Cuando el Espíritu habita, llena, rige, obra, frena para el mal, excita para el bien, hace suave la justicia, para que el hombre obre el bien por amor a la rectitud, no por el temor del suplicio #SanAgustin (Sermón 72A,2).
El Espíritu Santo obra un milagro que parece que hemos olvidado hoy en día. Consigue que obremos justamente por amor a Dios, no por temor a las consecuencias.
Hoy en día parece que obrar justamente es algo imposible, ya que olvidamos que Dios es quien nos regala el donde llevarlo adelante. El Espíritu excita el bien, haciendo que el mal desaparezca. Entonces, una vez el mal desaparece, es sencillo obrar bien, aunque nos cueste y a veces nos duela.
Dios hace posible lo que para nuestras fuerzas parece imposible.
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