En nuestra sociedad actual, la oración resulta algo incomprensible. Pararse a realizar monólogo parece una perdida de tiempo colosal. En todo caso, lo que se nos dice es que tenemos que ser activistas que tomen las calles o llenen las redes de hashtags. Hoy domingo se celebra la Jornada Mundial para las Comunicaciones Sociales, en las que la Iglesia tiene mucho que aportar.
La comunicación social está íntimamente relacionada con la evangelización y también con la oración. La oración es más fuerte que la mejor campaña de marketing eclesial que podamos planear y financiar. La oración nos acerca a la Voluntad de Dios, de manera que nuestras acciones estén en línea con lo que Él quiere de nosotros.
Cada vez que hablo de la oración, me parece escuchar dentro de vuestro corazón ciertas reflexiones humanas que he escuchado a menudo, incluso en mi propio corazón. Siendo así que nunca cesamos de orar ¿cómo es que tan raramente nos parece experimentar el fruto de la oración? Tenemos la impresión de que salimos de la oración igual que hemos entrado, nadie nos responde una palabra, ni nos da lo que sea, tenemos la sensación de haber trabajado en vano. (seguir leyendo)
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