martes, 16 de noviembre de 2010

La Divina Providencia

La creación tiene su bondad y su perfección propias, pero no salió plenamente acabada de las manos del Creador. Fue creada "en estado de vía" ("in statu viae") hacia una perfección última todavía por alcanzar, a la que Dios la destinó. Llamamos divina providencia a las disposiciones por las que Dios conduce la obra de su creación hacia esta perfección: Dios guarda y gobierna por su providencia todo lo que creó, "alcanzando con fuerza de un extremo al otro del mundo y disponiéndolo todo con dulzura" (Sg 8,1). Porque "todo está desnudo y patente a sus ojos" He 4,13), incluso lo que la acción libre de las criaturas producirá. [Concilio Vaticano I]

El testimonio de la Escritura es unánime: la solicitud de la divina providencia es concreta e inmediata; tiene cuidado de todo, de las cosas más pequeñas hasta los grandes acontecimientos del mundo y de la historia. Las Sagradas Escrituras afirman con fuerza la soberanía absoluta de Dios en el curso de los acontecimientos: "Nuestro Dios en los cielos y en la tierra, todo cuanto le place lo realiza" (Ps 115,3); y de Cristo se dice: "si él abre, nadie puede cerrar; si él cierra, nadie puede abrir" (Ap 3,7); "hay muchos proyectos en el corazón del hombre, pero sólo el plan de Dios se realiza" (Pr 19,21).

Así vemos al Espíritu Santo, autor principal de la Sagrada Escritura, atribuir con frecuencia a Dios acciones sin mencionar causas segundas. Esto no es "una manera de hablar" primitiva, sino un modo profundo de recordar la primacía de Dios y su señorío absoluto sobre la historia y el mundo y de educar así para la confianza en El. La oración de los salmos es la gran escuela de esta confianza.

Jesús pide un abandono filial en la providencia del Padre celestial que cuida de las más pequeñas necesidades de sus hijos: "No andéis, pues, preocupados diciendo: ¿qué vamos a comer?, ¿qué vamos a beber?... Ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso. Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura"(Mt 6,31-33). (Catecismo de la Iglesia Católica 302-305)

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En nuestra vida muchas veces nos sentimos abatidos, vencidos, llenos de incertidumbres… entonces parece que Dios desapareciera de nuestro lado y estuviésemos a merced de un universo sin más sentido que el caos. Oscuridad, dudas y pesar anidan en nuestro corazón.

Cuando vemos que lo creemos necesario e importante se derrumba delante de nosotros, que fácil es pensar que los demás son los culpables de ello. Nos convertimos en víctimas de la iniquidad de los demás. Qué difícil es aceptar que la Voluntad de Dios es la que se expresa cada minuto en el universo. 

Pero, lo que sentimos en esos momento merece ser entendido para aprender. La apariencia de poder, capacidad y empuje desaparece y nos encontramos con lo que somos realmente. Somos débiles, limitados e imperfectos. Sentir lo que somos duele en lo profundo de nosotros, ... pero también es una oportunidad de dejarse llenar por la voluntad de Dios.

Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte. (2Cor 12,10)

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Señor, acepto mis debilidades y te las ofrezco.
No puedo por mi mismo, Señor. Sé que es imposible.
Lo que esperaba no es posible. Señor, estoy equivocado.
Pero este dolor no es sólo mio.
Te ruego por mis hermanos y hermanas que
en el día a día sienten que nada tiene sentido.
Permíteles conocer que Tu eres sentido, fuerza, voluntad y sabiduría.
Por último, ayúdame Señor. Sin Ti no soy nada.
Amén

2 comentarios:

El Estudiante dijo...

Manteneos firmes, sujetos los lomos con la verdad, revestidos de la armadura de la justicia,

nos enseña el Señor en Efesios 6, 14.

Hablas bien de la Providencia del Señor. Dices: Qué difícil es aceptar que la Voluntad de Dios es la que se expresa cada minuto en el universo.

Es verdad, es difícil. Pero todo lo podemos en Aquel que nos conforta, como dice el Apóstol.

Si estamos en Gracia no hay nada que temer.

Los cargadores, para sostener el paso con la cruz del Señor, se sujetan los lomos con una faja, para no quebrarse por el peso.

Nosotros nos sujetamos los lomos CON LA VERDAD, dice Efesios 6, 14, así sujetamos el peso de esa cruz de abatimiento que dices, y firmes en Cristo, por la Gracia, todo lo podemos.

Lo difícil se hace fácil, porque es Cristo quien lo hace.

Entre la providencia con que Dios cuida de sus criaturas y del universo, y el cuidado paternal con que cuida de nosotros, hijos suyos por la fe en Cristo , hay un abismo. Pues somos hijos, y ¿qué Padre no cuida de sus hijos?

Abandonémonos en Cristo, que tenemos Padre, y la fuerza del Espíritu.

Un abrazo fuerte en el Señor, desde su Madre

Miserere mei Domine dijo...

Nos hace falta confiar en Dios y no desesperar. Nunca sabemos cuando y como nuestras plegarias serán escuchadas y Dios no reglará sus dones.

Gracias por tu comentario Alonso :)

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