Este
domingo celebramos el domingo de la Sagrada Familia. En muchas Diócesis hay
misas, manifestaciones o marchas a favor de la familia, como columna vertebral
de nuestra sociedad.
La
familia es un problema y un obstáculo para diversas ideologías contemporáneas.
Por ello se está intentando difuminar el significado y el entendimiento de la
familia a través de adoctrinamientos ideológicos cada vez mejor orquestados y
puestos en escena.
Pero,
como católicos, a lo mejor deberíamos de empezar a valorar y consolidar
nuestras propias familias. La familia es tan importante, que Cristo mismo la
tomó como referencia para definir la Iglesia:
Entre las muchas
imágenes utilizadas por
Jesús para iniciar el nuevo pueblo:
rebaño, invitados a las bodas,
plantación, casa de
Dios, ciudad de Dios, destaca como imagen preferida la de la familia
de Dios. Dios es el padre de familia, Jesús el dueño de la casa, por lo
cual es muy comprensible que se dirija a
los
miembros de este
pueblo, aunque sean
adultos, como a
niños. Estos últimos, finalmente,
se han comprendido
realmente a sí
mismos cuando, abandonando su
autonomía, se reconocen delante de Dios como niños (cf Mc 10,13-16). (Joseph Ratzinger, La Iglesia, 1, 2)