martes, 28 de diciembre de 2010

Niños y testigos de Cristo

¿Por qué tienes miedo, Herodes, de escuchar que ha nacido un rey? no ha venido para destronarte, sino para vencer al demonio. Pero tú no lo comprendes, te atemorizas y montas en cólera. Para hacer perecer al único niño que buscas, te conviertes en cruel ase-sino de muchos. Ni las lágrimas de amor de las madres, ni el dolor de los padres llorando a sus hijos, ni los gritos y gemidos de los niños te detienen. El que es la fuente de la gracia, a la vez pequeño y grande, acostado en un pesebre, hace temblar tu trono. Realiza su designio a través de ti pero a tus espaldas. Estos pequeños mueren por cristo sin saberlo; sus padres lloran la muerte de estos mártires. Cuando todavía no sabían hablar, Cristo los hace capaces de ser sus testigos: no articulan palabra todavía y ya confiesan a cristo; sus cuerpos son todavía incapaces de combatir y ya se llevan las palmas de la victoria. así veis cómo reina este rey. Ya entonces libera y da la salvación. Pero tú, Herodes, ignoras todo esto; tú tienes miedo y montas en cólera. Y cuando te enfadas contra un niño pequeño, sin saberlo, te pones ya a su servicio. (San Quodvultdeus. Discípulo de San Agustín)

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La muerte indiscriminada de inocentes por ordenes del rey Herodes, parece un anticipo de los terribles tiempos que vivimos. Miles de niños no nacidos son arrancados de los vientres de sus madres sólo por no ser "deseados" por sus progenitores o la sociedad en la que deberían haber vivido. ¿Puede no ser deseado un hijo?

Parece que esta matanza cotidiana, al grito de la libertad y la modernidad, sólo beneficia a quienes desean pervertir los cimientos de nuestra naturaleza humana. Una madre no mataría a su hijo nunca. Es carne de su carne y vida de su vida.

Nuestra sociedad está enferma y el enemigo está detrás de tanto sufrimiento. Nos susurra al oido ¿Quieres ser como Dios o al menos tal grande como Herodes? Solo cabe una respuesta: NO. 

"Vete, Satanás, porque está escrito: al Señor, tu Dios, rendirás homenaje y a El sólo prestarás servicio" (Mt 4,10)

Pero estos niños, no nacidos, son testigos de Cristo. Testigos de Dios que ha nacido para llenarnos de esperanza. ¡Gloria in excelsis Deo!

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Tú eres quien me sacó del vientre,
me tenías confiado 
en los pechos de mi madre;
desde el seno pasé a tus manos,
desde el vientre materno tú eres mi Dios.
No te quedes lejos, 
que el peligro está cerca
y nadie me socorre.
Amén
(frag. Salmo 21)

viernes, 24 de diciembre de 2010

Feliz y Santa Navidad


Mas todo esto fue hecho para que se cumpliese lo que habló
 el Señor por el Profeta, que dice: 
He aquí la Virgen concebirá, y parirá hijo: 
y llamarán su nombre Emmanuel, que quiere decir 
"Dios con nosotros". 
(Mt 1, 22-23)

O que el ángel contempló la profundidad de la misericordia divina, traspasadas las leyes de la naturaleza, y contempló a Aquel que era superior a todos, haber descendido hasta el hombre, que era inferior a todos. Y muestra este prodigio en una sola expresión: "Mas todo esto fue hecho", como si dijera: "No creas que todo esto es del agrado de Dios ahora solamente", hace tiempo que está de antemano ordenado. Y con mucha razón, el ángel aduce la profecía no a la Virgen y sí a José, como a hombre que meditaba en los profetas, y versado en su lectura. Porque es de notar que primero había llamado cónyuge a la Virgen, mientras que ahora la llama Virgen con el profeta, para que oyesen esto mismo del profeta, porque hacía mucho tiempo que estaba pensado. Por eso, en prueba de lo que estaba diciendo, aduce las palabras de Isaías o más bien de Dios: porque no dice: "Para que se cumpliese lo que habló Isaías", sino "lo que habló el Señor por Isaías". (San Juan Crisóstomo. Homilias sobre San Mateo, Nº 5)

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Pero el profeta no fue el que dijo nada por si mismo, sino que fue Dios el que hablo por boca de su siervo. Todo ha sido hecho por y para la gloria de Dios. Oremos a Dios para que en nuestros corazones se cumpla la profecía que Dios hizo a través de su profeta y así nazca en nosotros, la Palabra de Dios.

FELIZ NAVIDAD

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Ensalcemos juntos su nombre

Que en todos resida el alma de María para glorificar al Señor; que en todos esté el espíritu de María para alegrarse en Dios. Porque si corporalmente no hay más que una madre de Cristo, en cambio, por la fe, Cristo es el fruto de todos; pues toda alma recibe la Palabra de Dios, a condición de que, sin mancha y preservada de los vicios, guarde la castidad con una pureza intachable.

Toda alma, pues, que llega a tal estado proclama la grandeza del Señor, igual que el alma de María la ha proclamado, y su espíritu se ha alegrado en Dios Salvador.

El Señor, en efecto, es engrandecido, según puede leerse en otro lugar: Proclamad conmigo la grandeza del Señor. No porque con la palabra humana pueda añadirse algo a Dios, sino porque él queda engrandecido en nosotros. Pues Cristo es la imagen de Dios y, por esto, el alma que obra justa y religiosamente engrandece esa imagen de Dios, a cuya semejanza ha sido creada, y, al engrandecerla, también la misma alma queda engrandecida por una mayor participación de la grandeza divina. (San Ambrosio de Milán, tratado sobre Evangelio de San Lucas)

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Proclama mi alma la grandeza del Señor
Se alegra mi espíritu
en Dios mi salvador
Porque ha mirado la humillación
de su esclava
Desde ahora me felicitarán
todas las generaciones
Porque el Poderoso
ha hecho obras grandes por mí
Su nombre es santo
Y su misericordia llega a sus fieles
De generación en generación
Amén

jueves, 9 de diciembre de 2010

Iluminación

Hemos dicho religiosamente que nuestra jerarquía tiene como objeto hacer que logremos la mayor semejanza y unión con Dios, Pero la Sagrada Escritura nos enseña que lo conseguiremos sólo mediante la fiel observancia de los mandamientos divinos y las prácticas piadosas.

“Si alguno me ama, guardará mi palabra, y mi Padre le amará y vendremos a él en él haremos morada”(Jn 14,23) ¿Cual es, pues, el punto de partida para la práctica devota de los mandamientos divinos? Es este: Preparar nuestras almas para oír la palabra sagrada, acogiéndola con la mejor disposición posible; estar abierto a la actuación de Dios; desear el camino que nos lleva hasta la herencia que nos aguarda en el Cielo y recibir nuestra divinísima regeneración sagrada.

Como ha dicho nuestro ilustre maestro, en plano intelectual es ante todo el amor de Dios lo que nos mueve hacia lo divino. Realmente, el primer impulso de este amor es poner en práctica los mandamientos divinos manifiesta de manera inefable nuestra existencia divina. Divinizarse es nacer Dios en nosotros. Nadie podría entender y menos practicar las virtudes recibidas de Dios si no hubiese ya comenzado a estar en Dios. En el plano humano, ¿no necesitamos existir antes que actúen las potencias? Lo que no existe, ni se mueve ni siquiera comienza a existir. Sólo lo que de alguna manera tiene existencia produce o recibe la acción conforme a su modo de ser. Me parece que esto es evidente. (Pseudo Dionisio Areopagita. La Jerarquía Eclesiástica. Cap II)

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Quizás lo que sorprenda de este texto sea la referencia a la jerarquía y su objetivo de unirnos a Dios. Sobre todo en estos tiempos en que todo lo que nos suene a obediencia se relaciona con esclavitud. Pero la jerarquía no busca esclavos sino crear cristianos libres que decidan unirse a Dios por propia voluntad. Además, jerarquía nos une entre nosotros y nos cohesiona. No es ninguna referencia inoportuna, ni mucho menos. La labor de la jerarquía es imbricar, conducir y potenciar lo que por nosotros mismos sería imposible.

Estamos en tiempo de Adviento y esto nos predispone a prepararnos a recibir a Cristo de manera personal y colectiva. Dionisio nos habla del nacimiento de Dios en nosotros y de lo que necesitamos para ello: Observancia de los mandamientos y práctica piadosa.

¿Por dónde empezamos? Pues por preparar nuestra alma para oír la palabra sagrada, estar abiertos a la voluntad de Dios y desear andar el camino hacia nuestra Navidad del Corazón. Para avanzar en el plano intelectual, necesitamos de amor a Dios, ya que sin este amor, no tendremos motivación alguna para profundizar en el entendimiento de las Sagradas Escrituras y la Liturgia.

Leer este texto en Adviento nos llena de esperanza, ya que afirma que si buscamos entender y practicar las virtudes de Dios,... Dios ya está presente en nosotros. La semilla ha comenzado a germinar. Gracias Señor. Marana-thá

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Señor, líbranos de todo mal en el camino hasta la Navidad
Deseamos recibir a Cristo en nosotros
y poder compartirlo con todos lo que lo necesiten
Gracias por la semilla que germina en nuestro corazón.
Corazón que centralidad de nuestro ser en Ti.
Amén

jueves, 2 de diciembre de 2010

¿Necesitamos torres para llegar a Dios?

Todo el mundo era de un mismo lenguaje e idénticas palabras. Al desplazarse la humanidad desde oriente, hallaron una vega en el país de Senaar y allí se establecieron. Entonces se dijeron el uno al otro: «Ea, vamos a fabricar ladrillos y a cocerlos al fuego.» Así el ladrillo les servía de piedra y el betún de argamasa. Después dijeron: «Ea, vamos a edificarnos una ciudad y una torre con la cúspide en los cielos, y hagámonos famosos, por si nos desperdigamos por toda la haz de la tierra.» Bajó Yahveh a ver la ciudad y la torre que habían edificado los humanos, y dijo Yahveh: «He aquí que todos son un solo pueblo con un mismo lenguaje, y este es el comienzo de su obra. Ahora nada de cuanto se propongan les será imposible. Ea, pues, bajemos, y una vez allí confundamos su lenguaje, de modo que no entienda cada cual el de su prójimo.» Y desde aquel punto los desperdigó Yahveh por toda la faz de la tierra, y dejaron de edificar la ciudad. Por eso se la llamó Babel; porque allí embrolló Yahveh el lenguaje de todo el mundo, y desde allí los desperdigó Yahveh por toda la faz de la tierra. (Gn 11, 1-9)

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Una torre para llegar a la cúspide de los cielos y hacernos famosos. Vaya. ¿Cuántas torres estamos construyendo para llegar a los cielos por nuestros medios? Quizás demasiadas. Cada torre tiene su arquitecto y su cuadrilla de operarios especializados. Cada torre busca nuevos operarios para hacerse más poderosa y así atraer a los que trabajan en otras torres. Los constructores incluso intentan destruir las torres que le hacen sombra a la suya. Vaya panorama.

Pero ¿Realmente necesitamos torres para llegar a Dios? No. Dios está con nosotros y eso hace innecesario recurrir a los servicios de los renombrados constructores de torres. 

Además, todas las torres terminan igual. Nunca se terminan. Nunca llegan a su destino. Siempre aparecen nuevas lenguas que hacen imposible el trabajo en común. Lenguas que parten de la soberbia y orgullo. Lenguas que nos separan y nos alejan unos de otros. La separación es un síntoma que nos debería hacer reflexionar y conducirnos a un remedio eficaz.

Dios nos ofrece su Espíritu Santo y el don de hablar y ser entendido en las lenguas dispersas. Esto sucedió en el discurso Kerigmático de San Pedro. Todos los que lo oían entendían perfectamente lo que decía. Su lenguaje era la lenguaje de la unidad. El Don de Dios es la unidad… nunca la dispersión.

¿Pedimos suficientemente a Dios que nos ilumine con el don de entendernos? Necesitamos recibir más que nunca el Espíritu Santo. Desgraciadamente nos sobran constructores de torres.

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Señor Jesucristo que dijiste a los apóstoles la paz os dejo mi paz os doy, no mires nuestros pecados sino la fe de tu Iglesia y conforme a tu palabra concédenos la paz y la unidad.
Amén.

sábado, 27 de noviembre de 2010

Adviento... Una voz grita en el desierto

Una voz grita en el desierto: "Preparad un camino al Señor, allanad una calzada para nuestro Dios." El profeta declara abiertamente que su vaticinio no ha de realizarse en Jerusalén, sino en el desierto; a saber, que se manifestará la gloria del Señor, y la salvación de Dios llegará a conocimiento de todos los hombres.

Y todo esto, de acuerdo con la historia y a la letra, se cumplió precisamente cuando Juan Bautista predicó el advenimiento salvador de Dios en el desierto del Jordán, donde la salvación de Dios se dejó ver. Pues Cristo y su gloria se pusieron de manifiesto para todos cuando, una vez bautizado, se abrieron los cielos y el Espíritu Santo descendió en forma de paloma y se posó sobre él, mientras se oía la voz del Padre que daba testimonio de su Hijo: Éste es mi Hijo, el amado; escuchadlo.

Todo esto se decía porque Dios había de presentarse en el desierto, impracticable e inaccesible desde siempre. Se trataba, en efecto, de todas las gentes privadas del conocimiento de Dios, con las que no pudieron entrar en contacto los justos de Dios y los profetas.

Por este motivo, aquella voz manda preparar un camino para la Palabra de Dios, así como allanar sus obstáculos y asperezas, para que cuando venga nuestro Dios pueda caminar sin dificultad. Preparad un camino al Señor: se trata de la predicación evangélica y de la nueva consolación, con el deseo de que la salvación de Dios llegue a conocimiento de todos los hombres.

Súbete a un monte elevado, heraldo de Sión; alza fuerte la voz, heraldo de Jerusalén. Estas expresiones de los antiguos profetas encajan muy bien y se refieren con oportunidad a los evangelistas: ellas anuncian el advenimiento de Dios a los hombres, después de haberse hablado de la voz que grita en el desierto. Pues a la profecía de Juan Bautista sigue coherentemente la mención de los evangelistas.

¿Cuál es esta Sión sino aquella misma que antes se llamaba Jerusalén? Y ella misma era aquel monte al que la Escritura se refiere cuando dice: El monte Sión donde pusiste tu morada; y el Apóstol: Os habéis acercado al monte Sión. ¿Acaso de esta forma se estará aludiendo al coro apostólico, escogido de entre el primitivo pueblo de la circuncisión?

Y esta Sión y Jerusalén es la que recibió la salvación de Dios, la misma que a su vez se yergue sublime sobre el monte de Dios, es decir, sobre su Verbo unigénito: a la cual Dios manda que, una vez ascendida la sublime cumbre, anuncie la palabra de salvación. ¿Y quién es el que evangeliza sino el coro apostólico? ¿Y qué es evangelizar? Predicar a todos los hombres, y en primer lugar a las ciudades de Judá, que Cristo ha venido a la tierra.  (Eusebio de Cesarea, obispo, comentarios sobre el libro de Isaías, Cap. 40: : PG 24, 366-367)

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Debo confesar que la figura de San Juan el Bautista me resulta muy adecuada para iniciar el Adviento. Una voz clama en el desierto. ¿No es lo que nos sucede hoy en día? Parece que clamamos el Mensaje de Cristo en el desierto de una sociedad laizante. Pero San Juan Bautista clama donde parece que nadie le oye: "Preparad un camino al Señor, allanad una calzada para nuestro Dios.(Is 40, 3)"

Tal como nos dice Eusebio de Cesárea, no era Jerusalén el lugar del anuncio, sino el desierto. Allí en el desierto se congregaban los pocos que querían escuchar a San Juan. Allí en el páramo seco y sin apenas vida, había almas necesitadas del don de profecía.

En los tiempos que corren tenemos que vocear el anuncio de la Buena Noticia allí donde parece imposible que nada germine. No desesperemos. Cuando venga Cristo nos dirá como a Natanael:

"Natanael le respondió: "Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel". Jesús continuó: "Porque te dije: "Te vi debajo de la higuera", crees. Verás cosas más grandes todavía". Y agregó: "Les aseguro que verán el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre". (Jn 1,49-51)

Mucho hemos de ver y vivir todavía. El Adviento nos predispone a escuchar la Palabra de Dios con esperanza y con esa esperanza poder acercarnos a los demás en este desierto. Igual que Eusebio, nos preguntamos y nos respondemos:

¿Y quién es el que evangeliza sino el coro apostólico? 
¿Y qué es evangelizar? 
Predicar a todos los hombres, y en primer lugar a las ciudades de Judá, que Cristo ha venido a la tierra. 

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Señor, Luz del mundo
dador de sentido a todas las criaturas
danos Sabiduría, Fe y Esperanza
para poder trasmitir tu Palabra a nuestros hermanos
Amén

martes, 23 de noviembre de 2010

El poder de la Cruz

Señor, acuérdate de mi cuando llegues a tu Reino”.El ladrón no se atrevió a hacer esta súplica sin antes haber manifestado ser pecador y haber descargado así el peso de sus pecados. Ya ves, cristiano, cuál es el poder de la confesión. Confesó sus pecados y se le abrió el paraíso; después de su bandolerismo confesó sus pecados y con la certeza de su perdón, pidió el Reino…

¿Quieres conocer el Reino? ¿Qué ves, pues, aquí que se le parezca? Tienes ante tus ojos los clavos y una cruz, pero esta misma cruz, dice Jesús, es el signo de su Reino. Y yo, viéndole sobre la cruz, le proclamo rey. ¿No es propio de un rey morir por sus súbditos? Él mismo lo ha dicho: “El buen pastor da la vida por sus ovejas” (Jn 10,11). Si es así para un buen rey; también él da la vida por sus súbditos. Yo lo proclamaré rey a causa del don que ha hecho de su vida. “Señor, acuérdate de mí cuando estés en tu Reino”.

¿Comprendes ahora cómo la cruz es el signo del Reino? He ahí otra prueba. Cristo no dejó su cruz sobre la tierra, sino que la levantó y se la llevó al cielo con él. Lo sabemos porque él la tendrá cerca de sí cuando volverá en gloria. Todo eso para que aprendas cuán venerable es esta cruz que él mismo ha llamado su gloria… Cuando vendrá el Hijo del hombre, “el sol se oscurecerá y la luna perderá se esplendor”. Entonces reinará una claridad tan viva que incluso las estrellas más brillantes quedarán eclipsadas. “Las estrellas caerán del cielo. Entonces aparecerá en el cielo el signo del Hijo del hombre” (Mt 24,29s). ¡Ya ves cual es el poder del signo de la cruz (San Juan Crisóstomo. 345-407, obispo de Antioquia, después de Constantinopla, doctor de la Iglesia - Homilía sobre la cruz y el ladrón,1, 3-4; PG 49, 403)

¿Comprendes ahora cómo la cruz es el signo del Reino? Sí. Entiendo que la Cruz no es un signo de violencia sino un símbolo del Reino de Dios que se nos ofrece como perdón. Es signo de Cristo que nos indica que tenemos encarnar la cruz en nuestro interior.

Al final se trata de que nosotros seamos símbolos de Cristo en el mundo. Se trata de hacer posible que la misericordia de Dios llegue a todos. No hay otra manera de instaurar el Reino de Dios en el mundo. El poder del perdón, de la infinita misericordia de Dios,... es el inmenso poder de la cruz. 

Así entendemos porque quieren hacer desaparecer la cruz de los lugares públicos.

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Señor, he pecado contra cielo y contra Ti,
ya no merezco ser llamado hijo Tuyo
Trátame como uno de tus jornaleros
y al menos permíteme vivir viendote
escuchandote y sintiendo tu presencia.
Se que pido más de lo que merezco
y que solo tu gracia y misericordia
infinita lo pueden hacer posible
Amén

sábado, 20 de noviembre de 2010

No desesperes... Dios no nos deja de su mano.

Hoy comparto con ustedes una experiencia digna de contarse, pero que es triste que no sea lo habitual. El asunto parte de mi deseo de buscar algún hueco para asistir a misa entre semana. Hay semanas que lo consigo y otras en que solo puedo asistir a la misa dominical en mi parroquia.

Entre semana no tengo una misa fija ni una iglesia determinada. Según puedo, busco la mejor opción para el hueco que dispongo. Cuando mi trabajo me retiene hasta tarde, como hoy ha ocurrido, suelo ir a una misa en una parroquia que está a 100m del edificio donde trabajo. Esta parroquia solo tiene una misa y en invierno es a las 7:30 de la tarde-noche. Hace unos días supe que había venido un nuevo párroco y me dispuse para asistir por primera vez a una misa celebrada por él.

La primera sorpresa no fue muy positiva. La misa, que normalmente congrega a menos de 20 personas, hoy estaba abarrotada por celebrarse una misa de difuntos. Los bancos estaban llenos y esperé al fondo del templo a ver si había algún sitio libre donde sentarme. Estaba a unos 5-6 metros de confesionario y unos minutos antes de iniciarse la celebración, cual fue mi sorpresa cuando vi salir a un penitente y tras de él, al párroco que había estado confesando. Esto no lo veía hace años.¡Vaya!… confesando antes de misa… ¡que bien! Lo apunto.

Mientras me alegraba del hallazgo, vi que en un extremo de la última fila de bancos, una persona se iba y al no acercarse nadie, decidí sentarme allí. La vista del altar era complicada, pero mirando entre las cabezas… asombro… veo un crucifijo encima, velas en disposición simétrica y libro de Liturgia bien colocado. ¡Diantres! Mientras me maravillaba del altar, veo salir al nuevo párroco y… asombro de nuevo… sale de la sacristía con las vestiduras completas y encima con el color correspondiente a una misa de difunto.

Aunque había muchas personas y gran parte de ellas no eran capaces de mantener el silencio y respeto, me admiré de como este sacerdote celebraba la misa sin saltarse nada. Sin abreviar nada. Sin inventar nada. Colocando las posturas de las manos correctamente. Entonando adecuadamente. Dando sentido a todo lo que hacía con las pausas adecuadas. No me lo podía creer.

Llegó en momento de la comunión y me acerqué en una cola bastante cerrada. Cual fue mi asombro cuando, tras comulgar las personas que iban delante y retirarse, veo que estaba dispuesto un pequeño reclinatorio para que quien lo deseara pudiera recibir la comunión de rodillas… y no lo estaba a un lado, sino delante del sacerdote, como invitando a utilizarlo. No me caí de milagro.

Tras la misa y con el tumulto de pésames, gente desfilando, no era el momento,... pero el lunes tengo que dar con el párroco para darle las gracias.

No se si me creerán, pero hace más de 30 años que no asisto a una misa así. Desde que era adolescente e iba la misa de 8 pm los sábados, en la capilla del obispado. Me gustaba esa misa por la manera en se celebraba y porque, extrañamente, todavía se rezaba el Padre Nuestro en latín y tras la misa se cantaba la Salve, también en latín. Mientras mis compañeros de clase disfrutaban de las “misas de juventud” ahí estaba yo buscando algo más que tumulto y risas.

Créanme… Dios es grande y no nos deja de su mano. Tendré que buscar la manera de ajustarme el horario para asistir a esta misa. Merece la pena.

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Señor loado y alabado seas.
Nos das más de lo que merecemos
y lo haces con todo tu amor.
Gracias Señor
Amén

martes, 16 de noviembre de 2010

La Divina Providencia

La creación tiene su bondad y su perfección propias, pero no salió plenamente acabada de las manos del Creador. Fue creada "en estado de vía" ("in statu viae") hacia una perfección última todavía por alcanzar, a la que Dios la destinó. Llamamos divina providencia a las disposiciones por las que Dios conduce la obra de su creación hacia esta perfección: Dios guarda y gobierna por su providencia todo lo que creó, "alcanzando con fuerza de un extremo al otro del mundo y disponiéndolo todo con dulzura" (Sg 8,1). Porque "todo está desnudo y patente a sus ojos" He 4,13), incluso lo que la acción libre de las criaturas producirá. [Concilio Vaticano I]

El testimonio de la Escritura es unánime: la solicitud de la divina providencia es concreta e inmediata; tiene cuidado de todo, de las cosas más pequeñas hasta los grandes acontecimientos del mundo y de la historia. Las Sagradas Escrituras afirman con fuerza la soberanía absoluta de Dios en el curso de los acontecimientos: "Nuestro Dios en los cielos y en la tierra, todo cuanto le place lo realiza" (Ps 115,3); y de Cristo se dice: "si él abre, nadie puede cerrar; si él cierra, nadie puede abrir" (Ap 3,7); "hay muchos proyectos en el corazón del hombre, pero sólo el plan de Dios se realiza" (Pr 19,21).

Así vemos al Espíritu Santo, autor principal de la Sagrada Escritura, atribuir con frecuencia a Dios acciones sin mencionar causas segundas. Esto no es "una manera de hablar" primitiva, sino un modo profundo de recordar la primacía de Dios y su señorío absoluto sobre la historia y el mundo y de educar así para la confianza en El. La oración de los salmos es la gran escuela de esta confianza.

Jesús pide un abandono filial en la providencia del Padre celestial que cuida de las más pequeñas necesidades de sus hijos: "No andéis, pues, preocupados diciendo: ¿qué vamos a comer?, ¿qué vamos a beber?... Ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso. Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura"(Mt 6,31-33). (Catecismo de la Iglesia Católica 302-305)

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En nuestra vida muchas veces nos sentimos abatidos, vencidos, llenos de incertidumbres… entonces parece que Dios desapareciera de nuestro lado y estuviésemos a merced de un universo sin más sentido que el caos. Oscuridad, dudas y pesar anidan en nuestro corazón.

Cuando vemos que lo creemos necesario e importante se derrumba delante de nosotros, que fácil es pensar que los demás son los culpables de ello. Nos convertimos en víctimas de la iniquidad de los demás. Qué difícil es aceptar que la Voluntad de Dios es la que se expresa cada minuto en el universo. 

Pero, lo que sentimos en esos momento merece ser entendido para aprender. La apariencia de poder, capacidad y empuje desaparece y nos encontramos con lo que somos realmente. Somos débiles, limitados e imperfectos. Sentir lo que somos duele en lo profundo de nosotros, ... pero también es una oportunidad de dejarse llenar por la voluntad de Dios.

Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte. (2Cor 12,10)

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Señor, acepto mis debilidades y te las ofrezco.
No puedo por mi mismo, Señor. Sé que es imposible.
Lo que esperaba no es posible. Señor, estoy equivocado.
Pero este dolor no es sólo mio.
Te ruego por mis hermanos y hermanas que
en el día a día sienten que nada tiene sentido.
Permíteles conocer que Tu eres sentido, fuerza, voluntad y sabiduría.
Por último, ayúdame Señor. Sin Ti no soy nada.
Amén

sábado, 13 de noviembre de 2010

Arte Sagrado

Les recomiendo que lean este estupendo texto "El arte sacro de hoy: ¿es arte y es sacro?": PULSE, que nos habla del arte sagrado y de su actualidad... o mejor dicho, de su preocupante ausencia en la actualidad. Esta escrito por Steen Heidemann graduado en Arte y Arquitectura en Oxford;  lo publicó el Instituto de Arquitectura Sacra.

El texto está tomado del estupendo blog "Por ti Madrugo"... no duden en pasarse.

martes, 9 de noviembre de 2010

El Misterio que es Dios Revelado

"Los que sabemos bien que el Salvador no dice nada de una manera puramente humana, sino que enseña a sus discípulos todas las cosas con una sabiduría divina y llena de misterios, no hemos de escuchar sus palabras con un oído carnal, sino que, con un religioso estudio e inteligencia, hemos de intentar encontrar y comprender su sentido escondido. En efecto, lo que el mismo Señor parece haber expuesto con toda simplicidad a sus discípulos no requiere menos atención que lo que les enseñaba en enigmas; y aun ahora nos encontramos con que requieren un estudio más detenido, debido a que hay en sus palabras una plenitud de sentido que sobrepasa nuestra inteligencia... Lo que tiene más importancia para el fin mismo de nuestra salvación, está como protegido por el envoltorio de su sentido profundo, maravilloso y celestial, y no conviene recibirlo en nuestros oídos de cualquier manera, sino que hay que penetrar con la mente hasta el mismo espiritu del Salvador y hasta lo secreto de su mente... " (Clemente de Alejandría, Quis dives salvetur 5, 2-4)

Leyendo la estupenda entrada "El Simbolismo de la Zarza y el Fuego" del P. Javier Sánchez en su blog, Corazón eucarístico de Jesús. El Sagrario, no pude menos que acordarme de dos citas. La primera es la de Clemente de Alejandría. En ella nos encontramos con la evidencia del Misterio y de su inmensa profundidad.

No deberíamos dejar pasar la oportunidad de penetrar en Tierra Sagrada, descalzarnos y adorar de rodillas a Dios revelado ante nosotros. La revelación de Dios es como un regalo... está envuelto y solo si nos atrevemos a abrir el paquete, podremos admirar todo lo que contiene. Pero hay que abrir el paquete con humildad y sabiendo que si podemos hacerlo, es por Don de Dios mismo.

También vino a mi mente este breve pasaje del catecismo:

En María, el Espíritu Santo manifiesta al Hijo del Padre hecho Hijo de la Virgen. Ella es la zarza ardiente de la teofanía definitiva: llena del Espíritu Santo, presenta al Verbo en la humildad de su carne dándolo a conocer a los pobres (cf. Lc 2, 15-19) y a las primicias de las naciones (cf. Mt 2, 11). (Catecismo Nº 724)


Cuanta profundidad y cuanto amor de Dios concentrado y donado a nosotros.

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Señora, Madre de Dios y Madre nuestra
ayúdanos a acercarnos a Tu hijo y 
a desear que Cristo nazca dentro nuestra.
Ruega por nosotros, Santa Madre
Solo con la gracia de Dios podemos acercarnos
al Misterio que es Dios mismo.
Amén

sábado, 30 de octubre de 2010

Arca e Iglesia

Traigo un breve texto de Orígenes donde nos señala una imagen de la Iglesia especialmente lúcida: el Arca de Noé:

En tanto que la pequeñez de mi espíritu me lo permite, pienso que el diluvio, que casi acabó con el mundo, es símbolo del fin del mundo, fin que, verdaderamente, ha de llegar. El mismo Señor lo declaró cuando dijo: “En los días de Noé los hombres compraban, vendían, construían, se casaban, daban sus hijas en matrimonio, y llegó el diluvio que los hizo morir a todos. Así será igualmente la venida del Hijo del hombre”. En este texto parece que el Señor describe de una única y misma manera el diluvio que ya se había producido y el fin del mundo que está por venir.

Así pues, en otro tiempo se dijo al antiguo Noé que hiciera un arca y metiera en ella no tan sólo sus hijos y sus parientes sino animales de toda especie. De la misma manera, en la consumación de los siglos, fue dicho por el Padre al Señor Jesucristo, nuestro nuevo Noé, el solo Justo y el solo Perfecto (Gn 6,9), que se hiciera un arca de madera labrada a escuadra y le dio las medidas que están llenas de misterios divinos (cf Gn 6, 15). Esto se indica en el salmo que dice: “Pídemelo y te daré en herencia las naciones, en posesión los confines de la tierra” (2,8). Construyó, pues, un arca con todo lo necesario para vivir los diversos animales. Un profeta habla de sus estancias cuando escribe: “Escucha, pueblo mío, entra en tus aposentos, escóndete por unos instantes, hasta que la cólera haya pasado” (Is 26,20). En efecto, hay una correspondencia misteriosa entre este pueblo que se salva en la Iglesia, y todos estos seres, hombres y animales, que en el arca se salvaron del diluvio. (Orígenes, Homilías sobre el Génesis, II, 3)


¿Qué estamos haciendo con la Iglesia actualmente? Siguiendo con el paradigma del Arca de Noé,… estamos quitándole tablas para hacer barquitas que se adapten a nuestras necesidades y gustos . Unos quieren llevarse unos animales u otros, según se adapten a sus ideas. Otros se dedican a desclavar las tablas porque estiman que la existencia de un Arca única les impide salvarse con libertad. Otros dicen que el Arca está obsoleta y necesitamos una nueva. Mientras, por la gracia de Dios, el Arca sigue enfrentando diluvio que azota la tierra. Que grande es el Señor.

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Señor, gracias por darnos el Arca que nos cubre,
protege y nos llena de esperanza.
Solo tu gracia nos puede
llevar hasta el puerto de destino
No dejes que nos separemos de tu mano
Amén

domingo, 24 de octubre de 2010

Comentarios sobre la Parroquia y la interpretación de la Palabra de Dios

Traigo un largo comentario de un post: "La Parroquia ¿Aspersión o Inmersión?", del el blog : “Cartujo con licencia propia”, que leí en el blog “Espiritualidad caminante”.

En principio este comentario pretendía ser una respuesta al post… pero creció demasiado hasta tomar vida propia. Sé que para entender todos los términos del comentario, es necesario leer el post original, por lo que pido disculpas anticipadas por la paciencia que demando a mis lectores. Gracias amable lector.

Este post tiene mucho que comentar y deseo hacerlo desde la caridad y la fraternidad. No se trata de descalificar, sino de compartir y contrastar para encontrar la verdad. Visiones coincidentes y divergentes que buscan comprenderse, para aprender unas de otras. Solo así podemos llegar a ser Iglesia.

Lo primero es comentar que el post me parece interesante, oportuno y acertado en el análisis de la problemática parroquial... aunque hay entendimientos que puedo y quiero aportar para ayudar a discernir el problema.

Alguna vez en nuestra vida deberíamos pararnos a reflexionar sobre qué es la parroquia y cómo la entendemos. Nuestra experiencia personal es fundamental, ya que todos tenemos conocimiento cierto y diverso de la realidad parroquial.

En línea con lo planteado por el autor… entiendo la parroquia como asamblea-comunidad de creyentes o no la entiendo en absoluto. Sobre una asamblea-comunidad preexistente, se podrán hacer recaer responsabilidades, dinámicas y misiones… pero se debe partir de una asamblea-comunidad de cristianos unidos por una misma Fe, en fondo y forma.

Se podrían analizar los límites que hacen viable, posible y alcanzable la unidad interna de la parroquia, pero al menos, la unidad de Fe y misión son cruciales para conformar la comunidad. La parroquia no debe quedarse en si misma y vivir de lo que tiene. La comunidad cristiana debe proyectarse al exterior y dar testimonio vivo de su Fe, en el entorno donde está radicada.

La parroquia real de hoy en día es un ente variopinto. Su vida y desarrollo depende de la interacción de muchas personas y por lo tanto, se nos presenta como realidades diversas, cambiantes y particulares. Hay parroquias imposibles, otras admirables y una gran cantidad de parroquias funcionales. Todo depende de quienes la formamos y qué compromiso tengamos con ella.

Es evidente que la asistencia a misa es un elemento central en la formación de la parroquia. Sobre la asistencia a misa, hay mucho que hablar. Respeto a quienes les cueste (sin razones de impedimento evidente) dedicar una hora a la semana a reunirse entre si y reunirse con Dios… pero el cristianismo no se entiende sin la dimensión comunitaria. “... allí donde dos o tres se reúnan en mi Nombre, allí estaré Yo, en medio de ellos” (Mt 18,20)”. De hecho deberíamos dedicar más horas a la parroquia y así conseguir que la comunidad no sea un espejismo de mañana de domingo.

La obligación de ir a misa tiene como objetivo primordial, conformar el germen y dar sustento a la comunidad. Dicho esto, sé que llegado cierto momento en la vida, la obligación de ir a misa es lo de menos. Digamos que la misa se convierte un disfrute y regocijo que es difícil perderse por voluntad propia. Incluso terminas buscando huecos entre semana para ir a misa. Pero para llegar a esto es necesario entender, sentir y vivir la misa… y eso cuesta formación, tiempo y voluntad.

Es habitual oír que la obligación de misa es innecesaria y contraproducente… pero hay que ser conscientes que existen personas que si no parten de una obligación, les falta voluntad para reunirse… mientras otras, si no parten de la libertad, evidencian un rechazo ante lo que sea. No es fácil dar una receta que nos sirva a todos.

El problema de las comunidades parroquiales, como evidencia el autor, va más allá de la simple asistencia a la misa dominical. El problema radica en que muchas personas no tienen experiencia de Dios y participan (o no participan) en la comunidad por razones y apetencias externas a la propia comunidad. También hay personas que tienen esta experiencia de Dios, pero no encajan en la comunidad que les ha tocado. La parroquia debería acercarse a estas personas y ofrecerles caminos de comunión que les permitan integrarse en la vida parroquial. Es evidente que la sensibilidad litúrgica, ambiental u organizativa nos tiende a acercar o alejar de la comunidad. Es triste que las diferencias nos enfrenten antes que enriquecernos. 

Entrado en la génesis de la comunidad, a mi modo de entender, la creación de una grupo humano se produce a partir de la persona y de su previa experiencia de Dios… no al revés. La comunidad puede ayudar a encontrar la experiencia de Dios, pero es la persona la que se convierte y se transforma para luego conformar la comunidad. Si la comunidad es la que maneja el acceso a la experiencia interior de Dios… se plantean problemas considerables.

El autor se define proclive a conformar pequeños grupos cristianos frente a una institución parroquial aglutinadora. Ve en la parroquia un órgano jerárquico que no tiene razón de ser. Por eso liga la experiencia de Dios a la existencia de grupos pequeños liberados de la “jerarquía”, donde se viva el cristianismo de manera cercana.

No le quito cierta razón a su planteamiento,… pero el pequeño grupo no lo es todo. También es importante vernos dentro de grupos cada vez más amplios. Los grupos pequeños ya existen y son, en si mismos, extra jerárquicos y no por ello dejan de estar integrados en la Iglesia. La Iglesia dispone de una jerarquía que debe ser entendida como marco de unión y unidad de todos los que la conformamos. Sin esta jerarquía, la universalidad (catolicidad) se difumina en un peligroso particularismo. Divide y vencerás… es una consigna conocida. El enemigo anda detrás de las des-uniones y particularizaciones.

Personalmente, pienso y sé que es importante vivir el cristianismo a todos los niveles de catolicidad. Desde el (los) grupo(s) pequeño(s) y cercano(s)… pasando por una parroquia amplia e integradora, vertiéndose en la diócesis y conformando el océano de la Iglesia universal. Las experiencias de cada nivel son diferentes, complementarias y necesarias. El grupo más pequeño sería la propia familia, que debería poderse imbricar en la dinámica eclesial con total naturalidad. Puedo testimoniar que es enriquecedor pertenecer a varios grupos pequeños, ya que esto nos permite dar cohesión a la Iglesia. 

Ahora paso al último párrafo, que es el más interesante de comentar.  Cito la primera parte del párrafo;

Por ello mismo quizás la iglesia desde los que somos miembros de ella, antes que esperar con, debemos de esperar en…; y mantener los oídos abiertos pues otros con sus testimonios nos llevan a buen seguro la delantera. No puedo estar mas en desacuerdo con nuestro actual papa respecto de la máxima de que «La Iglesia católica es la única que puede interpretar la Biblia»

Lo primero que me llama la atención es la utilización de la palabra “otros” de forma inconcreta. Parece que se refiere a ámbitos extra-eclesiales, pero no lo deja claro. El autor tiene alguna certeza de que nos llevan la delantera, pero no indica en qué nos adelantan. Tras esta ambigüedad salta, sin un hilo conductor claro, a exponer su rechazo a una frase del Papa: «La Iglesia católica es la única que puede interpretar la Biblia». Supongo que la ambigüedad se concreta en cuanto a la interpretación de la Biblia. Parece que los “otros” nos llevan ventaja en este aspecto… 

Detecto cierta medida de desesperanza en la acción del Espíritu dentro de la Iglesia. ¿Cómo Dios nos dejaría aislados del soplo del Espíritu? La providencia de Dios es inmensa y no podemos dudar de ella, ya que dudaríamos de Dios mismo y de su compromiso con nosotros.

Pasando a la frase del Papa… para discernir los textos lo mejor es buscar las fuentes. La fuente es el discurso papal realizado, hace una año, durante la audiencia especial que concedió a los dirigentes, profesores y alumnos del Pontificio Instituto Bíblico, con motivo del centenario de su fundación. Es necesario contextualizar lo que se dice en el discurso para comprender el sentido de la frase. Pongo un ejemplo real:

He leído muchas interpretaciones del suceso de la Transfiguración del Señor. Sus intérpretes han asegurado, con pruebas por delante, que se trata de una experiencia inducida por drogas o un encuentro en la tercera fase o simplemente una alucinación. También he leído muchas y diversas interpretaciones alquímicas, cabalísticas y simbólicas.

Para interpretar lo que sucedió, cada intérprete parte de su conocimiento y sus experiencias y... aunque lo hacen muy bien, llegan a conclusiones dispares. ¿Por qué? Porque no parten de una base única y sólida para interpretar el suceso. Digamos que la luz con la que iluminan las Escrituras, parte de fuera de la Iglesia y produce sombras dispares.

Dentro del la Iglesia tenemos una Luz para interpretar las Escrituras en sintonía con la misma Revelación. Tenemos la Tradición, que nos da un testimonio cercano y razonado de lo que sucedió y de cómo interpretarlo. Ese testimonio, aparte de coherente y sólido, nos liga con la Iglesia de todos los tiempos. Esta Luz no parte desde fuera de la Revelación, sino del mismo centro de la escritura, ... de Cristo el Logos. ¿Qué mejor Luz podemos tener quienes tenemos Fe en Cristo? Dicho sea de paso, las interpretaciones intra-eclesiales no tienen porque ser únicas, aunque sean incluyentes y poseedoras de un sentido único, con diversidad de profundidades.

Entonces ¿Por qué buscar bases externas si tenemos bases sólidas dentro de la Iglesia? ¿Qué ganamos en ello? Ganamos poco, ya que no se puede construir unidad sobre bases inconexas y desligadas. El ejemplo de la Transfiguración evidencia lo que el Papa nos quería decir… solo desde la Tradición y el Magisterio es posible interpretar la Biblia… con coherencia e integración eclesial. Pero quien quiera creer que la Transfiguración es un encuentro en la tercera fase… es libre de hacerlo.

En el texto del discurso del Papa podemos leer que, es necesario «… leer la Escritura como una unidad, lo que significa leerla a partir de la Iglesia como su lugar vital y considerar la fe de la Iglesia como la verdadera clave de interpretación”. Lo que despeja dudas sobre a lo que se refería el Papa. 

Interpretar la Biblia desde fuera de la Tradición y Magisterio es, como poco, arriesgado. ¿Por qué digo esto? Porque si traemos una interpretación externa y la ofrecemos como equivalente o con mayor validez que la tradicional, podemos esperar que aparezcan otras equivalentes, lo que nos lleva a rompernos y desunirnos internamente. Cada cual podrá traer la interpretación que guste y reivindicar su primacía. Los efectos de esta práctica la tenemos en los cientos de miles de grupos y comunidades evangélicas, cada vez más divididas y enfrentadas. Literalmente, sin Tradición toda interpretación es válida.

Paso a la segunda parte del último párrafo:

Lejos de esto, creo que de la misma manera que nuestra vida cristiana es el único evangelio que mucha gente leerá, igualmente hay otros que son legión, y que con sus vidas nos enseñan cada día de lo que es una interpretación de la sagrada Palabra, hecha humanidad y hecha amor. Colaboremos pues a este sentido de la autenticidad.”

¿Por qué nuestra vida será el único evangelio que leerán las gentes? ¿Por qué no ofrecerles el Evangelio para que lo lean y disfruten de el? En todo caso, nuestra vida será el primer testimonio evangélico que tendrán muchas personas. Tras de este primer testimonio, les ofreceremos los Evangelios y la Tradición para que beban por si solos del Agua que da la vida eterna (Jn 4,14)

Es importante tener claro que las Escrituras y la Tradición son la Luz que ilumina nuestra vida. Si tomamos la vida de otras personas como revelación de Dios… ¿Qué referencia y dadora de sentido tendremos para todos? Como poco andaremos desorientados y sin guía verdadera para nuestra propia vida.

Es peligroso invertir el sentido de la Revelación… ya que si somos nosotros quienes creamos vivencialmente la revelación… podemos llegar a vivir como nos parece y justificarlo sin problemas.

Dijo Cristo “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí”.

Tenemos que tener cuidado de no suplantar a Cristo, dando el sentido que deseemos a la palabra “amor”. Cristo es amor de Dios a los hombres y por lo tanto Luz clara para el camino.


--oOo—

Señor, Tu que nos revelaste el Amor de Dios a los hombres y
Dijiste Amaos unos a otros como Yo os he amado,
danos capacidad para entender, asimilar
y compartir este Amor con el prójimo.
No nos dejes caer en la tentación de
elegir nuestro limitado e interesado amor
para entender la inmensidad admirable de Tu Amor.
Amén

viernes, 22 de octubre de 2010

Moisés, tipo y figura de Cristo

Hoy quiero recomendarles un estupendo blog:

Corazón eucarístico de Jesús. El Sagrario.


 y dentro, una entrada especialmente lúcida y profunda: 


Moisés, tipo y figura de Cristo


--oOo--
Señor, alabado seas y bendito sea tu Nombre.
Gracias por darnos sacerdotes que apacienten tu rebaño.
Ellos son imagen tuya
y pastores en tu Nombre. 
Gracias por darles el don de transmitir 
tu Misterio, en toda su profundidad, belleza y armonía.
Tu no nos dejas de tu mano. 
Eres todo misericordia y grandeza.
Amén 

martes, 19 de octubre de 2010

Ubicumque et Samper

Leyendo el Motu Proprio “Ubicumque et Samper”  he encontrado este interesante párrafo:

Y si por un lado la humanidad ha conocido innegables beneficios de estas transformaciones y la Iglesia ha recibido ulteriores estímulos para dar razón de la esperanza que lleva (cfr 1Pe 3,15), por el otro se ha verificado una preocupante pérdida del sentido de lo sagrado, llegando incluso a poner en cuestión esos fundamentos que parecían indiscutibles, como la fe en un Dios creador y providente, la revelación de Jesucristo único salvador, y la común comprensión de las experiencias fundamentales del hombre como el nacer, el morir, el vivir en una familia, la referencia a una ley moral natural.” (Benedicto XVI)

El sentido de lo sagrado no es más que el sentido del misterio que nos une y comunica con Dios. Perder el sentido de lo sagrado no es algo insustancial, ya que al perder el vínculo, colocamos a Dios a la distancia suficiente para que no nos sea posible acceder a El. De hecho, la sociedad actual padece este alejamiento de Dios.. y lo evidencia, buscando sustitutos adaptados a sus necesidades.

El ser humano post-moderno se estima capaz de vivir sin Dios... porque Dios le estorba. Por eso postula que Dios está demasiado lejos para tenerle en cuenta. Esta lejanía afecta a la sociedad en general y a la Iglesia en particular. Las comunidades cristianas han visto alejarse a Dios de su templo y de su Liturgia. La vida profana no deja sitio para Dios y si tampoco lo encontramos en lo sagrado... aparece el vacío. Este vacío se ha intentado sustituir mirando a la comunidad como el centro de la vida cristiana. ¿Cómo se evidencia este cambio? Entrar en un templo ya no produce reverencia ni nos conmina al silencio y veneración. La inexistencia de cambio entre la realidad externa  e interna se hace más evidente en los nuevos y ásperos templos modernos. Basta "vivir" la animada tertulia que precede a los cultos,....  para intuir qué sentido tiene lo sagrado hoy en día.

Hay quien justifica este alejamiento de Dios en base a las apariencias y las ignorancias. Si nos quedamos en las apariencias y preguntamos a éstas sobre su razón de ser... lo que encontramos es ignorancia. Es decir, si preguntamos a una persona porqué se callaba al entrar en el templo... seguramente diría que era por temor a que le mandarán callar otras personas o porque tenía miedo de Dios. Miedo que no debemos confundir con temor. El primero nace de la ignorancia y el segundo de la sabiduría, ya que es don del Espíritu.

En base a comportamientos y costumbres irracionales... podemos deducir que todo era ignorancia y decidir que, ante el vacío de Dios, mejor llenamos el templo del mundo... así no se notará el vacío creado y nos sentiremos más cercanos unos a otros. Jugada perfecta.... y tan perfecta... para el enemigo.

Con la Liturgia ha sucedido lo mismo. Los fieles la siguen sin conocer la razón de cada plegaria, signo y momento, por lo que la entienden como algo ajeno a ellos mismos. Es evidente que para muchas personas la Liturgia es una cáscara vacía ... pero también es cierto que desalojando a Dios de ella para dejar entrar al mundo, perdemos más que ganamos.

Ciertamente necesitamos re-evangelizarnos... que no es más que re-descubrir que Dios está a nuestro lado y que podemos acercarnos a El por medio de la sacralidad.

--oOo--

Señor gracias por no alejarte realmente de nosotros
¿Quién más tiene palabras de vida eterna?
¿Quién más da sentido a todo lo que existe?
Danos capacidad de transformar la sociedad para acercarla a Ti.
Amén

jueves, 14 de octubre de 2010

Integrismos y fundamentalismos (II)

Permítanme retomar el tema de la semana pasada para hilvanar algunos flecos. Viene al caso del modelo de Iglesia como Cuerpo Místico de Cristo (1 Cor. 10, 17; 12, 12-27; Ef. 1, 13; 2, 16; 3, 6; 4, 4 y 12-16; Col. 1, 18 y 24; 2, 19; 3, 15). La Iglesia es un cuerpo único donde el enfrentamiento de unos miembros con otros es incomprensible.  ¿Por qué nos enfrentamos entonces?

Primeramente debido a que cada persona tiene entendimientos y sensibilidades diferenciadas que le permiten convivir empáticamente con aquellos son como ellos. Estas sensibilidades y entendimientos son parte de nuestra misma naturaleza. También es cierto que estas sensibilidad pueden hacernos que no nos sintamos parte de un solo cuerpo. Las manos quisieran vivir en un cuerpo en forma de mano, al igual que los pies o el estómago. Es evidente que el hígado no puede comprender cómo las cejas son y actúan, pero debe  confiar en que este funcionamiento es el que la naturaleza del propio cuerpo ha determinado. También encontramos la soberbia que nos atenaza y nos impide acercarnos unos a otros. Y al maligno que está siempre dispuesto a desunirnos, interna y externamente.

Pero, más allá de las sensibilidades y entendimientos, debería haber algo que nos una y nos de sentido como cuerpo unido. Claro que existe, es la Fe. Fe que profesamos domingo a domingo en el Credo. ¿Le damos suficiente importancia a lo que atestiguamos en esta profesión? Quizás se vuelve salmodia repetitiva que entonamos sin ser conscientes de ello. ¿Formamos parte de la misma Iglesia, cuando profesamos algo y pensamos lo contrario? Evidentemente no podemos formar parte de la misma Iglesia si creemos de forma diferente, ya que el sentido de la comunidad sería incompatible.

Vamos a ver ¿Esta afirmación que he realizado es una condena? No, es un simple juicio que parte de razones y se defiende con evidencias palpables. ¿Juzgar de esta forma significa echar a alguien fuera de la Iglesia? No, significa hacer evidente que no podemos orar a dioses diferentes utilizando formas diferentes. Si actuamos utilizando premisas diferentes y objetivos diferentes, se hace complicado o imposible, actuar unidos.

Esto se evidencia cuando grupos de católicos actúan contra su obispo o contra su párroco o contra el mismo Papa. Cuando grupos diferentes se enfrentan entre si o cuando religiosos, sacerdotes u obispos se enfrentan unos con otros. Evidenciamos que no somos una verdadera comunidad de creyentes, lo que no es una condena, es una evidencia.

Ante esta evidencia, podemos actuar de tres formas:

a) Intentando dominar o imponer el criterio de cada cual. Un criterio ganará y otro perderá en función de qué parte tenga más poder de acción. Esto no es cristiano. Llegar a ganar o a dejarse perder, es buscar la ruptura interna y la destrucción de la comunidad. Quizás esta actitud se fundamente en la esperanza de, tras la destrucción, se reedifique la comunidad según nuestro gusto. Destruir lo común para construir la particular es una pésima estrategia. La destrucción es el principal arma del enemigo para imponerse a todos.

b) Aceptando la evidencia y aceptando que no es posible convivir en comunidad. En este caso, lo natural sería crear comunidades diferenciadas y entablar un diálogo positivo y fraterno que nos permita volver a reunirnos lo antes posible. 

c) Orando a Dios para que nos ilumine y nos permita ser una sola Iglesia por encima de nuestros entendimientos. Esto conlleva capacidad de aceptar y humildad para convivir, sin echarse los trastos a la cabeza. En esta opción, se busca llegar a un acuerdo sin que ningún entendimiento termine desplazando a los demás. Igual que Dios es Unidad más allá de su manifestación trinitaria, las diferentes sensibilidades pueden aprender unas de otras y ganar aquello que a cada cual le parece secundario.

Juzgando con mi doblada e imperfecta vara de medir, creo que la tercera opción es la mejor, pero también sé que es la más difícil y la que requiere de cada uno de nosotros más auto-negación y humildad. Dejar atrás "mi realidad" para conseguir la Verdad que nos una sin que las realidades personales pierdan lo más mínimo. Esto a veces no es posible, ya que no somos incapaces de dejar nuestras realidades a un lado.

¿Qué hacer cuando las posturas son tan diferentes como igualmente razonables? ¿Qué hacer con aquellos que se creen poseedores de la Verdad y nos obligan a dejar nuestro entendimiento para imponernos el suyo? Solo queda aceptar la segunda opción y esperar que el tiempo y Dios mismo, nos ayude a acercarnos y re-unirnos. Mejor entendernos como hermanos separados, que rechazarnos como enemigos unidos.

Lo que tengo claro es que la primera opción es la más nefasta y la que hace el juego al enemigo. Entrar al juego de vencedores y vencidos, es perder todos.

--oOo--

Señor, ven buscarnos cuando dejemos el redil
 para vivir nuestra propia vida.
Ayúdanos a que nos dejemos guiar e
impide que nos separemos de ti.
Sabemos que nuestra soberbia es inmensa
y que somos demasiado ricos de nosotros mismos
para seguirte sin condiciones.
Pero, Señor, una sola palabra tuya bastará para sanarnos.
Amén

jueves, 7 de octubre de 2010

Integrismos y fundamentalismos

Cuando uno pasea por Internet, en clave católica, es imposible no terminar topándose con descalificaciones y menosprecios entre personas que se consideran pertenecientes a  "sectores" enfrentados dentro de una misma Iglesia. Iglesia que cada cual entiende y quiere, de forma diferente ¿Pueden existir sectores que se enfrentados dentro de una Iglesia? ¿No es un contrasentido? La Iglesia es una, me digo a mi mismo. ¿Qué sentido tiene que se enfrenten la cabeza contra el estómago?

Reflexionando sobre este clima de “enfrentamiento”, más o menos evidente, aparece el problema de conseguir comprendernos. Tomando como base el pasaje evangélico de la paja en ojo ajeno (Mt 7,3-4)... quizás la mejor manera de entender cómo es la viga que albergamos en nuestro ojo, sea precisamente estudiando la paja que tienen quienes nos recriminan. Miremos a quien nos excluye y seguramente veremos muchas actitudes propias.

Uno de los argumentos recurrentes y que se suelen echar en la cabeza unos a otros, es la ignorancia, cerrazón y superficialidad del "contrario". Siempre se estima que el prójimo se queda en la superficie, venerando las apariencias y solo uno es dueño de toda la profundidad y el fondo que tiene la verdad. Nadie duda que dentro de la Iglesia, la superficialidad es un mal generalizado, pero particularizar este mal en un "sector", evidencia que la falta de afecto es una dolencia infecciosa y contagiosa. Nunca podremos poseer la Verdad, a lo sumo lucharemos para que Ella nos contenga a nosotros.

Unos a otros se echan en cara que son pocos y sectarios. Es evidente que existe compartimentalización aislacionista dentro de la Iglesia. No podemos negarla es parte de nuestra naturaleza limitad y herida. Crear grupitos cerrados nos permite saltarnos las incertidumbres que conlleva la apertura, pero también fomenta indeseables recelos cruzados. La Iglesia es apertura y al mismo tiempo unidad.

Gracias a Dios, la Iglesia sobrevive y se cimienta por encima de nuestras desidias, mezquindades y egoísmos. La Divina Providencia, actúa haciéndonos parte del plan de Dios, aunque sea de forma inconsciente a su desarrollo. Si no fuera asi, la Iglesia haría muchos siglos que hubiera desaparecido. Dios es providente.

Ante esta realidad hay quienes quieren cambiar la Iglesia y recrearla a su gusto. Al hacerlo y sin darse cuenta, posicionan a Dios en una cómoda lejanía y desafecto. Pareciera que Dios no se encargara de los asuntos de su Iglesia y nosotros deberíamos ser quienes nos encargáramos de confeccionar la necesaria piedra angular. No se dan cuenta que si Dios quisiera que su Iglesia fuera otra, El mismo haría esto posible. Evidentemente esta es la Iglesia que Dios quiere: penas, luces, sufrimientos, maravillas pecados y santidad forman parte de lo que somos y nos permiten superarnos y progresar. Amemos a la Iglesia en su grandeza sobrenatural y en la humana imperfección de quienes la formamos.

Volviendo a mis paseos por el ciber-mundo, leo con frecuencia diversos blogs de línea “progre” en donde es habitual encontrarse con de reflexiones sobre el “integrismo” y el “fundamentalismo” de los "carcas tradicionalistas".  También me paseo por otros blogs, de signo tradicional y me encuentro con los mismos argumentos, pero en sentido contrario. Es decir, lo de siempre. Lucha, división y enfrentamiento. ¿Pertenecemos todos a la misma Iglesia? Yo personalmente a veces lo dudo. La Iglesia no puede enfrentarse a si misma. Es un contrasentido. La mente no puede enfrentarse al estómago y si lo hace, los dos sufren por igual.

Reflexionaba sobre la facilidad con la que nos condenamos unos a otros y la escasa capacidad de juicio que tenemos para determinar las razones de nuestra condena. Básicamente, nos condenamos por sabernos diferentes y tener comprensiones diferentes. Lo malo es que condenamos al "otro" a ser como nosotros y si no es capaz, no podrá pertenecer a "nuestra" iglesia. Trazando rayas entre nosotros, es casi imposible vivir como Iglesia unida.

Los fundamentalismos no son propiedad única de los grupos tradicionalistas, ya que se dan en todas partes por igual. Tanto los tradicionalistas y los progresistas, son fundamentalistas…y ojo ... eso es estupendo.

¿Estupendo? Claro que es bueno. Cada cual defiende su entendimiento creyéndolo correcto. Quien no sea fundamentalista, solo puede tener una postura desafectada y radicalmente indiferente. Desafección que es vivo ejemplo de la tolerancia que nos venden como ideal de vida. Pero los tibios no son gratos a la boca de Dios,  mejor creer con pasión y defender lo que creemos, que dejarnos llevar por el “me da lo mismo”, “todo es igual”, "no me juzgues", tan de moda. Pero defender nuestras ideas, conlleva el respeto por las del "otro" que tenemos delante. Respeto que no es indiferencia.

Quizás sea interesante ser conscientes de cómo defendemos nuestras ideas. Lo ideal sería hacerlo con conocimiento y razones que den sentido a lo que vivimos y practicamos. Las posturas irracionales no son válidas, ya que entraríamos en el integrismo. Integristas los hay en todas partes. El odio se acumula sobre quienes no piensan como ellos, hasta que encuentra una violenta vía de escape. El integrista es básicamente un intolerante negativo, que rechaza a quien piensa diferente y le odia.

Mirando mi viga, lo cierto es que me hace gracia aceptar mi condición de fundamentalista y al mismo tiempo, hacerlo con todo respeto a quien piense que no lo es y también para quien sea fundamentalista de diferente signo. Soy fundamentalista, porque tengo argumentos, razones e intento vivir de forma conscientemente alineada a los fundamentos de mi Fe. No me da vergüenza decirlo.

A partir de mi conocimiento y entendimiento, soy capaz de juzgar a los demás. Pero sin olvidar que tal como juzgue, espero que me juzguen (eso es lo que me gustaría). Sé que mi vara de medir solo puede perfeccionarse midiendo y reflexionando sobre lo que mido y cómo lo mido. Tengo claro que, sea cual sea mi medida, no puedo condenar a quien tengo delante. Eso es labor única de Dios.

Se que puedo y debo señalar los errores que vea, pero siempre con humildad y respeto. Solo Dios tiene la vara de medir perfecta y justa. Con mi vara aspiro a medirme con la misma medida que a los demás, para así mejorar cada día. Medir requiere humildad y limpieza de corazón. No se trata de condenar, ojo, tan solo medir y comparar. Entender y razonar. Señalar errores y esperar que quien los comete, indique las razones por las que actúa de esa forma. Así puedo aprender y mejorar mi vara. Así me entiendo y entiendo a quien tengo delante. Mirando a la Iglesia, solo intento juzgar lo que veo sin llegar a la condena. 

--oOo--

Señor, danos humildad y sabiduría.
Ayúdanos a tener afecto por quien señala nuestra viga
Gracias a el, aprendemos que somos semejantes y
compartimos camino hacia Ti.
Amén
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