En el pasaje del Evangelio que nuestro Señor
dice que él es la vid y nosotros los sarmientos, habla así en tanto que él es
la cabeza de la Iglesia y nosotros somos sus miembros (Ef 5,25), en tanto que
«mediador entre Dios y los hombres» (1Tm 2,5). En efecto, la vid y los
sarmientos son de la misma naturaleza; por eso el que era Dios, y por tanto de
una naturaleza distinta de la nuestra, se hizo hombre a fin de que, en él, la
naturaleza humana fuera como una vid de la que nosotros seríamos los sarmientos.
Estos están estrechamente unidos a la vid pero no le comunican nada, sino que
es de ella de donde reciben su principio de vida. La vid, por el contrario,
está unida a los sarmientos para comunicarle su savia vivificante, sin recibir
de ellos nada a cambio. Es así como Cristo permanece en sus discípulos.
Decía él a los discípulos: «Permaneced en mí
como yo permanezco en vosotros». Ellos no estaban en él de la misma manera que
él en ellos. Esta unión recíproca no le reportaba a él ningún provecho; tan
sólo ellos sacan provecho. Los sarmientos están estrechamente unidos a la vid
pero no le comunican nada, sino que es de ella que los sarmientos reciben su
principio de vida. La vid, por el contrario, está unida a los sarmientos para
comunicarles su savia vivificante, sin recibir de ellos nada a cambio. Es así
como Cristo permanece en sus discípulos.
Si Cristo no hubiera sido un hombre no
hubiera podido ser vid; sin embargo, si él no fuera también Dios, no podría
proveer de esta gracia a los sarmientos. Porque no se puede vivir sin esta
gracia, y porque la muerte está en poder de nuestro libre arbitrio, nuestro
Señor añade: «Al que no permanece en mí, lo tiran fuera, como al sarmiento, y
se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden (Jn 15,6). Es por eso
que, si la madera de la vid es despreciable cuando no permanece unida a la vid,
es tanto más gloriosa cuando permanece en él. (San
Agustín, Comentario al evangelio de Juan, 80, 1; 81, 1.3-4)
La Vid y los sarmientos es uno de los pasajes más bonitos
del Evangelio de San Juan. Cristo nos explica la relación que Él tiene con
quienes están unidos por medio del Espíritu. Un sarmiento que no recibe la savia
de la cepa, se seca. Tan sólo tiene utilidad para ser quemado. Un sarmiento
vivo, recibe de la cepa la savia y es capaz de dar fruto.
Esta imagen puede ser utilizada como paradigma en
diversidad de situaciones. La unidad de la Iglesia es una de ellas. Cuando nos
separamos de la Iglesia e intentamos crear nuevas iglesias a nuestra medida, el
Espíritu deja de fluir y todo termina agotado y seco. En la medida que cada uno
está unido a Cristo la Iglesia se renueva con nuevas fuerzas. Si los
cristianos estamos lejos de Cristo, la Iglesia parece ser más frágil y lejana.
No podemos vivir sin la Gracia de Dios. Nosotros no comunicamos nada a la cepa, pero a través
nuestra la vid da frutos. A
veces el sarmiento que se separa de la vid piensa que es la vid la que está
perdiendo vitalidad. Piensa que si la vid se acercara a él, todo iría mejor.
Pero en la vid es donde habita el Espíritu que se comunica a los sarmientos.
Los sarmientos no pueden comunicar el Espíritu a la vid.
En todo caso, cuanto más cercanos y unidos estén los sarmientos
a la vid, los frutos serán más abundantes y la vid aparecerá más saludable.
Cuando los sarmientos se separan y la vid parece seca, no es que le falte vida a
la cepa, sino que los sarmientos no están suficientemente unidos a ella.
Hace unos días, leyendo el manifiesto de Redes Cristianas
y la asamblea que ha convocado para celebrar el 50 aniversario del fin del
Concilio Vaticano II, pensaba en la parábola de la vid y los sarmientos.
Dicen
los sarmientos que no son súbditos, que pueden ser independientes de la cepa. Dicen que la Iglesia pasa por momentos delicados, pero los verdaderos momentos delicados lo están pasando todos los sarmientos
que están alejados de Ella. Parece que la cepa tiene problemas de vitalidad,
pero son los sarmientos quienes realmente lo tienen. Hablan de esperanzas que
no han dado fruto ¿Por qué será que un sarmiento no da fruto? Hablan de que no
quieren un nuevo Concilio, sino una asamblea de creyentes. Una asamblea de
sarmientos que olvidan a la cepa, no tiene muchas esperanzas de ir muy lejos.
Hablan de una Fe que no puede vivirse dentro de instituciones religiosas. ¿Qué
fe es la que prescinde de la cepa que le da sustento? Quizás una fe que
predispone a los sarmientos a ser combustible para las frías noches de invierno.
Que el Señor nos ayude a estar cada día más unidos a la
Cepa, que es la Iglesia, cuerpo de Cristo en la Tierra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario