¿Somos realmente libres? Para ser libre necesitamos de dos características que no abundan en la mayoría de los seres humanos: conocimiento y voluntad. La ignorancia y la apatía, nos conducen directamente a la esclavitud del pecado. ¿Por qué?
San Gregorio de Niza nos habla del pecado original en unos términos que son muy claros e iluminadores. Nos dice que antes de pecar, el ser humano tenía tres privilegios frente a los demás seres irracionales: la inmortalidad, una voluntad única, unida a la Voluntad de de Dios y el conocimiento del rostro de Dios. Adán y Eva escuchan el llamado de Dios y ellos respondían. El diálogo entre creador y criatura daba sentido a cada instante de la vida de nuestros primeros padres. El pecado se sustancia a través de la desconfianza y la envidia que la serpiente cultiva en el corazón de Adán y Eva. Cuando comen del fruto prohibido se cumple el vaticinio de la serpiente, son como dioses, es decir independientes, pero se dan cuenta del gran engaño. Nadie pone a un niño de 3 meses a dirigir una gran empresa. ¿Por qué?
Porque desconoce todo lo que le rodea y su voluntad sucumbe a sus pasiones. Una vez se rompe el diálogo con Dios, sus decisiones no necesitan del conocimiento de la Verdad y su voluntad deja de verse fortalecida por la Voluntad de Dios. Lo que compraron como una "ascenso" al infinito, fue simplemente una terrible trampa. Estaban solos a merced de las leyes de su naturaleza animal y no tenían conocimiento ni voluntad para obrar el bien. Eran presa fácil de la serpiente, pero Dios tuvo misericordia y les regaló algo maravilloso: la sacralidad. Lo sagrado es el vehículo de comunicación que tenemos para acercarnos a Dios y recibir conocimiento y voluntad a través de la Gracia de Dios. Esta es la razón por la que los signos sagrados nos enlazan, religan, reconectan con Dios. Pero ¿Que sucede cuando nuestra religión olvida lo sagrado y se queda únicamente en lo inmanente?
El creyente medio actual, no es capaz de entender la importancia de lo sagrado. Las razones son diversas, pero habría que empezar por indicar que no se puede entender y dar valor a aquello que no nos han enseñado y de lo cual no tenemos vivencia alguna. Hoy en día la formación y la práctica religiosa, están siendo sustituidas por el activismo socio-cultural y por diversas formas de asociacionismo intraeclesial. Los creyentes siguen creyendo en Dios, pero no son capaces de comunicarse con Él, lo que les hace pensar que Dios está demasiado lejos y delega todo en la misma ignorancia e indiferencia que tenemos en nosotros mismos. Esto permite la aparición de muchos segundos salvadores que ofrecen versiones actualizadas de la religión y la vida espiritual. Formas que parten de transformar la religión para que se adapte a la voluntad creyente y no a propiciar la conversión que hace que el creyente se adapte a la Voluntad de Dios.
Los signos sagrados parecen destinados a guardarse en museos y rellenar tratados que pueblen las bibliotecas. Sólo tenemos que ver cualquier visita del Papa a un país y nos daremos cuenta que los momentos más importantes son los lúdico-emotivo-sociales. Los momentos en que los estadios se llenan y las bandas modernas comparten escenarios con testimonios de marketing emotivo, destinados a emocionar a quien los vea. No se intenta enseñar a comprender ni tampoco se busca ayudarnos a unir nuestra voluntad a la Voluntad de Dios. Incluso los actos litúrgicos tienen como escenarios las plazas, estadios o aeropuertos, olvidando que los espacios sagrados son los más adecuados. La Liturgia a veces deja mucho que desear, llegado a producirse abusos litúrgicos con facilidad.
Es fácil darse cuenta que separados de Dios somos más fácilmente esclavizados por estos segundos salvadores y sus ayudantes. Separados de la Belleza, la Bondad y la Verdad no podremos ir demasiado lejos en nuestro camino cotidiano. Al final alguna persona nos dirá que nos dejemos de tontería y nos dediquemos a ayudar a las demás personas. Si les preguntamos por la forma en que le tenemos que ayudar nos leerán una lista de acciones y actividades, pero en ellas seguro que Dios no aparece ni por asomo. Si nos atrevemos a decir que para comunicar amor a nuestros hermanos, primero tenemos que estar unidos a Dios, nos mirarán como quien ve a un salvaje prehistórico, tras lo que nos calificará como rigoristas o fundamentalistas.
Cristo nos dijo que la Verdad nos haría libres, no nos dijo que la libertad se consiguiese llenado el día de acciones, planificaciones y actividades diversas. Cristo es la Camino, Verdad y Vida. Sólo es posible llegar al Padre a través de Él. ¿A qué esperamos?
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