“El ABC de la evangelización
consta de: Afecto, Bondad y Cercanía. Habría que añadir, además, D y E: Diálogo y Ejemplo, sin
olvidar la F : Formación. Pero para que todo
fructifique es necesaria la G :
Gracia de Dios”
Evangelizar es una palabra polisémicas que suele ser
entendida como la principal acción que realizamos todos y cada uno de los
bautizados: difundir la Nueva Noticia ,
el Evangelio.
Si
anuncio el Evangelio, no lo hago para gloriarme: al contrario, es para mí una
necesidad imperiosa. ¡Ay de mí si no
predicara el Evangelio! Si yo realizara esta tarea por iniciativa propia,
merecería ser recompensado, pero si lo hago por necesidad, quiere decir que se
me ha confiado una misión. ¿Cuál es, entonces, mi recompensa? Predicar
gratuitamente el Evangelio, renunciando al derecho que esa Buena Noticia me
confiere. (1Co 9, 16-19)
Evangelizar es una
misión que no está limitada a determinados momentos o a determinadas personas. Todos evangelizamos y lo hacemos
sobre toda aquella persona que se acerque a de nosotros. Se evangeliza tanto
dentro y fuera de la Iglesia ,
ya que el Evangelio se transmite con la palabra, las actitudes y las
actividades que realicemos.
El ABC del evangelio comienza por Afecto, Bondad y Cercanía, ya que sin estas tres avanzadillas, no
hay comunicación ni empatía posible.
Para que el ABC llegue a los demás son necesarios DEF, es
decir Diálogo, Ejemplo y Formación. El
diálogo es una característica propia del ser humano, a través de la cual
aprendemos y nos relacionamos. También es necesario el ejemplo. Si lo que
decimos queda sólo en palabras, nuestro testimonio es nulo. Nadie nos creerá ni
querrá acercarse a nosotros para conocer más.
No tenemos que olvidarnos de una necesidad imperiosa: la Formación. Si no tenemos la
formación suficiente, es muy posible que nos encontremos con dificultades
considerables. Hoy en día, los
prejuicios son eficaces anticuerpos que bloquean la difusión del Evangelios.
Actúan poniendo en duda todo lo que podamos decir y a nosotros mismos. Saber desmantelar los prejuicios necesita
de vitamina C3: Conocimiento, Constancia y Compromiso. Esta vitamina se
adquiere mediante la formación continua. Tenemos que ser conscientes que los
prejuicios son capaces de mutar con rapidez, por lo que tenemos que estar siempre
al día y preparados.
Por último tenemos
el elemento más importante: la
Gracia de Dios. Nada podemos hacer sin Cristo. “El que permanece en mí y yo en él, ése da
mucho fruto; porque separados de mí no
podéis hacer nada”. (Jn 15,5) La conversión parte de un diálogo en el que
no podemos participar, ya que es un diálogo íntimo entre cada persona y el
Señor. Dios respeta escrupulosamente nuestra libertad. “Mira que estoy a la puerta y llamo; si
alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él
conmigo” (Ap 3,20)
¿Qué podemos hacer nosotros? Como estamos en Adviento, no
podemos olvidar las palabras de Lucas, que a su vez, toma del profeta Isaías:
“Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del
Señor; Enderezad sus sendas. Todo valle se rellenará, Y se bajará todo monte y
collado; Los caminos torcidos serán enderezados, Y los caminos ásperos
allanados; Y verá toda carne la salvación de Dios.” (Lc 3, 4-6).
Isaías nos llama a allanar el camino al Señor para que todo ser humano tenga
la oportunidad de encontrarse con Cristo, de forma similar a como se encontró
con los discípulos de Emaús.
Cristo se hace el encontradizo y escucha las dudas,
problemas, dolores y necesidades de quienes le dejan acercarse y acompañarles.
Después habla a nuestro corazón llenándolo de Esperanza, ya que sólo El tiene
Palabras de vida eterna, pero el encuentro espera nuestro permiso. Si no
aceptamos que necesitamos de El, la puerta queda cerrada y El no partirá el Pan
con nosotros.
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