“Debemos
empezar, pues, una vez más como sigue: entender a Dios es difícil, pero
expresarlo es imposible, como enseñó, no sin habilidad –creo yo–, uno de
los "teólogos" griegos. Parecía haber entendido lo difícil que es
hablar de Dios y evitaba al mismo tiempo toda refutación para con lo que había
definido previamente como inexpresable. Yo pienso que hablar de Dios es
imposible, y entenderlo, más imposible todavía. Porque lo que se ha entendido,
tal vez podría ser explicado por la palabra, si no suficientemente, sí al menos
de una manera oscura, al que no ha viciado totalmente sus oídos ni ha vuelto
indolente su inteligencia. (San Gregorio
Nazianceno, Los cinco discursos teológicos, 28,4)
¿Cuántas veces nos hemos
preguntado las razones de que nuestra vida sea tal como es? Muchas veces nos
preguntamos por qué los problemas y las pruebas nos acucian y otras por qué no
podemos ser iguales a otras personas. Nadie tiene respuesta para estas
preguntas y es vano que hagamos consideraciones que intenten “medir” a Dios y
sus planes.
Es interesante lo que San
Gregorio nos indica: “entender a Dios es difícil,
pero expresarlo es imposible” ¿Cómo podemos hablar de Dios? ¿Qué
podemos decir de Él? ¿Podemos conocer su Voluntad completamente?
El Papa Francisco, en una de
sus homilías en la residencia de Santa Marta, contó lo que le sucedió después
de confesar a una religiosa ya anciana:
“Al
final de la confesión viendo que era una verdadera mujer de Dios, le
dije:'oiga, como penitencia, rece por mí, porque necesito una gracia, ¿eh? Si
usted se la pide al Señor, seguro que me la dará'. Se detuvo un momento, como
si rezara, y luego me dijo:"Claro que el Señor le dará la gracia, pero no
se engañe: se la dará a su manera divina”. Esto me hizo muy bien. Sentir que el
Señor siempre nos da lo que pedimos, pero a su manera divina. Y el modo
divino es esto hasta el final. La forma divina consiste en la Cruz, no por
masoquismo: no, no! Por amor. Por amor hasta el extremo”
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