Persignarse significa hacer el signo de la cruz sobre nosotros. Un signo debe tener significado para que el signo sea algo más que una apariencia o un acto casi mágico. Cuando nos persignamos estamos escribiendo la cruz en nosotros. La cruz que cada cual lleva consigo es el dolor humano que todos portamos a lo largo de nuestra vida. Dolor que puede ser profundo y lacerante, pero si lo unimos al dolor de Cristo en la Cruz, no debería hacernos sufrir. Él cargó con nuestras culpas y las ofreció para que vivamos en plenitud.
Cuando trazamos la cruz sobre nosotros, ofrecemos nuestra cruz a Cristo, uniéndonos en oración de ofrecimiento, por medio de la Comunión de los Santos. Nuestro dolor cobra sentido en Cristo, por eso no persignamos y al hacerlo, nos hacemos símbolos de Cristo sobre la tierra.
Al trazar la cruz sobre mi, uno mi vida a la Cruz en la que la redención tuvo lugar, esperando que Cristo transforme la oscuridad y las sombras, en luz radiante. Al trazar la cruz sobre mi, uno mi vida a la Voluntad de Dios, para que no sea yo quien imponga mi voluntad. Al trazar la cruz sobre mi, me uno a Cristo en su pasión, esperando la resurrección prometida por el Señor.
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