Es maravilloso darse cuenta que cada uno de los pasajes
del Evangelio representa un misterio que se va desentrañando paso a paso, de
forma similar a la forma en que se abren las muñecas rusas. Cada muñeca esconde
otra en su interior.
El episodio de la Samaritana en el pozo de Jacob es uno de
los que más “muñecas rusas” esconde en su interior. San Agustín nos habla de
una de estas capas de entendimiento, especialmente interesante en el momento
que vivimos.
Viendo, pues, Jesús que la mujer no entendía
y queriendo que ella entendiese, le dice: Llama a tu marido. No comprendes
lo que digo porque tu inteligencia no está contigo. Yo hablo según el
espíritu, y tú entiendes según la carne. Lo que estoy, diciendo no tiene
relación alguna ni con placer de los oídos, ni de los ojos, ni del olfato, ni
del tacto; lo que estoy diciendo sólo la mente lo comprende, sólo el
entendimiento lo alcanza. Esta inteligencia no está contigo; ¿cómo vas a
comprender lo que digo? …
Así también en nuestra alma hay algo, que es
el entendimiento. Este algo, que es el entendimiento y la mente, es esclarecido
por una luz superior, y esa luz superior que esclarece a la mente humana es
Dios. El era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo.
Esta luz era Cristo; ésta era la luz que hablaba con la mujer; mas no está
allí con esa luz su entendimiento para ser por ella iluminado: no sólo ser
inundado de esa luz, sino también del goce de ella. Como si dijera el
Señor: Yo quiero iluminar, pero no encuentro a quién. Anda, dice, llama a tu
marido; presenta aquí a tu entendimiento, por el que seas alumbrada y dirigida.
(San Agustin. Tratado
sobre el Evangelio de San Juan 15, 19)
Esta tarde cogí una revista de temática ecologista-Nueva
Era, que estuvo muy de moda hace ya algunos años. Conservo algunas de ellas
porque tienen recetas de cocina interesantes y algunas fotos realmente
preciosas. Repasando la revista me encontré con una frase que me hizo pensar: “Un
error frecuente es esperar a sentirse bien para actuar, en vez de actuar para
sentirse bien”
Vivimos en una sociedad que prima la emotividad sobre el
entendimiento y la acción. En constantemente nos dicen que lo auténtico es lo
que se siente, mientras que ponemos en entredicho lo que pensamos. Esperamos a
sentir para actuar y si no “sentimos algo” nos dicen que mejor no nos movamos.
Esta visión ha permeado en la Iglesia, dando lugar a muchos problemas. Desde mi
humilde punto de vista, la sentimentalización de la fe es unos de los problemas
que conduce a muchas personas a alejarse.
Hay una frase que se suele repetir cuando se justifica
porque se es “creyente no practicante”: “es que no lo siento y si uno no siente
algo, mejor dejarlo”. Si escarbas más, aparece la siguiente escusa: es que todo
lo que se dice y se hace en la Iglesia no tiene sentido para mi, son costumbres
antiguas que nadie comprende ya, la Iglesia tiene que cambiar. Si tienes
paciencia y escarbas más, aparecen los prejuicios que defienden la fortaleza
del alejamiento: las riquezas de la Iglesia, la inquisición, la pederastia, el
machismo, etc.
Como San Agustín indica: No
comprendes lo que digo porque tu inteligencia no está contigo. Yo hablo según
el espíritu, y tú entiendes según la carne. Lo que estoy, diciendo no tiene
relación alguna ni con placer de los oídos, ni de los ojos, ni del olfato, ni
del tacto; lo que estoy diciendo sólo la mente lo comprende, sólo el
entendimiento lo alcanza. La pregunta que muchas veces nos hacemos
es: ¿Estamos fomentando el entendimiento de la Fe o sólo damos importancia a la
emotividad social y piadosa?
No estoy en contra de dar espacio a la amistad, la empatía
ni a la animación socio-cultural, pero la fe tiene otros dos aspectos
adicionales que son también dimensiones de nuestra persona: entendimiento y
acción.
Una vida de fe no se sustenta únicamente con la secuencia:
me siento bien entonces actúo. El entendimiento nos permite sentir y actuar. La
acción nos permite sentir y entender. ¿Por qué quedarnos sólo con la emotividad?
Las comunidades se sustentan también en el entendimiento y
en los signos que utilizamos para comunicarnos. También es necesario cimentar
la comunidad en la acción, ya que nuestro testimonio necesita hacerse evidente
en el mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario