"Yo estoy a la puerta y llamo; si alguien oye Mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo" (Ap 3, 20)
Es verano y el calor nos ayuda a reflexionar con tranquilidad sobre lo que, durante el resto del año, casi no nos fijamos. ¿Por qué el Misterio Cristiano va perdiendo relevancia según pasan los años? Durante el Pontificado de BXVI, que Dios lo tenga en su gloria, el Misterio pareció revivir de forma milagrosa. Al menos se detuvo la caída que padecía desde los tiempos de la Revolución Francesa.
En un sentido trascendente, el término "Misterio" se refiere a aquellas realidades que están más allá de la comprensión superficial, cotidiana y puramente evidente. El Misterio está asociado con aspectos profundos y ocultos de la existencia, la espiritualidad, la fe y la realidad. Para darnos cuenta del sentido del Misterio en el contexto actual, es necesario atender a las siguientes consideraciones:
Revelación personal: Los misterios a menudo están relacionados con experiencias de revelación personal y espiritual. Aquí, el individuo puede sentir que ha obtenido una comprensión directa e íntima de una verdad profunda que trasciende el conocimiento convencional.
Profundidad de conocimiento: Los misterios representan un nivel más profundo de conocimiento que no puede ser completamente capturado o explicado por las formas tradicionales de pensamiento o lógica. Estos conocimientos a menudo se transmiten a través de enseñanzas secretas, simbolismo y experiencias personales de revelación.
Simbolismo y alegoría: Los misterios a menudo se expresan a través de símbolos, analogías y alegorías que requieren una interpretación más allá de su significado literal. Un ejemplo son las parábolas. "El Reino de los Cielo es como..." nos permite entender de forma simbólica y alegórica, aquello que se nos hace imposible de entender por evidencias. Los Sacramento también se denominaban antes como Misterios, ya que exceden nuestra capacidad de comprensión y nos religan con Dios. Los símbolos pueden ayudar a hacer vivo aquello que es difícil de comunicar de manera directa.
Unión con Dios: En la Tradición Apostólica encontramos que los Misterios están relacionados con el deseo de unión con lo Divino, lo Trascendente. Acercarnos a los Misterios nos ayuda a tener más conciencia de lo que conecta, religa, con lo que está más allá de la realidad cotidiana.
Transformación personal: La exploración de los misterios a menudo conlleva un proceso de conversión profunda. Se trata de dejar que la Gracia de Dios haga el milagro de la transformación personal y espiritual. Al comprender y experimentar aspectos lo trascendente, las personas pueden experimentar cambios en su percepción, valores y sentido de propósito. Pero esto no ocurre por la "fuerza" personal, sino por la Gracia del Espíritu.
Exploración de la naturaleza de la realidad: Los Misterios también pueden involucrar preguntas profundas sobre la naturaleza de la realidad, la existencia y el propósito de la vida. Estas cuestiones a menudo desafían los paradigmas convencionales y pueden llevar a una comprensión más amplia de la realidad. Una realidad que padecemos sin llegar a comprender lo que hay tras ella.
Dicho todo esto, es necesario indicar que es complicado encontrar grupos o personas, que cultiven esta profunda devoción por los Misterios Cristianos. Lo normal es que seamos ignorados por las dos tendencias extremas: el tradicionalismo y el progresismo. No somos útiles para sus intereses humanos, por lo que no le llegamos a importar. Como pocos, casi nadie. No representamos peligro para el "status quo" del poder estructural eclesial.
En resumen, los Misterios representan conocimientos y experiencias que van más allá de lo superficial, cotidiano y lo evidente. Estos Misterios pueden estar relacionados con aspectos profundos de la existencia, la espiritualidad, la fe y la conciencia, y su búsqueda puede llevar a una mayor comprensión de la naturaleza de la realidad y la conexión con Dios. Nos ayudan a estar en "sintonía" con la melodía de la creación. Somos pocos, pero no dejamos que la llama de la lámpara se apague.
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