De la misma manera que el deseo de la luz es propio de los ojos sanos, el deseo de la oración es propio del ayuno llevado con discernimiento. Cuando un hombre empieza a ayunar, desea que los pensamientos de su espíritu estén en comunión con Dios. En efecto, el cuerpo que ayuna no soporta dormir toda la noche sobre su cama. Cuando la boca del hombre ha sido sellada por el ayuno, éste medita en estado de compunción, su corazón ora, su rostro es grave, los malos pensamientos le abandonan; es enemigo de codicias y de vanas conversaciones. Nadie ha visto jamás a un hombre ayunar con discernimiento y estar sujeto a malos deseos. El ayuno llevado con discernimiento es como una gran mansión que acoge todo bien.
Porque desde el principio se dio a nuestra naturaleza la orden de ayunar, para no comer el fruto del árbol (Gn 2,17), y es de allí que viene quien nos engaña… Es también por él que comenzó nuestro Salvador, cuando fue revelado al mundo en el Jordán. En efecto, después del bautismo, el Espíritu le condujo al desierto, donde ayunó cuarenta días y cuarenta noches.
Todos los que desean seguirle hacen lo mismo desde entonces: es sobre este fundamento que comienzan su combate, porque esta arma ha sido forjada por Dios… Y cuando ahora el diablo ve esta arma en la mano del hombre, este adversario y tirano se pone a temblar. Piensa inmediatamente en la derrota que el Salvador le infligió en el desierto, se acuerda de ella, y su poder se siente quebrado. Desde el momento en que ve el arma que nos dio el que nos lleva al combate, se consume. ¿Hay un arma más poderosa que el ayuno y que avive tanto el corazón en la lucha contra los espíritus del mal? (San Isaac el Sirio, Discursos ascéticos, 1ª serie, nº 85)
Ayuno. Entiéndase que me refiero al ayuno total, es decir, a no tomar más que los líquidos necesarios durante las horas del día y por la noche, a los sumo, hacer una frugal cena de mantenimiento. Que palabra tal olvidada y menospreciada es el ayuno. En el mundo de la aparente abundancia, ¿Quien puede desear ayunar? ¿Quien puede necesitar alejarse de sus deseos?
Hoy en día no es fácil ayunar y no lo es por tres razones. La primera es que desconocemos realmente los bienes que nos reporta ayunar. La segunda es que no hemos aprendido a ser quienes mandemos en nuestro interior. La tercera es que la ritmo de vida actual nos requiere de comer, beber y consumir más allá de las necesidades mínimas.
¿Cómo ayunar? Les confieso que no tengo la clave mágica que no nos comprometa de manera integral. O ayunamos o no lo hacemos. O nos predisponemos a superarnos o no lo hacemos. ¿Y las consecuencias? Pues serán las que tengan que ser. Si ayunamos un día y el rendimiento de nuestro trabajo baja un 50%, tendremos que hacernos cuenta que estaremos corporalmente como un día de enfermedad leve.
Pero hay otra pregunta a responder. Si ya estamos en el ayuno ¿Cómo utilizar ese estado para orar, meditar y acercarnos a Dios, si estamos en las faenas cotidianas? Pues... es imposible hacerlo con efectividad. Si estamos al 50% de rendimiento y encima nos ponemos místicos, mejor que nos quedemos en casa.
Esa sería una opción para quienes tengan la posibilidad de pedirse un día libre. ¿Por qué no dedicárselo al Señor ayunando y viviendo la cuaresma de manera profunda? Sería maravilloso.
Y que sucede con quienes, por su trabajo, esto es imposible. Tendremos que esperar con esperanza. Todo llega y llegará el momento de que Dios nos dé la oportunidad de vivir con más profundidad la cuaresma. Mientras, aceptemos con humildad que hasta los sacrificios son un que don de Dios da y retira según su voluntad. Dediquemos las energías que nos sobran para mayor gloria de Dios.
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Ayuno. Entiéndase que me refiero al ayuno total, es decir, a no tomar más que los líquidos necesarios durante las horas del día y por la noche, a los sumo, hacer una frugal cena de mantenimiento. Que palabra tal olvidada y menospreciada es el ayuno. En el mundo de la aparente abundancia, ¿Quien puede desear ayunar? ¿Quien puede necesitar alejarse de sus deseos?
Hoy en día no es fácil ayunar y no lo es por tres razones. La primera es que desconocemos realmente los bienes que nos reporta ayunar. La segunda es que no hemos aprendido a ser quienes mandemos en nuestro interior. La tercera es que la ritmo de vida actual nos requiere de comer, beber y consumir más allá de las necesidades mínimas.
¿Cómo ayunar? Les confieso que no tengo la clave mágica que no nos comprometa de manera integral. O ayunamos o no lo hacemos. O nos predisponemos a superarnos o no lo hacemos. ¿Y las consecuencias? Pues serán las que tengan que ser. Si ayunamos un día y el rendimiento de nuestro trabajo baja un 50%, tendremos que hacernos cuenta que estaremos corporalmente como un día de enfermedad leve.
Pero hay otra pregunta a responder. Si ya estamos en el ayuno ¿Cómo utilizar ese estado para orar, meditar y acercarnos a Dios, si estamos en las faenas cotidianas? Pues... es imposible hacerlo con efectividad. Si estamos al 50% de rendimiento y encima nos ponemos místicos, mejor que nos quedemos en casa.
Esa sería una opción para quienes tengan la posibilidad de pedirse un día libre. ¿Por qué no dedicárselo al Señor ayunando y viviendo la cuaresma de manera profunda? Sería maravilloso.
Y que sucede con quienes, por su trabajo, esto es imposible. Tendremos que esperar con esperanza. Todo llega y llegará el momento de que Dios nos dé la oportunidad de vivir con más profundidad la cuaresma. Mientras, aceptemos con humildad que hasta los sacrificios son un que don de Dios da y retira según su voluntad. Dediquemos las energías que nos sobran para mayor gloria de Dios.
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Señor, hágase tu voluntad en la Tierra como se cumple en el cielo. Amén
2 comentarios:
gracias es verdad la cuaresma es un tiempo de volvernos a Dios y el ayuno son herramiento que nos ayudan a ser un poquito mejor buscando siempre ser como ÉL mil gracias
Gracias a ti Lourdes, por pasarte por este rinconcito de la red. Un abrazo en Cristo :)
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