Estamos celebrando la semana de oración por la unidad de los cristianos. En un principio la unidad se enfoca hacia las distintas confesiones o Iglesias... pero podríamos llevarla también a todos los ámbitos internos a cada una de las Iglesias. Literalmente, nos falta unidad en todos los sentidos. Pero ¿Qué entendemos por unidad?
Para escudriñar algo el tema podemos empezar por uno de los textos más utilizados y que está contenido en el evangelio de San Juan. En este texto, Cristo pide al Padre por nosotros y lo hace con el objetivo de que estuviéramos unidos. Cristo nos conoce y sabía que no tardaríamos en iniciar la carrera de diferenciarnos y después imponernos unos a otros.
"Mas no ruego tan solamente por ellos [quienes le han conocido y han creído], sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que sean todos una misma cosa; así como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que también sean ellos una cosa en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste. Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean una cosa, como también nosotros somos una cosa. Yo en ellos y tú en mí, para que sean consumados en una cosa, y que conozca el mundo que tú me has enviado y que los has amado, como también me has amado a mí" (Jn 17,20)
El tema de la unidad de los cristianos se relaciona directamente con la Trinidad (circumincesión de las tres personas), ya que ésta muestra cómo aspectos diferentes se unen de manera perfecta, en la unidad plena. Hemos de ser conscientes que nuestra naturaleza humana nos impide conformar una Iglesia única, unida y homogénea... pero aceptar esta evidencia no excluye que seamos capaces de entender lo qué significa la unidad...
¿Qué quiere decir "Para que el mundo crea que tú me enviaste"? ¿Acaso creerá el mundo cuando todos seamos una misma cosa en el Padre y el Hijo? ¿Por ventura no es ésta aquella eterna paz que es más bien el premio de la fe que la misma fe? Pues si en esta vida todos los que profesamos una misma fe somos una misma cosa, por consecuencia somos uno, no para que creamos sino porque creemos. ¿Qué quiere decir, pues: "Todos sean uno, para que el mundo crea"? Ciertamente cuando habla de todos se refiere al mundo creyente. De éstos dirá lo mismo que había dicho en aquellas palabras: "No ruego sólo por ellos, sino por los que han de creer en mí por su palabra" ¿Cómo, pues, lo hemos de entender sino diciendo que no puso como causa, "Para que el mundo crea que son una misma cosa", sino que orando dijo: "Para que el mundo crea", como había dicho "Para que sean uno mismo"? Finalmente, la exposición de esta sentencia será más clara si añadimos la palabra Ruego en todas sus cláusulas: "Ruego que todos sean uno; ruego que ellos sean una misma cosa en nosotros; ruego que el mundo crea por que tú me enviaste". (San Agustín, De Trinitate)
Cristo ruega al Padre para que entendamos qué es la unidad y así podamos buscarla. Dios sabe que, en nuestras imperfecciones y limitaciones, siempre necesitaremos espacios particulares donde nuestros carismas no se sientan limitados. Sabiendo que la diversidad es evidencia de nosotros mismos,... ¿Cómo podríamos pensar en un Iglesia unida? San Pablo dio a los efesios algunas pistas:
"Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados, con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos.
Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo. Por lo cual dice: Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, Y dio dones a los hombres. Y eso de que subió, ¿qué es, sino que también había descendido primero a las partes más bajas de la tierra?
El que descendió, es el mismo que también subió por encima de todos los cielos para llenarlo todo. Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor." (Carta a los efesios 4, 1-16)
Pablo era consciente de que Dios no nos puede llenar con la plenitud de la unidad… ya que somos imperfectos. Nos romperíamos. Sabía que a cada cual le ha dado lo suyo y que precisamente Dios espera que compartamos nuestras debilidades y capacidades para conformar unidos el Reino de Dios.
A cada uno de nosotros se nos ha dado diferente capacidad de sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios… Solo si nos unimos podremos tener la plenitud de todos los dones del Espíritu Santo. Entonces conformamos un espléndido puzzle, que completo es capaz de mostrar su verdadera naturaleza: la Iglesia.
Por eso es tan importante que nos reconozcamos como hermanos y trabajemos unidos en lo que cada cual es mejor. Esta es una lección a aprender dentro y fuera de la Iglesia católica… ya que tanto internamente como externamente tendemos a conformarnos en grupos aislados y poco dados a trabajar en unidad. Oremos a Dios para que podamos reconocernos y amarnos los unos a otros… como Dios nos reconoce y nos ama.
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Señor nuestro Jesucristo, que momentos antes de la Pasión oraste por los que iban a ser tus discípulos hasta el fin del mundo, para que todos fueran uno, como tú estás en el Padre y el Padre en ti; compadécete de tanta división como existe entre quienes profesan tu fe.. .
Derriba los muros de separación que divide hoy a los cristianos...
Mira con ojos de misericordia las almas que han nacido en una u otra comunión cristiana, obra de los hombres, que no tuya...
Atráelos a todos a esta única comunión que implantaste desde el principio: a la Iglesia, Una, Santa, Católica y Apostólica...
Como en el cielo solamente existe una sociedad santa, que no exista en la tierra más que una comunión que confiese y glorifique tu santo nombre.
Amén.
(Oración: Cardenal John Henry Newman)