Vuelvo hoy al texto de San Gregorio de Niza, ya que tiene muchos elementos sobre los reflexionar y encontrarnos con Cristo y la Iglesia:
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Sabemos muy bien que entre ustedes la regla de la piedad está establecida en la recta doctrina. Ustedes creen firmemente que hay un solo Dios en bienaventurada y eterna Trinidad. Este Dios no sufre absolutamente ningún cambio, sino que debe ser pensado y adorado en una sola esencia, una sola gloria y una voluntad idéntica en sus tres hipóstasis. Hemos recibido esta confesión de muchos testigos, y la proclamamos nosotros también, para gloria del Espíritu que nos lavó en la fuente del sacramento.
Sabemos que esta profesión de fe, piadosa y sin error, firmemente establecida en el fondo del alma, la tenemos en común con ustedes; y conocemos el impulso de ustedes y la ascensión de sus actos hacia el bien y la beatitud; por eso nos limitaremos a escribirles algunos breves principios de instrucción. Los elegimos entre los escritos que nos dio el Espíritu, y en muchos lugares mencionamos las mismas palabras de la Escritura, para apoyar lo que decimos sobre su autoridad y para manifestar que le estamos subordinados. Así no tendremos la impresión de abandonar la gracia de arriba para producir nosotros mismos las elucubraciones ilegítimas de un pensamiento bajo y sin valor, ni de forzar con las filosofías del exterior nuestros ejemplos de piedad, para introducirlos subrepticiamente en la Escritura después de haberlos hecho brotar de una vana presunción.(San Gregorio de Nisa, La Meta Divina y la Vida Conforme a la Verdad Cap 2, fragmento)
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La humildad de San Gregorio de Niza (330-400) nos indica cómo hemos de cuidar y venerar la Tradición de la Iglesia. Esta Tradición se recibe y se guarda como un tesoro, ya que es a través de ella, cómo podemos entender con certeza la Palabra de Dios y a la Iglesia.
Hoy en día tenemos la tendencia a creernos mejores que los propios Apóstoles e incluso que Cristo mismo. Nos arrojamos la capacidad de re-interpretar todo el legado cristiano para re-crear con libertad absoluta nuestra religión.
Así aparecen con tanta facilidad "cristos personales" e "iglesias personales" creados a la medida de cada cual. Lo malo no es que aparezcan, sino que cada cual decide defender su "cristo personal" y su "iglesia personal" como el verdadero Cristo y la verdadera Iglesia.
El Reino de Dios solo puede venir a nosotros si estamos unidos y formamos una verdadera y única comunidad. Pensar que Dios quiere de nosotros es que cada cual piense y entienda lo que quiera, es impedirnos a nosotros mismos actuar sobre el mundo con coherencia.
Muchas veces me han preguntado por lo extraña "oración llamada Credo". En ella no se piden nada, ni se alaba, ni se ofrece nada a Dios. Es triste que tantas personas católicas, incluso practicantes y comprometidas, no sepan que el Credo no es una oración. El Credo es la profesión de nuestra Fe. Es decir, una manifestación pública y comunitaria de todo lo que nos une y fundamenta el Reino de Dios.