martes, 11 de junio de 2013

Pobreza de Espíritu, corazón acogedor

"Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos." Hay muchos que perseveran en la oración y en los divinos oficios y hacen muchas abstinencias y mortificaciones corporales, pero por sola una palabra que parece ser injuriosa para sus cuerpos o por cualquier cosa que se les quite, se escandalizan y en seguida se alteran. Esos tales no son pobres de espíritu; porque quien es de verdad pobre de espíritu se odia a sí mismo y ama a los que le golpean en la mejilla (cf. Mt 5,39). (San Francisco de Asís, Admoniciones, 14

Muchas veces confundimos la pobreza de espíritu con la inocencia. Son virtudes diferentes que no es conveniente confundir. Una vez una persona me indicó que la felicidad en que viven los niños proviene de su pobreza de espíritu y esto no es del todo exacto. La felicidad de los niños proviene de su inocencia y su confianza en quienes les rodean. Incluso si padecen penurias, pueden sonreír con facilidad porque en su interior no existe rencor alguno. 

La pobreza de espíritu la explica estupendamente San Francisco en esta admonición que comparto con usted. Toda pobreza es antitética a la abundancia o la riqueza.

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