Los apóstoles vieron al Señor en su gloria cuando fue transfigurado en el Monte Tabor; pero más tarde, en la hora de su Pasión, huyeron temerosos. Así es la fragilidad humana. En verdad, somos ciertamente de esta tierra; más aún: de esta tierra pecadora. Por eso el Señor ha dicho: Sin mi no podéis hacer nada (Jn 15, 5).
Cuando la Gracia está en nosotros, somos verdaderamente humildes; entonces nuestra inteligencia está más viva, y somos obedientes, dulces, agradables a Dios y a los hombres. Pero cuando perdemos la Gracia, nos secamos como un sarmiento cortado de la vid. Si alguno no ama a su hermano por el cual el Señor ha muerto entre grandes sufrimientos, es señal de que él mismo se ha separado de la Vid. Pero el que lucha contra el pecado, estará con el Señor al igual que la vid es llevada por el sarmiento (San Silvano)
Solo el Señor da sentido a lo que somos y hacemos. Sin El no somos nada más que hojas secas al viento, que no saben de donde vienen ni adonde van. Hay quien llama libertad, a la ignorancia de la Verdad… pero la Verdad es la que verdaderamente nos hace libres.
San Silvano nos indica claramente en qué lugar entre el pelagianismo y el quietismo, está el verdadero cristianismo.
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Señor derrama tu gracia sobre nosotros y ayúdanos a ser herramientas útiles a tus designios. Amén
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