lunes, 25 de julio de 2011

Fe Recta y Acción buena

Sometamos, pues, el alma a Dios, si queremos someter nuestro cuerpo a servidumbre y triunfar del diablo. Y la fe es la primera que somete el alma a Dios. Luego vienen los preceptos de buen vivir, con cuya observancia se afirma la esperanza, se nutre la caridad y empieza a comprenderse lo que antes tan sólo se creía. El conocimiento y la acción son los que dan la felicidad al hombre; y así como en el conocimiento hay que evitar el error, así en la conducta hay que evitar la maldad. Yerra quien piensa que puede comprender la verdad viviendo inicuamente. Iniquidad llamo amar a este mundo y estimar en mucho lo que nace y pasa, desearlo y trabajar para adquirirlo, regocijarse cuando abunda, temer que perezca, entristecerse cuando perece. Una vida tal no puede contemplar aquella mira, auténtica e inalterable verdad, adherirse a ella y permanecer adherida para siempre. Por lo tanto, antes de que se purifique nuestra mente, hemos de creer lo que aun no podemos entender; porque con razón dijo el profeta: si no creyereis, no entenderéis. (San Agustín. El combate cristiano, Cap 13, 14)

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San Agustín nos indica un camino sobre el que andar: Primero hemos de creer después tenemos que someternos y experimentar los preceptos y sólo después podemos empezar a entender lo que antes solo se creía.

Dios nos pide que aceptemos con confianza aquello que El nos ha revelado, ya que sólo partiendo de esta revelación podemos actuar y después entender. Este enunciado no está muy lejos del método científico. Hipótesis, experimentación y certeza. Pero esto no quiere decir que la Fe sea algo medible o analizable en probetas. Hablamos de dos dimensiones diferentes que no podemos mezclar aunque presenten una evidente y reveladora analogía.

En todo caso, la probeta sería nuestra vida y la certeza se obtiene únicamente si se parte de la Fe necesaria para dejarse convertir por Dios mismo. Esta confianza nos permite ir andando el camino hacia la santidad.

Igual que no se puede experimentar científicamente sin comprometer los medios necesarios, tampoco podemos dejarnos convertir, sin comprometernos a nosotros mismos.

Por eso el conocimiento y la acción son los que dan la felicidad al hombre. La felicidad sólo puede alcanzarse según nuestra conversión se produce y vamos entendiendo lo revelado por Dios.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Buenos días Miserere mei Domine.La fe es radical en su determinación pero el conocimiento es proporcional a la radicalidad de la conversión, por eso creo que conviene enloquecer un poco en términos mundanos para conocer la verdad que subyace en la Cruz de nuestro Señor y su pasión, fuente de nuestra alegría.El conocimiento humano a la luz de Dios que nos lo muestra puede así comprender lo que queda oculto a tanto sabio.Un abrazo.

Miserere mei Domine dijo...

Gracias por su comentario NIP :)

Siempre es bueno estar "cuerdos" frente al Reino aunque parezca que "enloquecemos" frente al mundo. Sobre la sabiduría, entramos en un tema muy bonito, ya que la verdadera sabiduría parece necedad al mundo. Sólo basta leer la diálogo entre Cristo y Pilatos para darse cuenta de esto.

Un abrazo en Cristo :)

El Estudiante dijo...

Amigo Miserere, sobre el tema que tanto hemos debatido sobre libertad humana y gracia, ha publicado Longinos un magnífico artículo aquí:

http://longinos-opinionesdeunconverso.blogspot.com/2011/07/creo-que-en-este-tema-partimos-de-un.html

un abrazo

Miserere mei Domine dijo...

Gracias Alonso, acabo de dejar un comentario en la misma línea de nuestro largo y provechoso diálogo.

Confieso mi tozudez. Dios me ayude. Un abrazo en Cristo :)

El Estudiante dijo...

Creo que lo que quieres resaltar a través de diversas entradas, y en relación a nuestro tema de diálogo sobre gracia y libertad,

es que la voluntad no debe estar quieta desperdiciando la Gracia que pretende moverla a la acción salvífica,

que la voluntad no debe estar pasiva en la recepción de la Gracia, como si recibir gracia consistiera en recibirla y ya está sin que el ser humano debiera colaborar movido por esa misma gracia.

De hecho, si la voluntad quedase quieta y no realizase aquello a que es movida sobrenaturalmente, estaría en el problema o enfermedad espiritual del quietismo, como has advertido otras veces.

Y en esto llevas razón, desde luego, porque implicaría rechazar la moción sobrenatural

Un abrazo

Marian dijo...

Buenas noches Miserere: No dejo
comentario porque ustedes lo
completan muy bien. Solo saludarlo
y darle las gracias. Siempre vengo
a sus entradas, me ayudan para mi formación, aunque no ponga comentario, siempre le visito.
¡Muchas gracias!
Dios le bendiga!!!

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