sábado, 13 de junio de 2009

Corpus Christi

Por estas fechas se celebra en España y en el mundo la fiesta del Cuerpo del Señor, la fiesta de la Eucaristía.

La palabra eucaristía proviene del griego y significa “acción de gracias”. Al hecho de participar en la eucaristía le llamamos comunión, ya que entendemos que este sacramento no une con Dios por medio de Cristo y además nos une entre si como Iglesia. El eucaristía una conmemoración y un sacrificio. Jesús no pidió que utilizáramos este sacramento para conmemorar su sacrificio y además nos dejó claro el significado y el simbolismo este acto.

He decidido traer un par de breves reseñas que San Agustín sobre el tema. El primero es quizás donde más claramente nos explica como el interpretaba el sacramento eucarístico:

"Tal vez surja en alguno esta idea: ¿cómo puede ser que este pan sea su cuerpo y este vino su sangre? Estas cosas, hermanos míos, llámanse sacramentos, porque una cosa dicen a los ojos y otra a la inteligencia. Lo que ven los ojos tiene apariencias corporales, pero encierra una gracia espiritual. Si queréis entender lo que es el cuerpo de Cristo, escuchad al apóstol. Ved lo que les dice a los fieles: vosotros sois el cuerpo de Cristo y sus miembros (1 Co 12,27). Si, pues, vosotros sois el cuerpo y los miembros de Cristo, lo que está sobre la santa mesa es un símbolo de vosotros mismos, y lo que recibís es vuestro mismo misterio ("mysterium vestrum in mensa dominica positum est, mysterium vestrum accipitis"). Vosotros mismos lo refrendáis así al responder: amén. Se os dice: he aquí el cuerpo de Cristo. Y vosotros contestáis: amén, así es. Sed, pues, miembros de Cristo para responder con verdad: amén... Sed lo que veis y recibid lo que sois ("estote quod videtis et accipite quod estis"). Tal es el modelo que nos ha dado N.S.J.Cristo. Así es como quiso unimos a su persona y consagró sobre su mesa el misterio simbólico de la paz y de la unión que debe reinar entre nosotros ("mysterium pacis et unitatis nostrae in sua mensa consecravit") (San Agustín. Sermón 272: cf. Solano, II, 210-211).

Quizás alguno pueda pensar que San Agustín interpretaba la presencia de Cristo como nosotros interpretamos lo simbólico hoy en día. No es así y esto se puede leer este otro texto:

"Ese pan que veis en el altar, santificado por la palabra de Dios, es el cuerpo de Cristo ("sanctificatus per verbum Dei, corpus est Christi"). Ese cáliz, o más bien, lo que contiene ese cáliz, santificado por la palabra de Dios, es la sangre de Cristo. En esta forma quiso N.S. Jesucristo dejarnos su cuerpo y su sangre, que derramó por nosotros, en remisión de nuestros pecados" (San Agustín. Sermón 227: cf. Solano, II, 204).
Para San Agustín el sentido de lo simbólico era diferente a lo que nosotros interpretamos cotidianamente. El sacramento tiene un significado y este significado nos lo dice Jesús claramente con el sentido imperativo de sus palabras: “Haced esto en conmemoración mía”. El significado es el recuerdo de su sacrificio y el sentido que tuvo para nosotros. Revivir el sacrificio es actualizarlo continuamente y hacerlo nuestro.

El simbolismo lo podemos encontrar claramente en las propias palabras de la consagración. Nótese que consagración significa hacer sagrado, crear unión con Dios por medio de la liturgia en su conjunto. Cristo dijo que le pan era su cuerpo y que el vino era su sangre. Tras de decirlo compartió cada especie con los apóstoles. Se compartió, se dono, se interiorizó a si mismo en los presentes. Podríamos decir que se hizo sacrificio antes de padecerlo realmente. Es importante el hecho temporal y su superposición de todo el sentido de la fiesta pascual judía.

Pero el sentido simbólico no se agota en una representación cognitiva de un hecho. El acto va más allá de que reconozcamos un signo sagrado que se nos presente, más allá de que comprendamos que este signo nos una con el sacrificio de cristo. El simbolismo rompe las barreras del tiempo y el espacio profanos para actualizar realmente el sacrificio de Cristo en cada eucaristía de manera sagrada. El pan deja de ser pan para ser el cuerpo de Cristo y el vino deja de ser vino para ser la sangre de Cristo. Igual que Cristo se dio a sus apóstoles, se nos dona a nosotros para conformar la Iglesia como cuerpo místico en al tierra.

Tendríamos que saltar a San Ambrosio de Milán para entender como el significado y simbolismo de los sacramentos se ajusta y superpone a las escrituras. Tendríamos que leer todo el breve tratado sobre los Sacramentos para darnos cuenta de la profundidad del simbolismo sacramental. De todas formas intentaremos entresacar algunos párrafos espacialmente interesantes:

Quizá digas: «Yo veo otra cosa: ¿cómo afirmas que recibo el Cuerpo de Cristo?». Esto es lo que nos falta aún por probar. ¡Cuántos, en verdad, son los ejemplos que utilizamos para probar que esto no es lo que la naturaleza ha producido, sino lo que la bendición ha consagrado; y que mayor es la fuerza de la bendición que la de la naturaleza, pues por la bendición se cambia la misma naturaleza!. (San Ambrosio. Tratado sobre los Misterios 50)

Lo afirma el mismo Señor Jesús: Esto es mi cuerpo (Mt 26,26). Antes de la bendición con las palabras celestiales se le llama con otro nombre; después de la consagración significa Cuerpo. El mismo Jesús dice que es su sangre. Antes de la consagración se llama otra cosa; después de la consagración se denomina Sangre. Y tú dices: «Amén», es decir, «Es verdad». Lo que habla la boca, reconózcalo la mente en su interior; lo que la palabra pronuncia, que lo reafirme el corazón. (San Ambrosio. Tratado sobre los Misterios 54)

Con estos sacramentos, pues, alimenta Cristo a su Iglesia; con ellos se corrobora la sustancia del alma y, con razón, viendo el progreso de la gracia que contiene, … Con ello significa que en ti debe permanecer sellado el misterio, que no sea violado por las obras de una vida mala, ni la castidad por el adulterio, ni que se divulgue entre aquellos a quienes no conviene, ni se esparza con gárrula locuacidad entre los pérfidos. Buena debe ser, pues, la custodia de tu fe, a fin de que permanezca incólume la integridad de la vida y del silencio. (San Ambrosio. Tratado sobre los Misterios 55)

Poco más podemos decir sobre el asunto después que al elocuencia de San Ambrosio nos indicara tan sabiamente qué es la Eucaristía.

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