El ser
humano del siglo XXI se cree inmune a la acción de mal sobre él. Somos como
locos que vivimos ignorando que somos herramientas de Dios o del diablo. Las
tentaciones de Cristo son un texto maravilloso, ya que nos hace ver tres cosas:
el diablo existe, todos somos tentados, cualquier oferta de un sustituto de
Dios es un engaño del maligno. En cada una de las tentaciones de Cristo, se
resumen nuestras tentaciones:
- Desconfiar de la Divina
Providencia y creernos capaces de solucionar nuestras necesidades por
nosotros mismos. Es la tentación del pelagianismo, que olvida la Gracia de
Dios.
- Desconfiar de nuestra
voluntad y dejarlo todo en manos de Dios. Es la tentación del quietismo. Saltar
al vacío para que Dios mande a sus ángeles. ¿No sería mejor no tentar a
Dios?
- Querer ser más grande que
Dios y dominar a todos y a todo. Es la tentación del agnosticismo. Dios
está demasiado lejos y puede ser suplantado por el más fuerte o el más
listo entre nosotros.
Estas
tres tentaciones se resumen en la tentación de Adán y Eva: querer ser como
Dios: actuando sin tener en cuenta Su Voluntad, utilizándolo o suplantándolo.