jueves, 1 de abril de 2010

Catequesis Nº XIII: Cristo crucificado y sepultado. (San Cirilo e Jerusalén)

Como la catequesis de San Cirilo es larga,  tomo los fragmentos más representativos. La totalidad puede ser consultada AQUÍ

Voluntariamente fue a la pasión sin rehuirla

6. ¿Quieres persuadirte más de que vino por voluntad propia a la pasión? Todos los demás, que ignoran su destino, mueren de mala gana, pero él predijo de su propia pasión: «El Hijo del hombre va a ser entregado para ser crucificado» (Mt 26, 2). ¿Sabes por qué él, que amaba a los hombres, no rehusó la muerte? Para que el mundo no se perdiese por sus pecados. «Mirad que subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado y será crucificado» (vid. Mt 20, 18-19). Y, por otra parte: «El se afirmó en su voluntad de ir a Jerusalén». ¿Deseas conocer claramente que la cruz de Jesús es gloriosa? No me oigas a mí, sino a quien así lo dice. Era Judas quien lo entregaba, lleno de ingratitud hacia quien los había invitado. Se marchó pronto de la mesa tras beber el cáliz de la bendición, pero pasó de esta bebida de la salvación a derramar la sangre del justo. «El que mi pan comía, levanta contra mí su calcañar» (Sal 41, 10). Poco antes sus manos recibían las bendiciones (o los trozos del pan bendecido), e inmediatamente después tramaba su muerte por el dinero por el que había pactado la traición. Al ser cogido en ello y al oír lo de «Tú lo has dicho» (Mt 26, 25), salió de nuevo. Después dijo Jesús: «Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre» (Jn 12, 23). ¿Ves cómo sabía que su propia cruz era gloria para él?. Si Isaías, al ser aserrado, no cree que eso sea vergonzoso, Cristo, que muere por el mundo, ¿lo considerará un oprobio? «Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre» (Jn 12, 23): no porque antes careciese de gloria. Pues había sido glorificado «con la gloria que tenía a tu lado (en frase de Jesús) antes que el mundo fuese» (Jn 17, 5; cf. 17, 24). Pero desde la eternidad era glorificado como Dios; ahora, sin embargo, era glorificado en la corona del sufrimiento. No perdió su vida sin que lo quisiese ni fue muerto desprovisto de su fuerza, sino voluntariamente. Escucha lo que dice: «Tengo poder para darla (la vida) y poder para recobrarla de nuevo» (Jn 10, 18). Cedo ante los enemigos voluntariamente, pues, si no quisiera, no se realizaría. Llegó a la pasión por su voluntad libre, alegrándose de la obra eximia y más todavía por la corona que habría de recibir y por la salvación de los hombres. Al no avergonzarse ante la cruz, llevaba la salvación a todo el orbe. Y no era un hombre vil el que sufría, sino Dios hecho hombre luchando por el premio a su obediencia.

La salvación desde el leño de la cruz

20. Esta figura la ilustró Moisés crucificando a la serpiente, para que quien hubiera sido mordido por una serpiente viva, al mirar la serpiente de bronce, consiguiese, por creer, la salvación (Núm 21, 4-9). Y si la serpiente de bronce crucificada concede la salvación, ¿no otorgará la salvación el Hijo de Dios clavado a la cruz? Por un leño viene siempre la salvación. En tiempos de Noé, por un arca de madera se conservó la vida (Gén 7, 23). Y cuando Moisés extendió su vara sobre el mar, que se retiró por reverencia hacia el que lo tocaba (Ex 14, 16-21). Y si Moisés tanto pudo con su cayado, ¿será ineficaz la cruz del Salvador? Dejo a un lado, en honor a la brevedad, otras muchas figuras. Sin embargo, volvió dulce el agua en su momento (Ex 15,25), y del costado de Cristo brotó el agua en el madero (Jn 19, 34).

Gloriarse en la cruz

22. Pero si alguien profundiza más, encontrará también otras causas, aunque baste lo dicho tanto por la escasez de tiempo como por no cansar vuestros oídos, aunque nunca se debe experimentar cansancio de oír los triunfos del Señor, sobre todo, en este Gólgota tres veces santo, pues algunos sólo oyen, pero nosotros también vemos y tocamos. Que nadie se canse. Con la misma cruz toma las armas contra los adversarios. Haz de la fe en la cruz el estandarte contra los contradictores. Cuando tengas que discutir sobre la cruz contra los que no creen, haz antes con la mano la señal de la cruz y callará el enemigo. No te avergüences de confesar la cruz. Pues en ella se glorían los ángeles diciendo: «Sé que buscáis a Jesús, el Crucificado» (Mt 28, 5). ¿Es que acaso no podías, oh ángel, decir: «Sé a quien buscáis, a mi Señor». Pero «yo, dice sin embargo con confianza, lo he conocido crucificado». La cruz es, pues, triunfo y no ignominia.

La fuerza de la señal de la cruz

36. Que no nos agarrote la vergüenza de confesar a un crucificado. En la frente, como gesto de confianza, hágase con los dedos la señal de la cruz, y eso para todo: cuando comemos pan o cuando bebemos, en las entradas y salidas, antes de acostarnos, al dormir y al levantarnos, cuando caminamos y cuando estamos quietos. Es una gran protección: gratuita, por los necesitados; no cuesta esfuerzo, por los débiles, y, como quiera que ha sido dada por Dios como gracia: señal de los fieles y temor de los demonios, a los que en ella «exhibió públicamente, incorporándolos a su cortejo triunfal» (Col 2, 15). Pues cuando ven la cruz, les viene a la mente la imagen del crucificado. Temen al que machacó las cabezas del dragón (cf. Sal 74, 14). Porque sea gratuito, no desprecies este signo: venera en él más bien a nuestro bienhechor.

Que nadie te acuse de haber rechazado la cruz

38. Así pues, acepta la cruz como un cimiento firme y construye sobre él el resto de la fe. No reniegues del crucificado. Pues si reniegas de él, son muchos los que te acusarán. El primero que argüirá contra ti será el traidor Judas. Pues el primero que lo entregó llegó a saber que había sido condenado a muerte por los príncipes de los sacerdotes y por los ancianos (cf. Mt 27, 3). Lo atestiguan(66) las treinta monedas de plata (Mt 26, 15); lo atestigua Getsemaní, el lugar donde se realizó la traición (Mt 26, 47 ss). No le llamo todavía «Monte de los Olivos» (Lc 22,39), en el cual oraban de noche los que estuvieron allí. Lo atestigua la luna que lucía de noche. Lo atestiguan el día y el sol que se eclipsó, pues no podía soportar el crimen de los traidores. Te acusará el fuego alrededor del cual se estaba calentando Pedro (Jn 18, 18). Si niegas la cruz, te esperará un fuego eterno. Te hablo de duras realidades, para que no tengas más tarde que experimentar la dureza. Acuérdate de las espadas que caen sobre él en Getsemaní, para que no sufras tú la espada eterna. Te acusará la casa de Caifás, que, aun asolada, muestra hoy todavía el poder de quien en ella fue juzgado. El mismo Caifás se alzará contra ti el día del juicio; se levantará también el siervo que dio una bofetada a Jesús (Jn 18, 22), y también los que le maniataron y le condujeron. Contra ti se alzarán a la vez Herodes y Pilatos hablando más o menos de este modo: ¿Por qué niegas a quien fue traído calumniosamente hasta nosotros y de quien honradamente no pudimos decir que hubiera pecado? (cf. Lc 23, 14-15). Yo, Pilato, entonces me lavé las manos (Mt 27,24). Estarán en pie contra ti los mismos falsos testigos (cf. Mt 26, 60) y los soldados que se pusieron su manto color púrpura y le colocaron la corona de espinas (Jn 19, 2) y lo crucificaron en el Gólgota (19, 16-18) sorteándose su túnica (19, 24). Te acusará Simón de Cirene, que llevó la cruz de Jesús (Lc 23, 26).

La cruz, fuente de esperanza

41. La cruz aparecerá en su momento con Jesús en el cielo (Mt 24, 30). Delante irá el trofeo del Rey, para que los judíos, viendo al que traspasaron (Jn 19,37; cf. Zac 12, 10) y reconociendo por la cruz al que afrentaron con la ignominia, se deshagan en lamentos. Se alzarán unas tribus contra otras y se lamentarán, pero ya no tendrán tiempo para la penitencia. Nosotros, sin embargo, nos gloriaremos vitoreando a la cruz y regocijándonos en ella, adorando al Señor, que fue enviado y crucificado por nosotros, adorando también a Dios Padre, por quien fue enviado, juntamente con el Espíritu Santo. A él sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.


--oOo--

Señor, toma mi vida y
abre mi mente a comprender que en el sufrimiento hay sentido
Saca de mí todo mal sentir hacia los otros.
Ayúdame a aceptar las cosas como son,
a aguantar la lengua,
a cumplir con mis tareas diarias,
a dar libertad con amor.
Que yo pueda darme cuenta de que en Tus manos todo se me provee,
Ayúdame a recordar que
el odio y el dolor dirigidos a mí
son el odio y el dolor que siente la otra persona.
Gracias por aceptar mi carga y por hacerla más liviana.
Amén

No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...