En principio este comentario pretendía ser una respuesta al post… pero creció demasiado hasta tomar vida propia. Sé que para entender todos los términos del comentario, es necesario leer el post original, por lo que pido disculpas anticipadas por la paciencia que demando a mis lectores. Gracias amable lector.
Este post tiene mucho que comentar y deseo hacerlo desde la caridad y la fraternidad. No se trata de descalificar, sino de compartir y contrastar para encontrar la verdad. Visiones coincidentes y divergentes que buscan comprenderse, para aprender unas de otras. Solo así podemos llegar a ser Iglesia.
Lo primero es comentar que el post me parece interesante, oportuno y acertado en el análisis de la problemática parroquial... aunque hay entendimientos que puedo y quiero aportar para ayudar a discernir el problema.
Alguna vez en nuestra vida deberíamos pararnos a reflexionar sobre qué es la parroquia y cómo la entendemos. Nuestra experiencia personal es fundamental, ya que todos tenemos conocimiento cierto y diverso de la realidad parroquial.
En línea con lo planteado por el autor… entiendo la parroquia como asamblea-comunidad de creyentes o no la entiendo en absoluto. Sobre una asamblea-comunidad preexistente, se podrán hacer recaer responsabilidades, dinámicas y misiones… pero se debe partir de una asamblea-comunidad de cristianos unidos por una misma Fe, en fondo y forma.
Se podrían analizar los límites que hacen viable, posible y alcanzable la unidad interna de la parroquia, pero al menos, la unidad de Fe y misión son cruciales para conformar la comunidad. La parroquia no debe quedarse en si misma y vivir de lo que tiene. La comunidad cristiana debe proyectarse al exterior y dar testimonio vivo de su Fe, en el entorno donde está radicada.
La parroquia real de hoy en día es un ente variopinto. Su vida y desarrollo depende de la interacción de muchas personas y por lo tanto, se nos presenta como realidades diversas, cambiantes y particulares. Hay parroquias imposibles, otras admirables y una gran cantidad de parroquias funcionales. Todo depende de quienes la formamos y qué compromiso tengamos con ella.
Es evidente que la asistencia a misa es un elemento central en la formación de la parroquia. Sobre la asistencia a misa, hay mucho que hablar. Respeto a quienes les cueste (sin razones de impedimento evidente) dedicar una hora a la semana a reunirse entre si y reunirse con Dios… pero el cristianismo no se entiende sin la dimensión comunitaria. “... allí donde dos o tres se reúnan en mi Nombre, allí estaré Yo, en medio de ellos” (Mt 18,20)”. De hecho deberíamos dedicar más horas a la parroquia y así conseguir que la comunidad no sea un espejismo de mañana de domingo.
La obligación de ir a misa tiene como objetivo primordial, conformar el germen y dar sustento a la comunidad. Dicho esto, sé que llegado cierto momento en la vida, la obligación de ir a misa es lo de menos. Digamos que la misa se convierte un disfrute y regocijo que es difícil perderse por voluntad propia. Incluso terminas buscando huecos entre semana para ir a misa. Pero para llegar a esto es necesario entender, sentir y vivir la misa… y eso cuesta formación, tiempo y voluntad.
Es habitual oír que la obligación de misa es innecesaria y contraproducente… pero hay que ser conscientes que existen personas que si no parten de una obligación, les falta voluntad para reunirse… mientras otras, si no parten de la libertad, evidencian un rechazo ante lo que sea. No es fácil dar una receta que nos sirva a todos.
El problema de las comunidades parroquiales, como evidencia el autor, va más allá de la simple asistencia a la misa dominical. El problema radica en que muchas personas no tienen experiencia de Dios y participan (o no participan) en la comunidad por razones y apetencias externas a la propia comunidad. También hay personas que tienen esta experiencia de Dios, pero no encajan en la comunidad que les ha tocado. La parroquia debería acercarse a estas personas y ofrecerles caminos de comunión que les permitan integrarse en la vida parroquial. Es evidente que la sensibilidad litúrgica, ambiental u organizativa nos tiende a acercar o alejar de la comunidad. Es triste que las diferencias nos enfrenten antes que enriquecernos.
Entrado en la génesis de la comunidad, a mi modo de entender, la creación de una grupo humano se produce a partir de la persona y de su previa experiencia de Dios… no al revés. La comunidad puede ayudar a encontrar la experiencia de Dios, pero es la persona la que se convierte y se transforma para luego conformar la comunidad. Si la comunidad es la que maneja el acceso a la experiencia interior de Dios… se plantean problemas considerables.
El autor se define proclive a conformar pequeños grupos cristianos frente a una institución parroquial aglutinadora. Ve en la parroquia un órgano jerárquico que no tiene razón de ser. Por eso liga la experiencia de Dios a la existencia de grupos pequeños liberados de la “jerarquía”, donde se viva el cristianismo de manera cercana.
No le quito cierta razón a su planteamiento,… pero el pequeño grupo no lo es todo. También es importante vernos dentro de grupos cada vez más amplios. Los grupos pequeños ya existen y son, en si mismos, extra jerárquicos y no por ello dejan de estar integrados en la Iglesia. La Iglesia dispone de una jerarquía que debe ser entendida como marco de unión y unidad de todos los que la conformamos. Sin esta jerarquía, la universalidad (catolicidad) se difumina en un peligroso particularismo. Divide y vencerás… es una consigna conocida. El enemigo anda detrás de las des-uniones y particularizaciones.
Personalmente, pienso y sé que es importante vivir el cristianismo a todos los niveles de catolicidad. Desde el (los) grupo(s) pequeño(s) y cercano(s)… pasando por una parroquia amplia e integradora, vertiéndose en la diócesis y conformando el océano de la Iglesia universal. Las experiencias de cada nivel son diferentes, complementarias y necesarias. El grupo más pequeño sería la propia familia, que debería poderse imbricar en la dinámica eclesial con total naturalidad. Puedo testimoniar que es enriquecedor pertenecer a varios grupos pequeños, ya que esto nos permite dar cohesión a la Iglesia.
Ahora paso al último párrafo, que es el más interesante de comentar. Cito la primera parte del párrafo;
“Por ello mismo quizás la iglesia desde los que somos miembros de ella, antes que esperar con, debemos de esperar en…; y mantener los oídos abiertos pues otros con sus testimonios nos llevan a buen seguro la delantera. No puedo estar mas en desacuerdo con nuestro actual papa respecto de la máxima de que «La Iglesia católica es la única que puede interpretar la Biblia»”
Lo primero que me llama la atención es la utilización de la palabra “otros” de forma inconcreta. Parece que se refiere a ámbitos extra-eclesiales, pero no lo deja claro. El autor tiene alguna certeza de que nos llevan la delantera, pero no indica en qué nos adelantan. Tras esta ambigüedad salta, sin un hilo conductor claro, a exponer su rechazo a una frase del Papa: «La Iglesia católica es la única que puede interpretar la Biblia». Supongo que la ambigüedad se concreta en cuanto a la interpretación de la Biblia. Parece que los “otros” nos llevan ventaja en este aspecto…
Detecto cierta medida de desesperanza en la acción del Espíritu dentro de la Iglesia. ¿Cómo Dios nos dejaría aislados del soplo del Espíritu? La providencia de Dios es inmensa y no podemos dudar de ella, ya que dudaríamos de Dios mismo y de su compromiso con nosotros.
Pasando a la frase del Papa… para discernir los textos lo mejor es buscar las fuentes. La fuente es el discurso papal realizado, hace una año, durante la audiencia especial que concedió a los dirigentes, profesores y alumnos del Pontificio Instituto Bíblico, con motivo del centenario de su fundación. Es necesario contextualizar lo que se dice en el discurso para comprender el sentido de la frase. Pongo un ejemplo real:
He leído muchas interpretaciones del suceso de la Transfiguración del Señor. Sus intérpretes han asegurado, con pruebas por delante, que se trata de una experiencia inducida por drogas o un encuentro en la tercera fase o simplemente una alucinación. También he leído muchas y diversas interpretaciones alquímicas, cabalísticas y simbólicas.
Para interpretar lo que sucedió, cada intérprete parte de su conocimiento y sus experiencias y... aunque lo hacen muy bien, llegan a conclusiones dispares. ¿Por qué? Porque no parten de una base única y sólida para interpretar el suceso. Digamos que la luz con la que iluminan las Escrituras, parte de fuera de la Iglesia y produce sombras dispares.
Dentro del la Iglesia tenemos una Luz para interpretar las Escrituras en sintonía con la misma Revelación. Tenemos la Tradición, que nos da un testimonio cercano y razonado de lo que sucedió y de cómo interpretarlo. Ese testimonio, aparte de coherente y sólido, nos liga con la Iglesia de todos los tiempos. Esta Luz no parte desde fuera de la Revelación, sino del mismo centro de la escritura, ... de Cristo el Logos. ¿Qué mejor Luz podemos tener quienes tenemos Fe en Cristo? Dicho sea de paso, las interpretaciones intra-eclesiales no tienen porque ser únicas, aunque sean incluyentes y poseedoras de un sentido único, con diversidad de profundidades.
Entonces ¿Por qué buscar bases externas si tenemos bases sólidas dentro de la Iglesia? ¿Qué ganamos en ello? Ganamos poco, ya que no se puede construir unidad sobre bases inconexas y desligadas. El ejemplo de la Transfiguración evidencia lo que el Papa nos quería decir… solo desde la Tradición y el Magisterio es posible interpretar la Biblia… con coherencia e integración eclesial. Pero quien quiera creer que la Transfiguración es un encuentro en la tercera fase… es libre de hacerlo.
En el texto del discurso del Papa podemos leer que, es necesario «… leer la Escritura como una unidad, lo que significa leerla a partir de la Iglesia como su lugar vital y considerar la fe de la Iglesia como la verdadera clave de interpretación”. Lo que despeja dudas sobre a lo que se refería el Papa.
Interpretar la Biblia desde fuera de la Tradición y Magisterio es, como poco, arriesgado. ¿Por qué digo esto? Porque si traemos una interpretación externa y la ofrecemos como equivalente o con mayor validez que la tradicional, podemos esperar que aparezcan otras equivalentes, lo que nos lleva a rompernos y desunirnos internamente. Cada cual podrá traer la interpretación que guste y reivindicar su primacía. Los efectos de esta práctica la tenemos en los cientos de miles de grupos y comunidades evangélicas, cada vez más divididas y enfrentadas. Literalmente, sin Tradición toda interpretación es válida.
Paso a la segunda parte del último párrafo:
“Lejos de esto, creo que de la misma manera que nuestra vida cristiana es el único evangelio que mucha gente leerá, igualmente hay otros que son legión, y que con sus vidas nos enseñan cada día de lo que es una interpretación de la sagrada Palabra, hecha humanidad y hecha amor. Colaboremos pues a este sentido de la autenticidad.”
¿Por qué nuestra vida será el único evangelio que leerán las gentes? ¿Por qué no ofrecerles el Evangelio para que lo lean y disfruten de el? En todo caso, nuestra vida será el primer testimonio evangélico que tendrán muchas personas. Tras de este primer testimonio, les ofreceremos los Evangelios y la Tradición para que beban por si solos del Agua que da la vida eterna (Jn 4,14)
Es importante tener claro que las Escrituras y la Tradición son la Luz que ilumina nuestra vida. Si tomamos la vida de otras personas como revelación de Dios… ¿Qué referencia y dadora de sentido tendremos para todos? Como poco andaremos desorientados y sin guía verdadera para nuestra propia vida.
Es peligroso invertir el sentido de la Revelación… ya que si somos nosotros quienes creamos vivencialmente la revelación… podemos llegar a vivir como nos parece y justificarlo sin problemas.
Dijo Cristo “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí”.
Tenemos que tener cuidado de no suplantar a Cristo, dando el sentido que deseemos a la palabra “amor”. Cristo es amor de Dios a los hombres y por lo tanto Luz clara para el camino.
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Señor, Tu que nos revelaste el Amor de Dios a los hombres y
Dijiste Amaos unos a otros como Yo os he amado,
danos capacidad para entender, asimilar
y compartir este Amor con el prójimo.
No nos dejes caer en la tentación de
elegir nuestro limitado e interesado amor
para entender la inmensidad admirable de Tu Amor.
Amén