Juan no tan sólo habló en su tiempo
anunciando el Señor a los fariseos, diciendo: «Preparad el camino del Señor,
allanad sus senderos» (Mt 3,3). También hoy clama en nosotros, y su voz de
trueno estremece el desierto de nuestros pecados. Incluso enterrado en el sueño
del martirio, todavía resuena su voz. Hoy nos sigue diciendo: «Preparad el
camino del Señor, allanad sus senderos».
Juan Bautista ordenó preparar el camino al
Señor. Veamos cuál es ese camino preparado al Salvador. De un cabo al otro ha
trazado y ordenado perfectamente su camino para la llegada de Cristo, porque en
todo fue sobrio, humilde, austero y virgen. Por eso al narrar éstas virtudes
suyas, el evangelista dice: «Juan llevaba un vestido de piel de camello, con
una correa de cuero en la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel
silvestre» (Mt 3,4). ¿Hay signo más grande de humildad en un profeta que el
desprecio de sus vestidos mullidos y vestirse con pelos ásperos? ¿Hay una señal
más profunda de fe que estar siempre a punto para cualquier servicio, con un
simple taparrabo atado a la cintura? ¿Hay una señal más esplendorosa de
abstinencia que renunciar a las delicias de esta vida y alimentarse de
saltamontes y miel silvestre?
Según mi parecer, todas estas actitudes del
profeta eran proféticas en sí mismas. Cuando el mensajero de Cristo llevaba un
vestido áspero, de piel de camello, ¿no significaba todo ello simplemente que
Cristo, en su venida, se revestiría de nuestro cuerpo humano, hecho de un
tejido espeso, áspero por sus pecados?... El cinturón de piel significa que
nuestra frágil carne, que antes de la venida de Cristo estaba orientada hacia
el vicio, él la conduciría a la virtud. (San Máximo de Turín. Sermón 88)
Juan el Bautista puede ser, en cierto sentido, un modelo
para los evangelizadores. El no se preocupó de hacer llegar el Mensaje de Dios,
sino de anunciar a quien lo iba a difundir.
«Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos»
Los evangelizadores deberíamos ser personas austeras, que evidenciáramos
que no somos más que simples recipientes del kerigma. Juan fue una persona
capaz de llevar la Esperanza a quien le quisiera escuchar y lo hacia sin miedo
a lo que le pudieran acarrear sus palabras
Es interesante detenernos a pensar en cómo anunciamos la
venida de Cristo, fijándonos en cómo anunciamos la navidad.
La primera antífona de esta celebración
vespertina se presenta como apertura del tiempo de Adviento y resuena como
antífona de todo el Año litúrgico: “Anunciad a todos los pueblos y decidles:
Mirad, Dios viene, nuestro Salvador" (...). Detengámonos un momento a
reflexionar: no usa el pasado —Dios ha venido— ni el futuro, —Dios vendrá—,
sino el presente: “Dios viene". Como podemos comprobar, se trata de un
presente continuo, es decir, de una acción que se realiza siempre: está
ocurriendo, ocurre ahora y ocurrirá también en el futuro. En todo momento
"Dios viene". (Benedicto XVI, Homilia 1º domingo de
Adviento 2006)
¿La Navidad ocurre? ¿Ocurrió u ocurrirá? La Navidad ocurre
en cada momento de nuestra vida, aunque la festejemos el 25 de diciembre. De
ahí procede la Esperanza que todo cristiano lleva con el. Por eso Juan el
Bautista habla en presente al llamar a que allanemos y preparemos el camino al
Señor. La Navidad es un tiempo presente que nos da sentido todo el año y con
especial relevancia, en el tiempo de Adviento.
Si han seguido las noticias, seguramente sabrán que en las
felicitaciones del Parlamento Europeo no existe la menor referencia a la
Navidad y el cristianismo. Europa nació como cristiandad y es triste que
nuestros políticos intenten borrar el sustrato cristiano de las fechas que
vivimos. Sin duda buscan ser “políticamente correctos” para no “ofender” a
colectivos anticristianos diversos. Lo que si es evidente es que olvidan la
Esperanza que significa el Nacimiento del Hijo de Dios. ¿Qué esperanza
tendríamos si únicamente tuviéramos que confiar en estos políticos?
Se acerca la Navidad, así que no nos privemos de felicitar
la Navidad a quienes nos rodean. Feliz Navidad estimado lector.
1 comentario:
Feliz y Santa Navidad.
Dios te bendiga siempre, Miserere.
Un abrazo
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