"Y vino Jesús a las partes de Cesárea de Filipo: y preguntaba a sus discípulos, diciendo: "¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?" Y ellos respondieron: "Los unos, que Juan el Bautista; los otros, que Elías; y los otros, que Jeremías, o uno de los Profetas". Y Jesús les dice: "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?" Respondió Simón Pedro y dijo: "Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo". Y respondiendo Jesús, le dijo: "Bienaventurado eres, Simón, hijo de Juan: porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos."(Mt 16,13-17)
Leyendo el libro de José Antonio Pagola: “Jesús, aproximación histórica”, me encontré con una interpretación de este pasaje evangélico, que resume perfectamente las razones que han llevado a muchas personas a rechazar esta obra:
“Transcurridos veinte siglos, cualquier persona que se acerca con interés y honestidad a la figura de Jesús, se encuentra enfrentado a esta pregunta: «¿Quién es Jesús?». La respuesta solo puede ser personal. Soy yo quien tengo que responder. Se me pregunta qué digo yo, no qué dicen los concilios que han formulado los grandes dogmas cristológicos, no qué explican los teólogos ni a qué conclusiones llegan hoy los exegetas e investigadores de Jesús.”
No se si se han parado a pensar que en los evangelios no se describe físicamente a Jesús y es el personaje principal de todos ellos. Tampoco se describen directamente sus costumbres, vestimentas o su personalidad. Se sabe poco de su niñez y nada de su juventud. Se conoce poco de las circunstancias que vivió en su pueblo y con su familia. Solo disponemos de retazos aislados que nos hablan del Jesús histórico y humano que Pagola intenta reconstruir.
Podríamos preguntarnos la razón de que el mismo Cristo no se presentó, ni colocó su humanidad, como elemento central. Podríamos hasta preguntarnos por qué no escribió un libro con toda su doctrina, a fin de que pudiera llegar a nosotros sin intermediarios. ¿Por qué?
La razón de ello la da Pedro en el pasaje que providencialmente recoge San Mateo. Lo que digan unos u otros de quien es Jesús es lo de menos. La revelación del Padre es que El está por encima de la naturaleza humana que empleó para manifestarse. Precisamente nos legó los sacramentos como el Camino que nos lleva a la Verdad, que está más allá del aparente vacío de información existente.
A poco que se razone, podemos darnos cuenta de que con los retazos de Jesús, que encontramos en los evangelios, es posible confeccionar millones de humanidades creíbles de Jesús. Con estos retazos, siempre podremos recrear la imagen que más nos interese personalmente. Pero me temo que este no es el camino.
Parece que se nos olvida que Jesús dejó claro cual era su objetivo: la salvación de cada uno de nosotros. “He venido para que tengáis vida y la tengáis en abundancia” (Jn 10, 10). San Juan, en su prólogo es categórico al decir que Cristo es la Luz que ilumina las tinieblas. Es la Palabra de Dios revelada a los hombres.
Por lo tanto, no se trata de que nosotros busquemos una respuesta personal a la pregunta de quién es Cristo. Se trata de pedir y aceptar la revelación de Dios, que tan claramente ofrece San Pedro. De otra manera no podremos tener nunca un Cristo único, que nos una a todos los cristianos. Solo tendremos sombras humanas, subjetivas y personales que, a lo sumo, justifican nuestro particular egoísmo.
También es necesario darnos cuenta que las lagunas que Cristo dejó sobre si mismo, son importantísimas. Gracias a ellas podemos admirar el Mensaje Cristiano y el Misterio subyacente con toda claridad. En la revelación de Dios nada queda al azar o a la interpretación personal. La Luz revelada es el centro del Cristianismo. Deberíamos tratar de poner como centro la Palabra y la Revelación de Dios mismo y dejarnos de reconstrucciones que impiden ver el Camino, la Verdad y la Vida.
Cuanta confusión y desunión existe dentro de la Iglesia. Cuantos cristos personales y hasta sincréticos pululan por nuestras comunidades.
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Padre Nuestro que enviaste a Tu Hijo a derribar los muros y a darse a todos, sin distinción, como Camino, Verdad y Vida.
Te suplico, en unión de todos los hermanos y hermanas
de toda denominación, Iglesia y comunidad,
que nos muestres la Verdad más allá de nuestros egoísmos personales,
tal como hiciste con Pedro.
Solo así podremos vivir en unidad y podremos
traer Tu Reino a este mundo lleno de discordias.
Amén
4 comentarios:
Ciertamente, veinte siglos después, la historia sigue girando en torno a esta pregunta. Tu post, estimado, es muy iluminador y lo comparto.
Gracias Roberto. Un abrazo fraterno :)
Dijiste: "la Verdad, que está más allá del aparente vacío de información existente".
Y en eso coincido, porque eso no me ha hecho nunca falta el famos Jesús histórico, sería como que me hiciera falta esa parte de mi que se que es un misterio.
No se, al ser humano hoy, como que de tanto centrarse en si mismo, se pierde de vista, no te parece?
Así es como también pierde a Cristo de vista.
El Jesús histórico y humano es una quimera que nos oculta lo verdaderamente importante. Dios manifestado entre nosotros.
Gracias... y saludos :)
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