martes, 29 de agosto de 2023

Y vosotros ¿Quién decís que soy Yo?

El pasado domingo se leyó un pasaje del Evangelio de San Mateo que tiene bastantes aspectos interesantes sobre las que reflexionar. Entre estos aspectos hay uno sobre el que podemos reflexionar. Nos encontramos con un "peligro" en el que caemos con mucha facilidad: la subjetivación emotiva de la Verdad. Si releemos el Evangelio veremos que Cristo pregunta primero: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre? La gente indica lo que cada uno quiere creer, le gustaría que fuese o lo que es socialmente correcto. Después pregunta directamente a los Apóstoles: ¿Quién decís que soy yo?" Pedro no espera, indica lo que el Espíritu le dicta.

Devolvió el Señor la palabra al apóstol por el testimonio que dio de El: dijo Pedro: "Tú eres el Cristo, Hijo de Dios vivo" y el Señor le dijo: "Bienaventurado eres, Simón, hijo de Juan". ¿Por qué? "porque no te lo reveló la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos". Reveló el Espíritu Santo lo que no pudo revelar ni la carne ni la sangre. (San Jerónimo, tomado de la Catena Aurea Mt 16, 13-19)

El peligro que antes indicaba valorar la pregunta que hace el Señor desde la subjetividad personal y no sobre la Verdad. Pedro indicó claramente:  "Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo" y Cristo le dijo que "Bienaventurado eres, Simón, hijo de Juan: porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos". Creo que esto nos deja muy claro que Pedro respondió aquello que el Espíritu Santo le reveló directamente. No es lo que Pedro piensa, siente, le parece o intuye. Es la Verdad que se manifiesta en él con el objetivo de revelarse al mundo. Mundo que siempre se siente disgustado con la Verdad y que procura esconderla detrás de cualquier tramoya, simulacro divertido y bien visto.

Es muy frecuente que se indique que "no vale" repetir lo que indicó Pedro, como si la subjetivación fuese más importante que la Verdad. Si una persona se atreve a repetir las palabras que el Espíritu reveló a Pedro, es como si no quisiera "jugar" al aplaudido juego de los simulacros. Juego al que nos encanta jugar en esta era posmoderna. 

Preguntémonos ¿Qué es Cristo para nosotros? Puede ser que nuestra respuesta nos acerque a alguna de las aplaudidas caricaturas que representan al Señor en los tiempos que vivimos. Respuesta que resalta la emocionalidad subjetiva de cada uno de nosotros. Bueno, las caricaturas son justo eso caricaturas, no la Verdad que se hace carne y habita entre nosotros. 

Quizás nos acerquemos a lo que el Espíritu Santo indicó a Pedro. Entonces estaremos algo más cerca de la mano tendida que nos ofrece Cristo. La mano tendida que nos ayuda a salir de la sociedad líquida que nos ahoga. Tendríamos que preguntarnos si somos una moneda con el signo del Cesar o de Cristo. De esto podríamos hacer una nueva pregunta ¿Qué son los sacramentos para nosotros? ¿Son una costumbre o un signo sagrado que nos marca?

En nuestra sociedad posmoderna impera la cultura de la cancelación y esto también repercute en la Iglesia. Si tenemos impreso el signo de Cristo, seguro que somos ignorados por todas las corrientes eclesiales de moda. Nos mirarán de reojo y murmurarán. Seremos invitados a desaparecer porque estorbamos. Nos ignorarán como si no existiéramos. Pero no nos sintamos mal. Si repasamos las Bienaventuranzas nos encontraremos que:

Bienaventurados seréis cuando os insulten y persigan, y digan todo género de mal contra vosotros falsamente, por causa de Mí. Regocijaos y alegraos, porque vuestra recompensa en los cielos es grande, porque así persiguieron a los profetas que fueron antes que vosotros.

Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se ha vuelto insípida, ¿con qué se hará salada otra vez? Ya para nada sirve, sino para ser echada fuera y pisoteada por los hombres.

Vosotros sois la luz del mundo. Una ciudad situada sobre un monte no se puede ocultar; ni se enciende una lámpara y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en la casa. Así brille vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas acciones y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos. (Mt 5, 11-16)

No desesperemos, aunque nuestro ánimo tenga momentos más o menos oscuros. Las mareas las controla el Señor. Nosotros, debemos esperar su llegada con la lámpara de la Fe encendida. Para ellos, el aceite es imprescindible: Esperanza. Esta es la clave de la espera en los tiempos que vivimos.

martes, 8 de agosto de 2023

Sentido del Misterio en este siglo XXI que vivimos.

Puerta lateral de la Iglesia de Santiago, Torun, Polonia.

"Yo estoy a la puerta y llamo; si alguien oye Mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo" (Ap 3, 20)

Es verano y el calor nos ayuda a reflexionar con tranquilidad sobre lo que, durante el resto del año, casi no nos fijamos. ¿Por qué el Misterio Cristiano va perdiendo relevancia según pasan los años? Durante el Pontificado de BXVI, que Dios lo tenga en su gloria, el Misterio pareció revivir de forma milagrosa. Al menos se detuvo la caída que padecía desde los tiempos de la Revolución Francesa. 

En un sentido trascendente, el término "Misterio" se refiere a aquellas realidades que están más allá de la comprensión superficial, cotidiana y puramente evidente. El Misterio está asociado con aspectos profundos y ocultos de la existencia, la espiritualidad, la fe y la realidad. Para darnos cuenta del sentido del Misterio en el contexto actual, es necesario atender a las siguientes consideraciones:

Revelación personal: Los misterios a menudo están relacionados con experiencias de revelación personal y espiritual. Aquí, el individuo puede sentir que ha obtenido una comprensión directa e íntima de una verdad profunda que trasciende el conocimiento convencional.

Profundidad de conocimiento: Los misterios representan un nivel más profundo de conocimiento que no puede ser completamente capturado o explicado por las formas tradicionales de pensamiento o lógica. Estos conocimientos a menudo se transmiten a través de enseñanzas secretas, simbolismo y experiencias personales de revelación.

Simbolismo y alegoría: Los misterios a menudo se expresan a través de símbolos, analogías y alegorías que requieren una interpretación más allá de su significado literal. Un ejemplo son las parábolas. "El Reino de los Cielo es como..." nos permite entender de forma simbólica y alegórica, aquello que se nos hace imposible de entender por evidencias. Los Sacramento también se denominaban antes como Misterios, ya que exceden nuestra capacidad de comprensión y nos religan con Dios. Los símbolos pueden ayudar a hacer vivo aquello que es difícil de comunicar de manera directa.

Unión con Dios: En la Tradición Apostólica encontramos que los Misterios están relacionados con el deseo de unión con lo Divino, lo Trascendente. Acercarnos a los Misterios nos ayuda a tener más conciencia de lo que conecta, religa, con lo que está más allá de la realidad cotidiana.

Transformación personal: La exploración de los misterios a menudo conlleva un proceso de conversión profunda. Se trata de dejar que la Gracia de Dios haga el milagro de la transformación personal y espiritual. Al comprender y experimentar aspectos lo trascendente, las personas pueden experimentar cambios en su percepción, valores y sentido de propósito. Pero esto no ocurre por la "fuerza" personal, sino por la Gracia del Espíritu.

Exploración de la naturaleza de la realidad: Los Misterios también pueden involucrar preguntas profundas sobre la naturaleza de la realidad, la existencia y el propósito de la vida. Estas cuestiones a menudo desafían los paradigmas convencionales y pueden llevar a una comprensión más amplia de la realidad. Una realidad que padecemos sin llegar a comprender lo que hay tras ella.

Dicho todo esto, es necesario indicar que es complicado encontrar grupos o personas, que cultiven esta profunda devoción por los Misterios Cristianos. Lo normal es que seamos ignorados por las dos tendencias extremas: el tradicionalismo y el progresismo. No somos útiles para sus intereses humanos, por lo que no le llegamos a importar. Como pocos, casi nadie. No representamos peligro para el "status quo" del poder estructural eclesial.

En resumen, los Misterios representan conocimientos y experiencias que van más allá de lo superficial, cotidiano y lo evidente. Estos Misterios pueden estar relacionados con aspectos profundos de la existencia, la espiritualidad, la fe y la conciencia, y su búsqueda puede llevar a una mayor comprensión de la naturaleza de la realidad y la conexión con Dios. Nos ayudan a estar en "sintonía" con la melodía de la creación. Somos pocos, pero no dejamos que la llama de la lámpara se apague. 

sábado, 29 de julio de 2023

La Sagrada Sangre del Señor


 La Sagrada Sangre del Señor

La fe actual es principalmente vivencial y emotivista. Somos reacios ver más allá de las emociones que nos mueven o paralizan. Los símbolos, han dejado de ser algo que alimente la fe que tanto necesitamos. El problema del emotivismo es que es fluido, líquido. No es capaz de soportar cambios y desalientos. NO olvidemos los símbolos y profundicemos en ellos para ganar esperanza y confianza en Dios. Hoy comparto algunas reflexiones sobre un símbolo muy importante y profundo: la Sangre del Señor. 

¿Qué nos dice la Sagrada Sangre del Señor? La Sangre es un profundo símbolo de redención y salvación. La Sangre del Señor fue ofrecida por nuestros pecados. Además, es cada Eucaristía se consagran pan y vino, como Carne y Sangre de Cristo. Nuestra cultura religiosa da gran importancia al Cuerpo del Señor, que se nos ofrece por medio del pan eucarístico. Pero la Sangre parece que la tenemos algo olvidada. 

La Sangre del Señor es un tema sobre el que debemos meditar profundamente.  ¿Meditar, pensar, profundizar? ¿No se basa nuestra fe en sentir, hacer y en todo caso, divertirnos? Seguro que muchas personas se quedan en la cuarta parte de la mitad del Mandamiento principal. ¿Mandamiento principal? No crean, Cristo lo dejó muy claro:

Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente. El segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. (Mt 22,34-40)

¿A qué me refiero con la cuarta parte de la mitad? La sociedad actual nos reclama ser dóciles con lo que las estructuras sociales nos indican. Para ello es necesario vender un simulacro de "buenismo solidario" y filantrópico. Esta es la cuarta parte de la mitad a la que me refería. Solemos olvidar lo principal: amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente. ¿Con toda mi mente? ¿No se trataba de centrarnos en el emocionalismo y nada más? Leamos lo que nos dice San Agustín sobre el asunto:

Pues ¿Quién no ve que primero es pensar que creer? Nadie, en efecto, cree si antes no piensa que se debe creer. Y aunque a veces el pensamiento precede de una manera tan instantánea y vertiginosa a la voluntad de creer, y ésta le sigue tan rápidamente que parece que ambas cosas son simultáneas, no obstante, es preciso que todo lo que se cree se crea después de haberlo pensado. Y eso, aunque el mismo acto de fe no sea otra cosa que el pensar con el asentimiento de la voluntad. Porque no todo el que piensa cree, como quiera que muchos piensan y, sin embargo, no creen. Pero todo el que cree, piensa; piensa creyendo y cree pensando. (San Agustín. Tratado de la Predestinación de los santos, 2, 5)

Entonces, meditemos un poquito sobre la Sagrada Sangre de Cristo. Empecemos por tener claro la razón de que sea sagrada. ¿Qué es lo sagrado? Aquello que no muestra a Dios como por medio de una imagen y semejanza. Imagen, porque no podemos ver a Dios directamente. Semejanza, porque una realidad material sólo puede contener un reflejo de Dios. La Sagrada Sangre del Señor es un símbolo Sagrado que nos habla y nos colma de entendimiento. Un entendimiento que supera las limitaciones humanas y sociales, que nos rodean.

La sangre es lo que nos da la vida al circular por nuestro cuerpo. A través de ella se difunde el oxígeno y los nutrientes que cada célula de nuestro cuerpo necesita. La Sangre de Cristo es la Sangre que da sentido y fuerza al mundo. Se derramó en la Cruz, para que fuésemos sanados de nuestro pecado y pudiéramos reencontrar el Camino, Verdad y Vida, que Adán perdió en su momento. La Sangre del Señor cayó a la tierra y la misma tierra se revivificó con ella. Recordemos que la tierra tembló y hubo muertos que se levantaron de sus tumbas (Mt 27,52-54). Hasta uno de los centuriones que estaban en el Gólgota, viendo lo que sucedía, creyó.

Quizás hoy en día esto nos suene a película de terror de Hollywood, pero no olvidemos que fue escrito en los Evangelios y que todo lo escrito en ellos es Palabra de Dios. Tengo claro que actualmente los Evangelios se diseccionan para entresacar lo que conviene, desechar lo que va contra el buenismo de moda u olvidar aquello que no se sabe qué hacer con ello. Es el signo de los tiempos y debemos ser capaces de leer en este signo para discernir.

¿Qué simboliza la sagrada Sangre del Señor? Nos muestra que sólo en Cristo está la redención, el perdón y la santificación. Nos muestra que la Eucaristía es fundamental, porque nos acerca a Cristo sin otro mediador que el Espíritu Santo. Nos recuerda que podemos esperar en Dios y descansar en Él. El mundo tiembla cuando la Sangre del Señor cae en él. ¿Y todas las maravillas que nos ofrece el mundo actual? Son sólo apariencias vacías. Simulacros que nos distraen de lo esencial: Cristo como único Camino, Verdad y Vida.





domingo, 28 de mayo de 2023

Los templos se convierten en museos. ¿Dónde encontrar un espacio sagrado?

Altar del templo de Nuestra Señora, Torun, Polonia

Seguramente todos hemos visto cómo los templos más antiguos y bellos, se van convirtiendo en museos. Se realizan visitas turísticas guiadas donde lo que se resaltan los aspectos profanos, estéticos e históricos. Se olvida lo más importante, el sentido del espacio sagrado como catalizador o facilitador de nuestra cercanía con Dios. Verdad, Bondad y Belleza se desligan e incluso, se enfrentan. Para el ser humano del siglo XXI son fines inconexos e independientes. Para quien cree en Dios, son caminos que nos elevan y acercan a Dios.

Sin duda, hay personas que se convierten cuando acceden a un bello templo. ¿Por qué? Porque la admiración deja la puerta de su ser abierta. El Espíritu Santo consigue desbloquear el diapasón del espíritu y hacer que vibre a la frecuencia de Dios. Sucede como cuando tenemos una copa que vibra a la frecuencia de un sonido. Pero, los templos son espacios sagrados que los fieles podemos y debemos vivir de forma activa. No creo que haya muchos templos que utilicen la belleza para evangelizar a sus propios fieles. En las catequesis no se muestra el sentido que tienen las proporciones, formas, imágenes colores, música, cantos, ceremonias y hasta los movimientos y posturas que fieles y sacerdotes tomamos o realizamos. Incluso santiguarse frente al altar, tiene un profundísimo significado que nadie nos explica y señala. Si no comprendemos, ignoramos.

Cuando somos conscientes de esto, comprendemos la razón por la que la Liturgia va haciéndose más y más socio-cultural con el tiempo. Cuando no comprendemos las razón y sentido del Tesoro Escondido, lo terminamos usando como pisapapeles. Cuando la Perla valiosa es sólo una bonita bolita, la podemos usar para jugar. Cuando el Aceite de las Vírgenes sensatas se utiliza para freír comida, no tendremos reservas para esperar al Novio. Aquí tienen una bella imagen de un Cristo en la Cruz que tomé hace una semana en la Catedral de Toruń (Polonia). Es una imagen bella, sencilla. Si se fijan, tiene un reclinatorio justo debajo de ella. ¿Por qué?

Cristo crucificado Catedral de Torun (Polonia)

Podemos mirar la belleza de la imagen y pensar en su estilo artístico, formas, colores y antigüedad. Ahora, también podemos tomar una postura diferente a la de un simple turista y acercarnos y arrodillarnos delante de Dios frente a la imagen. Arrodillados podemos mirar la imagen y orar, meditar y sobre todo, abrir nuestro ser al Espíritu Santo. Entonces, quizás, veremos que la bella escultura es imagen y semejanza de la pasión del Señor. En la crucifixión, un sorprendido centurión dijo: ...este era verdaderamente el Hijo de Dios (Mt 27,54). ¿Podríamos decir, sentir y ser conscientes de ello? 

Quizás con la ayuda del Espíritu Santo podamos hacerlo. De rodillas, simbolizamos que humildemente dejamos que Dios nos llene de su Agua Viva y Espíritu. Sólo sin nacemos de nuevo del Agua y del Espíritu podremos entrar en el Reino de Dios (Jn 3,5-7). Pero ¿Qué es el Reino de Dios? Nos dejó claro el Señor que el Reino de Dios no es de este mundo (Jn 18,36). Al Reino de Dios se llega siguiendo el Camino, la Verdad y la Vida, que es Cristo. Cada vez que rezamos el Padre Nuestro pedimos que Reino de Dios venga a nosotros y nos llene de sentido. Frente a una imagen, dentro de un bello templo y con el ser abierto al Señor, veremos la Puerta que es Cristo y cómo invita a entrar: Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos (Jn 10, 9).

Actualmente no es sencillo andar las pisadas del Señor. Nunca lo ha sido. Tenemos miles de placenteras distracciones, aficiones y motivaciones, que nos señalan otras sendas diferentes. Quizás la senda socio-cultural es la que la Iglesia promociona con más fuerza. No es una mala senda, porque ayuda a los demás. Se ayuda por filantropía, por solidaridad, por ser ellos, pero se olvida que nuestros hermanos son imagen y semejanza viva de Dios. Nunca viene mal hacer el bien. Nunca es rechazable atender los aspectos sociales y culturales. Pero hemos sido llamados para elevarnos hacia el Reino de Dios al mismo tiempo que hacemos el bien en la tierra. 

¿Está mal convertir los templos en museos y fomentar las visitas turísticas? Si se hace con respeto, está bien, pero no deja de ser limitado y limitante. Pero quizás debamos recordar que la trascendencia, la sacralidad, nos llena de sentido. ¿Dónde encontrar un espacio sagrado actualmente? Recordemos que cada uno de nosotros somos templos del Espíritu. Quizás este sea el último reducto sagrado al que podremos acceder dentro de poco.




sábado, 6 de mayo de 2023

Clemente de Alejandría. ¿Qué es el Misterio Cristiano?


¿Qué es el Misterio Cristiano? Sin duda no es algo que haya sido ocultado por el ser humano. Tampoco es un conocimiento que unos pocos conozcan. ¿Por qué tan pocas personas han recibido catequesis sobre ello?

El Señor no reveló a muchos lo que no estaba al alcance de muchos, sino a unos pocos, a los que sabía que estaban preparados para ello, a los que sabía que podían recibir la palabra y configurarse con ella. Los Misterios, como el mismo Dios, se confían a la palabra (viva), no a la letra. Y si alguno objeta que está escrito que «nada hay oculto que no haya de manifestarse, ni escondido que no haya de revelarse» (Mt 10, 20), le diremos que la misma palabra divina anuncia que el secreto será revelado al que lo escucha en secreto, y que lo oculto será hecho manifiesto al que es capaz de recibir la tradición transmitida de una manera oculta, como la verdad. De esta suerte, lo que es oculto para la gran masa, será manifiesto para unos pocos. ¿Por qué no todos conocen la verdad? ¿Por qué no es amada la justicia, si ella está en todo el mundo? Es que los Misterios se comunican de manera misteriosa, para que estén en los labios del que habla y de aquel a quien se habla; o, mejor dicho, no en el sonido de la voz, sino en la inteligencia de la misma. Dios concedió, en efecto, a la Iglesia, «que unos fueran apóstoles, otros profetas, otros evangelistas, otros pastores y maestros, para perfeccionamiento de los santos, para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo» (Ef 4, 14) 21. (Clemente de Alejandría. Stromata. I, 1, 13, 2)

El Misterio Cristiano es la misma Gracia de Dios que nos transforma para ser bienaventurados. Nos transforma según el designio de Dios. Cada cual con su carisma y talentos. Todos, unidos y reunidos en Nombre del Señor, conformamos un maravilloso mosaico. Pero no nos podemos quedar como elementos pasivos e indiferentes. Dios llama a nuestra puerta y espera a que le abramos. ¿Por qué ignoramos que espera a que nosotros le invitemos a entrar?

Tenemos que rogar a Dios que haga posible para que abramos la Puerta cuando Él llama. Sólo Él tiene Palabras de Vida Eterna. Él es el Logos de Dios. No le dejemos esperando fuera.

martes, 18 de abril de 2023

¿Qué somos los cristianos del siglo XXI? Parásitos o figurantes



¿Qué somos los cristianos del siglo XXI? He leído una serie de frases interesantes de un Obispo estadounidense. Un obispo que tuvo un fuerte impacto evangelizador en su tiempo. Mons Fulton Sheen:


Un católico que no se esfuerza de difundir su Fe es un parásito en la vida de la Iglesia. Quien no da fruto es como un árbol derribado en el camino, que impide la marcha del ejército de Dios. Quien no es un espíritu conquistador es un renegado (Mons. Fulton J. Sheen. "The Cries of Jesus from the Cross: A Fulton Sheen Anthology", p. 239)

Parásito es un animal que se alimenta de las sustancias que elabora otro ser vivo de distinta especie, viviendo en su interior o sobre su superficie, con lo que suele causarle algún daño o enfermedad. Yo no llamaría “parásito” a todos los católicos que no evangelizan. Muchos católicos no evangelizadores no se nutren de la Iglesia ni se aprovechan de ella. También es cierto que los católicos no evangelizadores sí generan daños o enfermedades eclesiales, empezando por el sobredimensionamiento de las estructuras humanas. Personalmente, me parece que los católicos no evangelizadores son más bien, figurantes o extras, de una gran obra. Estos figurantes forman parte del decorado, pero no resultan esenciales en la trama ni en el montaje de la obra. Tampoco tienen razones para conocer la obra, ya que sólo actúan haciendo lo que les dicen que hagan. Coincido con Mons Fulton en que un católico no evangelizador es como un árbol derribado en el camino, pero no veo que detengan al “ejercito de Dios”. Podemos generar problemas o enlentecer la marcha. Pero no podemos detener a la Voluntad de Dios.
Sigamos con el texto. ¿Quién no es un conquistador es un renegado? Creo que no es algo tan sencillo de enunciar. El evangelizador no es un conquistador, sino algo mucho más humilde. Se trata de lanzar las Semillas del Reino. El sembrador no necesita conquistar nada. Encontramos nuestro sentido en la propia difusión del Evangelio. Según cada tipo de suelo, las semillas darán lugar a frutos mejores, peores o ningún fruto. Pocas semillas germinan realmente. Cristo lo indico cuando dijo que muchos son los llamados, pero pocos los escogidos (Mateo 22:14). Esto lo deja claro Mons Fulton J. Sheen en el siguiente párrafo de la cita:

La antorcha de la fe nos fue dada no para deleitar nuestros ojos, sino para encender las antorchas de nuestros semejantes. Si no nos quemamos y no estamos en llamas por la Causa Divina, una invasión glacial barrerá la tierra, entonces será el fin, porque: “Cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe en la tierra?” (Lc 18,8) (Mons. Fulton J. Sheen. "The Cries of Jesus from the Cross: A Fulton Sheen Anthology", p. 239)

Quien no se humilla ante Dios, nada puede. No está nada claro que Cristo encuentre fe en la tierra, cuando vuelva. ¿Por qué? Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos. Por muchas Semillas que lancemos no serán muchos los que se interesen realmente. Ir al Banquete requiere dejar lo que estamos haciendo para seguir al Señor. Esto es hoy en día muy complicado. La “invasión glacial” que Mons Fullton señala siempre ha existido. Incluso en los tiempos en que la cristiandad era una sólida realidad político-social y cultural. Entonces eran pocos los que pasaban del primer escalón de atrio de la sala de invitados al banquete. Allí se quedaban como los mercaderes del templo. Ocupados con sus negocios e indiferentes a la trascendencia que les espera en el Sancta Sanctorum. Hoy nos pasa lo mismo. Lo que nos diferencia es que ya no hace falta aparentar lo que no somos. Simplemente nos reímos de quienes llaman al Banquete, No nos hace falta aparentar en el Atrio. ¿Atrio? ¿Qué tiene que ver un atrio con esto? Atrio no es una palabra más dentro de este humilde texto que está leyendo. Tiene sentido llamarlo así. Veamos la razón: Atrio (del latín atrium) fue el patio de entrada a la típica casa romana. También existía en algunos templos romanos. Su utilización paso de la arquitectura romana a la paleocristiana y de esta a la medieval. Es el patio con cerramiento porticado, que precede a la entrada de un edificio. ¿Qué función tenía este espacio? Era una zona de espera para las personas interesadas en conocer la fe. Era un espacio especialmente dedicado la primera evangelización. Muchos católicos llegan al atrio siendo muy jóvenes, pero nadie les conduce dentro. Su conocimiento y entendimiento de la fe, no pasa de ser socio-cultural y nadie se preocupa de ello. Se podría llamar “cristianismo horizontal”. Un cristianismo centrado en lo puramente humano y social. ¿Qué pasaba cuando en el pasado una persona era evangelizada y quería entrar en el templo? En ese momento empezaban las catequesis pre-bautismales. No se realizaban en le atrio, sino en el nártex. ¿Nártex? Otra palabra nueve ¿Qué era el nártex? El nártex era una sala techada entre el atrio y la puerta del templo. Era un espacio que guarecía a los que estaban allí y que además, propiciaba el recogimiento y cierta discreción en los temas que se trataban. Una vez la persona había sido bautizada, ya podía entrar en el templo en las celebraciones sacramentales. Pero no era el final. Mientras no recibiera la comunión tenía que volver a salir una vez acababa la Liturgia de la Palabra. Para estar presente en la Eucaristía, era necesario haber recibido por primera vez este sacramento. Para recibirlo, se necesitaban catequesis mistagógicas y pruebas evidentes de compromiso. Hoy en día hay unos pocos cristianos en el Nártex. Esperan catequesis que les muestren los “Misterios” y les ayuden a ser conscientes de su Fe. Esperan que las puertas del templo se abran y el velo se rasgue. Como pueden ver, el acceso a la fe iba desarrollándose en etapas, de forma similar a lo que hacemos ahora, pero con objetivos muy diferentes. Nos pasa como en muchas cosas, nos quedamos en lo aparente y olvidamos lo esencial. Nos gusta poner por delante el “aggiornamento” en las formas y despreciamos lo sustancial del ser profundo. El marketing prioriza la propaganda sobre la propagación de la Fe. Este marketing no es algo inocuo. Nos distrae de lo sustancial. Hace que obviemos las “incómodas” bases de nuestra fe. Por ejemplo, eso de negarnos a nosotros mismos o que todo el que quiera salvar su vida, la perderá. No lo digo yo, está bien escrito en los Evangelios. Volvamos a la pregunta inicial ¿Qué somos los cristianos del siglo XXI? Somos pobres criaturas, imperfectas, llenas de problemas, dudas, enfrentamientos, limitaciones y acosadas por la sociedad. Si algo sale bien, es porque Dios mueve las mareas. En nuestra soberbia, creemos que “lo podemos todo” sacando y echando agua con dedales de costura. Mientras, nos peleamos entre nosotros para ver quien mueve más agua. Así somos. Nos creemos protagonistas, pero no llegamos casi ni a figurantes. Lo importante es que no perdamos la esperanza. No nos insultemos ni nos menospreciemos. Si alguien nos pisa, retirémonos para pedir perdón a Dios, sin insultar ni menospreciar a quien lo ha hecho antes con nosotros. Ya se dará cuenta de su error. Tiempo al tiempo. Repasemos la parábola del Publicano y el Fariseo. Quien salió justificado no fue quien más soberbia mostraba. Dios es quien controla las mareas del mundo. Si permite que caigan las torres de Babel, es porque la esperanza no está en ellas sino en pentecostés. La esperanza no está en que construyamos elevadas torres para llegar a Dios y que las gestionemos entre nosotros. La esperanza está en Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo. ¿Pero no hemos vivido un pentecostés hace algunas décadas? Me remito a lo que esperábamos y los síntomas que padecemos actualmente. Llegará el nuevo Pentecostés, no tengamos duda en ello. Pronto veremos la Tierra Prometida desde lo alto del monte Nebo. Ya falta poco, pero todavía es necesario esperar.

sábado, 8 de abril de 2023

¡Christos anesti! ¡Cristo ha resucitado!


Según nos relata San Lucas, María Magdalena y Juana, y María, madre de Santiago, fueron al sepulcro y se encontraron a dos ángeles que les indicaron que no buscaran allí a Quien ha resucitado. Beda el Venerable, uno de los Primeros Padres de la Iglesia, nos habla de ello y del significado de cada elemento del relato de San Lucas.


En sentido místico puede decirse que las mujeres vinieron muy temprano al sepulcro, dándonos un ejemplo, para que vengamos a recibir el cuerpo del Señor tan pronto como desaparezcan las tinieblas de los pecados. Porque aquel sepulcro es figura del altar del Señor, en que los misterios del Cuerpo de Cristo deben consagrarse no en seda ni en paño teñido, sino en hilo puro, imagen de la sábana con la que José lo envolvió; porque el lienzo puro debe consagrarse. Y así como El ofreció a la muerte todo lo que tenía de humano, por testimonio de gratitud debemos ofrecerle sobre su altar, lo más puro de cuanto produce la tierra, lo más inocente y mortificado por medio de la penitencia, así ofreceremos el lino sobre el altar. Los aromas que llevaron las mujeres significan el olor que deben producir nuestras virtudes y la suavidad de nuestra oración, con las que debemos aproximarnos al altar. La separación de la losa representa la resiembra de los misterios que estaban encubiertos con el velo de la letra de la Ley, escrita en piedra. Pero una vez quitada la piedra que cubría el cuerpo del Señor no se le encuentra muerto sino que se le anuncia vivo, porque aun cuando hemos visto vivir a Jesús en carne mortal, ahora ya no lo vemos. "Si conocimos a Cristo según la carne, mas ahora ya no le conocemos" (2 Cor 5,16). Como vemos que los ángeles se encuentran rodeando el cuerpo del Señor en el sepulcro, así debemos creer que también se encuentran tributándole homenaje en la consagración. Por lo tanto nosotros, a imitación de las santas mujeres, cuantas veces nos acerquemos a los Sagrados Misterios, debemos inclinar nuestra frente al suelo por respeto a los ángeles y reverencia a la Santa Ofrenda, recordando que somos tierra y ceniza (Beda el Venerable. Catena Aurea Lc 24, 12)

¡ Christos anesti. Alithos anesti !
¡ Cristo ha resucitado. Verdaderamente ha resucitado ¡
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...