En el libro de las Confesiones, [San Agustín] nos recuerda la importancia que para su conversión tuvo la experiencia estética: «¡Tarde te amé, belleza tan antigua y tan nueva, tarde te amé!». Esta añoranza recordaba la insistente búsqueda de aquella hermosura infinita por la que su alma suspiraba día y noche. La influencia platónica aflora al interpretar el ascetismo cristiano como purificación progresiva de la vida y de la mente. Bajo el impulso del amor, nos muestra el ascenso escalonado hasta aquella Belleza suprema y absoluta que se manifiesta al mundo en el misterio de Cristo. El resplandor de este misterio incluye cierta luz, cierta voz, cierta fragancia e incluso cierto alimento o abrazo interior: «Esto es lo que amo cuando amo a mi Dios». Lo que en realidad resplandece en su alma es el amor a la belleza primordial: «La belleza sobre toda belleza». Y aquí precisamente radica la clave de la estética teológica de san Agustín: el apetito sobrenatural, que conduce al hombre a buscar libremente la verdad y a amar espontáneamente la belleza. Este será el camino que nos lleve al Padre por medio del Hijo y bajo la acción del Espíritu. (P. Jesús Casás. Belleza y vida de fe)
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Mañana celebramos la Epifanía del Señor. Es decir la Navidad como manifestación de Dios. En los primeros siglos, la fiesta de la Navidad estaba unida a la Epifanía y se celebraba el 6 de enero. Las Iglesias orientales, en su mayoría, siguen celebrando la Navidad y Epifanía juntas.
Tomando el texto del Padre Jesús Casás como palanca, tal vez podamos entender esta manifestación de lo alto como algo más que un hecho histórico y costumbrista. El cuadro de Gentile de Fabriano que incluyo al inicio de la entrada nos ayuda a ver el suceso por medio de la belleza que tuvieron que admirar los Magos de Oriente. Belleza y perfección construidas sobre sencillez y humanidad. Dios encarnado en un niño y presente en una humilde cueva-establo.
Los Magos tuvieron que captar todo el significado y simbolismo de la escena y maravillados arrodillarse desbordados por un goce interno que solo podemos expresar como la “belleza sobre toda belleza”.
Pero este asombro y goce no es algo del pasado. Nosotros tenemos la oportunidad de contemplar la escena y también desbordarnos de goce ante el milagro actual y eterno de la Palabra hecha carne que habita entre nosotros.
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Jesús mío. Dios eterno manifestado.
Viniste al mundo para dar tu vida divina a todos nosotros.
Quisiste hacerte sacramento para conservar y fortalecer nuestra vida sobrenatural,
frente a las debilidades y faltas de cada día.
Te pedimos humildemente que nos ayudes a
asombrarnos de tu manifestación eterna y cotidiana.
Llénanos de Tu Espíritu Divino y
condúcenos hacia Tu Sagrado Corazón.
Amén.
Feliz Navidad.
5 comentarios:
«Esto es lo que amo cuando amo a mi Dios».
Creo que haré mías estas palabras.
Me ha encantado el texto de Casás. Es claro que Epifanía y Navidad son una sola cosa. La Navidad es la manifestación de Dios...en un niño desnudo, en un establo y reconocido por pastores, impuros en israel, y por los Magos, paganos, extranjeros...
Ahí es donde se nos sigue manifestando hoy: en la contemplación, y en los marginados. un abrazo: Joan Josep
Gracias por dejar unas palabras Joan Josep
Ruego a Dios para que nos ayude a no olvidar que El se manifiesta incluso en lo cotidiano e inmediato...
Gracias :)
Si...cierto! Es la BELLEZA más sublime ese NIÑO DIVINO que lleva en si mismo la ESENCIA DEL SEÑOR DIOS Y PADRE, ESPIRITU DE MAXIMA PUREZA Y LUZ.
Le descubrí nacer...hace un tiempo...en mi interior, hermano. Desde entonces...nada más puedo hacer que sguirle, Amarle sin mesura...y dar testimonio de SU BELLEZA, PLENITUD, GOZO Y AMOR.
Un Nuevo y bello Abrazo en CRISTO.
Gracias por tus palabras Carmen :)
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