En aquellos días, María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: "¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor. (Lucas 1, 39-45)
En España y en el mundo llevamos un largo y tenso debate sobre el aborto, sus razones y consecuencias. No creo ser capaz de portar nada adicional a todas las razones que desde cada posición se han expuesto en los medios de comunicación. Únicamente me atrevo a reflexionar sobre este breve pasaje del evangelio de San Lucas.
En vientre de Isabel había un ser humano que saltó de gozo al percibir la Visita de María y de Cristo encarnado en su vientre. Dos nonatos se sienten y se reconocen. Isabel reconoce a María como madre antes de nacer el Señor. María es bendita por el milagro de la vida que lleva en su vientre desde la anunciación.
Si damos un sentido trascendente y sagrado a las escrituras, podemos constatar que nos revelan que el milagro de la vida aparece desde el mismo momento de la concepción. Pero hay mucho más detrás de esta revelación.
Volviendo al mundo profano ¿Podemos dar razones para asesinar a un ser indefenso? Claro,… siempre se ha hecho y no dejará de hacerse. El problema se plantea al tener que decidir qué hacer con los hijos no deseados. Vaya locura tenemos dentro nuestra… decir hijo y decir después “no deseado” y quedarnos tan tranquilos. Esquizofrenia social que no por real y constatable deja de se esquizofrenia. ¿Qué razón puede haber en esta sociedad para no desear-querer-amar a un hijo? Si leemos este breve texto de la primera carta de San Juan, podremos encontrar alguna clave:
Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él. Dios es amor, y el que permanece en el amor permanece en Dios, y Dios permanece en él. La señal de que el amor ha llegado a su plenitud en nosotros, está en que tenemos plena confianza ante el día del Juicio, porque ya en este mundo somos semejantes a él. En el amor no hay lugar para el temor: al contrario, el amor perfecto elimina el temor, porque el temor supone un castigo, y el que teme no ha llegado a la plenitud del amor. Nosotros amamos porque Dios nos amó primero. (1 Juan 4, 16-19)
La respuesta es evidente: Hay miedo, temor. El temor aparece cuando nos falta plenitud del amor. Como Dios es Amor… nos falta sabernos amados incondicionalmente por Dios. ¿Por qué tememos? Porque nos falta Dios.
1 comentario:
Si...sentirse amado por DIOS...sentir SU MISERICORDIA...abrirle nuestro Corazón... cerrado a SU PRESENCIA...buscarle y ser encontrados en el SILENCIO INTERIOR.
Ese camino de ENCUENTRO...debería ser andado pot todo hombre y mujer...y toda la propia vida cambiaria de matices...por estar conscientemente bañada por ESE AMOR..que nos haría valorar y significar todas nuestras obras, palabras y pensamientos...desde y hacia ÉL.
Un fuerte Abrazo... y Bendiciones, Miserere.
Carmen
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