sábado, 23 de mayo de 2009

Las definiciones que se dan de Dios son inadecuadas. Sacramentos.

Dice Juan el apóstol, refiriéndose al invisible e inexpresable seno de Dios: «A Dios nadie le vio jamás, pero el Dios unigénito, el que está en el seno del Padre, éste lo explicó» (Jn 1, 18ss).

Por eso algunos lo llamaron abismo, pues aunque abarca y contiene en su seno todas las cosas, es ininvestigable e interminable. Que Dios es sumamente difícil de aprehender se muestra en el discurso siguiente: Si la causa primera de cualquier cosa es difícil de descubrir, la causa absoluta y suprema y más originaria, siendo la causa de la generación y de la continuada existencia de todas las demás cosas, será muy difícil de describir. Porque ¿cómo podrá ser expresable lo que no es ni género, ni diferencia, ni especie, ni individuo, ni número, así como tampoco accidente o sujeto de accidentes? No se le puede llamar adecuadamente «el Todo», porque el todo se aplica a lo extenso, y él es más bien el Padre del todo. Ni se puede decir que tenga partes, porque lo Uno es indivisible, y por ello es también infinito, no en el sentido de que sea ininvestigable al pensamiento, sino en el de que no tiene extensión o limites. Como consecuencia, no tiene forma ni nombre. Y aunque a veces le demos nombres, éstos no se aplican en sentido estricto: cuando le llamemos Uno, Bien, Inteligencia, Ser en sí, Padre, Dios, Creador, Señor, no le damos propiamente un nombre, sino que, no pudiendo otra cosa, hemos de usar estas apelaciones honoríficas a fin de que nuestra mente pueda fijarse en algo que no ande errante en cualquier cosa.

Cada una de estas denominaciones no es capaz de designar a Dios, aunque tomadas todas ellas en su conjunto muestran la potencia del Omnipotente. Las descripciones de una cosa se dicen con referencia a las cualidades de la misma, o a las relaciones de ésta con otras: pero nada de esto puede aplicarse a Dios. Dios no puede ser aprehendido por ciencia demostrativa, porque ésta se basa en verdades previas y ya conocidas, pero nada es previo al que es inengendrado. Sólo resta que el Desconocido llegue a conocerse por gracia divina y por la Palabra que de él procede. Lucas, en los Hechos de los Apóstoles, recuerda que Pablo habló de este modo: «Atenienses, veo que vosotros sois, por todos los conceptos, los más respetuosos de la divinidad. Pues al pasar y contemplar vuestros monumentos sagrados, he encontrado también un altar en el que estaba grabada esta inscripción: "Al Dios desconocido". Pues bien, lo que adoráis sin conocer, eso os vengo yo a anunciar» (Hch 17, 22-23). (
Clemente de Alejandría, Stromata, 5, 81,2-82,4)

Dios solo puede ser conocido por medio de la Gracia Divina y de la Palabra que de Él procede. Esta afirmación de Clemente define sin duda que todo intento de acceder a Dios por nosotros mismos está condenado al fracaso. Solo Dios puede revelarse a nosotros.

Dios excluye cualquier demostración o definición que provenga de nosotros. Pero Dios se manifiesta en la creación y esa manifestación nos permite conocerle. La naturaleza forma parte del domino sagrado cuando nos da noticia de Dios. Dios también se manifiesta por medio de la Palabra, de Jesús, por lo que podemos también obtener noticia de Dios gracias a todo lo que Jesús nos legó. Las escrituras se muestran como parte importante de lo sagrado.

¿Dónde más podemos buscar a Dios? Lo podemos buscar en la Gracia que nos dona a cada uno de nosotros. Esta gracia constituye en si misma una impresionante teofanía, una manifestación de Dios. La gracia se recibe de muchas formas pero es mediante los sacramentos como más fácilmente anida en nosotros:

Recuerda, pues, que has recibido el signo espiritual, el Espíritu de sabiduría e inteligencia, el Espíritu de consejo y de fortaleza, el Espíritu de conocimiento y de piedad, el Espíritu de temor santo, y guarda lo que has recibido. Dios Padre te ha marcado con su signo, Cristo Señor te ha confirmado y ha puesto en tu corazón la prenda del Espíritu (San Ambrosio de Milán, Los Misterios. 7,42)


¿Pero qué es un sacramento y cómo nos comunica con Dios?


La dimensión simbólica es la puerta de acceso a la sacramentalidad cristiana: "El simbolismo sacramental, al menos en su estado rudimentario, se remonta en definitiva a los orígenes de la Iglesia. Su aparición, muy primitiva, explica en gran medida el uso de la palabra mysterion que sirve para designar los ritos cristianos". Estos "ritos cristianos" tienen por finalidad la celebración del misterio de Cristo y, en concreto, el misterio de la muerte y de la resurrección de Jesús, Señor, dentro de la Fe cristiana. Estos ritos consisten en oraciones, lecturas y acciones litúrgicas simbólicas, las cuales sólo llegan a conocer ya comprender los iniciados. (Josep M Rovira Belloso, Los sacramentos, símbolos del espíritu)

Por medio de esa gracia conocemos personalmente a Dios y nos unimos a El… unir y conformar una unidad trascendente es la principal característica que define al símbolo sagrado, por lo tanto los sacramentos son símbolos sustanciales de Dios. Además, si ampliamos el símbolo hasta nosotros mismos, nos hacemos también símbolos de Dios.

Quizás sea San Ireneo de Lyon el Padre de la Iglesia que más ha profundizado en el sentido de comunicación y unión con Dios que contienen los sacramentos:

Dispuso Dios en su sabiduría revelarse a sí mismo y dar a conocer el misterio de su voluntad, mediante el cual los hombres, por medio de Cristo, Verbo encarnado, tienen acceso al Padre en el Espíritu Santo y se hacen consortes de la naturaleza divina.

Dios, que "habita una luz inaccesible" (1 Tm 6,16) quiere comunicar su propia vida divina a los hombres libremente creados por él, para hacer de ellos, en su Hijo único, hijos adoptivos (cf. Ef 1,4-5). Al revelarse a sí mismo, Dios quiere hacer a los hombres capaces de responderle, de conocerle y de amarle más allá de lo que ellos serían capaces por sus propias fuerzas.

El designio divino de la revelación se realiza a la vez "mediante acciones y palabras", íntimamente ligadas entre sí y que se esclarecen mutuamente. Este designio comporta una "pedagogía divina" particular: Dios se comunica gradualmente al hombre, lo prepara por etapas para acoger la Revelación sobrenatural que hace de sí mismo y que culminará en la Persona y la misión del Verbo encarnado, Jesucristo
. (
Sobre San Ireneo de Lyón, tomado de la web: http://www.conocereisdeverdad.org/website/index.php?id=5105 )


Aunque para muchos, los sacramentos son solo signos que dan noticia de la presencia de Dios, es necesario ser conscientes de que contienen algo más la información de esta presencia. Mediante los sacramentos podemos “sintonizamos” con Dios y así predisponernos a actuar en sinergia con todo lo que nos rodea, para beneficio del plan de Dios.

Por esta razón la confesión y la eucaristía han sido la columna de apoyo de gran cantidad de santos y virtuosos en la historia de la Iglesia. Y por la misma razón, estos sacramentos deberían ser columna de apoyo para cada uno de nosotros.

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