El ser humano teme lo que desconoce y cuando ve presentarse lo desconocido, actúa con violencia para apartarlo de su lado. Cuando nos fijamos en la maravillosa sociedad tecnológica y postmoderna que hemos creado, parece increíble que la ignorancia y los prejuicios sean uno de sus fundamentos. Como decía en mi anterior post, es interesante fijarnos en las reacciones que se han dado y se dan, ante la última Encíclica del Papa: “Laudato Si”. Esta Encíclica profundiza una de las preocupaciones más difundidas hoy en días: la sostenibilidad del desarrollo humano y se sitúa de forma clara ante algunos de los desafíos más importantes de nuestra sociedad: el aborto, la eutanasia y el control de natalidad.
Ante la Encíclica se ven comportamientos reverenciales que a veces llegan a ser ridículos, atribuyendo al Papa indicaciones que llevan décadas dando vueltas por el mundo. Como curiosidad, he leído a una persona que decía que a partir de ahora, toda parroquia tendría que crear una política medioambiental y normas de estricto cumplimiento para los fieles. Es decir, normas estrictas para el comportamiento social que contrastan con una indiferente laxitud en el campo Litúrgico. ¡Cuanta desorientación! Otros, por el contrario, se afanan en encontrar todo resquicio de duda y mala interpretación, con el objeto de desacreditar al Santo Padre. Si somos sinceros, es necesario reconocer que la inmensa mayoría de los católicos nunca leerá la Encíclica ni tendrá más noticias que los titulares de los grandes medios de comunicación. El “revuelo” mediático terminará en un dos o tres de semanas y volveremos a la aparente aburrida “realidad” de nuestra vida cotidiana de fe. Esa vida que necesita del Señor como pilar fundamental para que el miedo y la ignorancia, desaparezcan. (Seguir leyendo)
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