Hemos terminado el Sínodo sobre la Nueva Evangelización,
estamos dentro de las celebraciones y actividades del Nuevo Año de la Fe, sin
dejar atrás la celebración, en Valencia (España), de un estupendo congreso
sobre Pastoral Juvenil. Estamos exultantes y llenos de ánimo por nuestra
capacidad de encarar lo problemas de la Iglesia. Hemos hablado de métodos,
disposiciones, actividades, pero se nos está olvidando la palabra humildad. Es
interesante leer este breve texto sobre la humildad que escribió el Padre Pío y
después, mirar la actualidad eclesial.
La humildad es la verdad, y la verdad es que
yo no soy nada. Por consiguiente, todo lo bueno que tengo viene de Dios. Pero a
veces malgastamos lo que Dios ha puesto de bueno en nosotros. Cuando veo la
gente que me pide algo, a veces ni pienso en lo que podría darles, sino en lo
que no soy capaz de dar y por tanto, muchas almas quedan sedientas porque yo no
he sabido transmitirles lo que Dios les quería dar.
La idea que el Señor viene cada día a
nosotros y nos da todo, nos tendría que llevar a la humildad. Sin embargo, pasa
lo contrario porque el demonio despierta en nosotros sentimientos de orgullo.
Esto no nos honra. Hay, pues, que luchar contra nuestro orgullo. Cuando nos
parece que nos puede, paremos un instante, hagamos un acto de humildad.
Entonces, Dios que ama los corazones humillados vendrá en nuestra ayuda. (San Pio de Pietrelcina, Buona giornata 8/8)
Sin querer disminuir en nada este maravilloso momento
eclesial, es maravilloso asumir con humildad “que
el Señor viene cada día a nosotros y nos da todo”. Humildad que no
quiere decir quietismo o parálisis, sino la aceptación profunda de la Voluntad
y la Providencia Divina. La humildad nos permite entender que los planos y los
planes son estupendos, pero que serán nuestros humildes pies quienes anden paso
a paso el camino y que la fuerza que nos permitirá llegar a la meta, no
proviene de nosotros, sino de Dios. La humildad nos permite ver que, a veces,
los planes se quedan en intenciones muy bien justificadas, ya que los medios y
la capacidad de hacerlas realidad no siempre están disponibles.
¿Cómo hacer lo imposible? Se preguntarán muchas personas
que viven en situaciones complicadas. En ese momento aparece la necesidad de
buscar inspiración divina. Planear es relativamente sencillo y nos llena de
orgullo, lo complicado es hacer realidad los planes desde la humildad.
Ahí nos encontramos con un interesante problema que el
Padre Pío, sabiamente nos indica: “… el demonio
despierta en nosotros sentimientos de orgullo” ¿Orgullo? Cierto,
orgullo que nos impide aceptar los medios que tenemos y nos hace rendirnos
antes de empezar la batalla. “Cuando veo la gente
que me pide algo, a veces ni pienso en lo que podría darles, sino en lo que
no soy capaz de dar y por tanto, muchas almas quedan sedientas porque yo no
he sabido transmitirles lo que Dios les quería dar”.
Ante lo que nos parece “imposible”, nos damos por vencidos
antes de la batalla. Ante la necesidad de construir sin herramientas perfectas
una obra para la que nos sentimos incapaces, nos cuesta doblar la rodilla ante
el Señor y suplicarle que nos lleve por el camino que Él tiene para nosotros.
Sin duda, después de este momento de plenitud y exaltación
eclesial que vivimos, vendrán momentos personales o comunitarios que plantearán
dudas e incomodidades. Cuando parece que la situación nos puede, es que nuestro
orgullo busca donde resguardarse para no sentirse herido. ¿Qué hacer? “… paremos un instante, hagamos un acto de humildad.
Entonces, Dios que ama los corazones humillados vendrá en nuestra ayuda.”
Quizás tengamos que aceptar las imperfectas herramientas
que disponemos, como la única forma de ir adelante. Quizás tengamos que
tragarnos el orgullo y hacer lo que se puede con los medios disponibles. Quizás
la ausencia de medios nos lleve a buscar donde no queremos buscar y pedir ayuda
a quien nos cuesta tanto acercarnos. Ese es el gran reto que se nos presenta
por delante: hacer lo imposible con materiales defectuosos y herramientas
desgastadas. Pero para Dios todo es posible. Incluso sacar hijos de Abraham de
los piedras. Esa es nuestra Esperanza.
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