domingo, 31 de marzo de 2024

Resurrección y vida. Feliz Pascua.

 


La resurrección de Cristo nos muestra que la muerte no es el último destino del ser humano. También nos dice que la vida no es el único tiempo que debemos de considerar, ya que después de morir encontraremos la Mano de Dios, tendida. Lo esencial es ser capaz de no rechazar la Mano tendida de Dios. Si no rechazamos esta Mano, podremos vivir en la Gloria, aunque tengamos que pasar un tiempo de purificación en el Purgatorio. Pero, si la rechazamos, entonces viviremos una vida de eterna lejanía de Dios.

Hoy celebramos la Resurrección de Cristo, lo que conlleva convertirnos en signo de discordia con el mundo que nos rodea. Un mundo que valora más la muerte que la vida. La eutanasia se promociona y hasta se han creado rituales laicos de despedida festiva de quien decide suicidarse. Nosotros, los cristianos, no damos más valor a la muerte que a la vida. Tampoco damos más valor a la vida, que a la gloria eterna. Tampoco damos más valor a las apariencias emotivistas que nos ofrecen las ideologías imperante. Somos un incordio para los planes de los grupos de poder. Por eso intentan silenciarnos o ignorarnos.

Parecía, pues, que se había satisfecho la sentencia ya que el hombre -que había sido hecho para vivir si no pecaba- comenzaba a morir. Con todo, a fin de que la gracia de Dios perdurase, murió el hombre, pero Cristo halló la resurrección, es decir, que El quiso reintegrar el beneficio celestial que se había perdido por el fraude de la serpiente. Ambas cosas (muerte y resurrección) fueron, pues, para nuestro favor, porque la muerte es fin de los pecados y la resurrección es reformación de la naturaleza (San Clemente de Alejandría. Los sacramentos. I, IV, 17)

El fraude de la serpiente: "seréis como Dios" y nosotros seguimos creyendo esta mentira encubierta que el enemigo nos susurra al oído cada día. El mundo nos muestra sus dientes dispuestos a morder si aceptamos que Cristo nos conforme como símbolos de Él el mundo. Nos desecha si abrimos a Cristo, que llama a la puerta de nuestro ser. Nos desprecian si mostramos cada uno de los simulacros que utiliza para engañarnos.

En Pascua, el poder del enemigo desaparece. La muerte ya no es una frontera que limita. Tampoco es el final idílico de la sinrazón de la vida. La muerte dará paso a la vida.

¡FELIZ PASCUA!




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