las piedras deben aceptar el peso (Gracia) que genera solidez desde Cristo hasta las piedras que cimientan el arco.

miércoles, 29 de julio de 2020

Belleza, sencillez y trascendencia. Beauty, simplicity and transcendence.



Estamos acostumbrados a entender la belleza se une a lo complejo, pero la verdadera belleza reside en lo sencillo. ¿Por qué? Porque lo sencillo permite ver allá de las apariencias del mundo, los brillos de oro y retorcidos adornos. Nos permite cerrar los ojos y buscar en nosotros esa belleza que no necesita de shows mediáticos. Entonces, veremos que llevamos con nosotros la imagen de Dios. Entonces, podremos ver esta Divina Imagen en nuestro prójimo.

We used to understand beauty meets complexity, but the true beauty lies in simplicity. Why? Because the simple allows one to see beyond the appearances of the world, gold sparkles and twisted ornaments. It allows us to close our eyes and look for in us that beauty that does not need shows in the media. Then we will see that we carry with us the image of God. So, we can see this divine image in our neighbour.
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...