Mateo “se levantó y lo siguió”. No hay que extrañarse del hecho de que aquel recaudador de impuestos, a la primera indicación imperativa del Señor, abandonase su preocupación por las ganancias terrenas y, dejando de lado todas sus riquezas, se adhiriese al grupo que acompañaban a aquel que él veía carecer en absoluto de bienes. Es que el Señor, que lo llamaba por fuera con su voz, lo iluminaba de un modo interior e invisible para que lo siguiera, infundiendo en su mente la luz de la gracia espiritual, para que comprendiese que aquel que aquí en la tierra lo invitaba a dejar sus negocios temporales era capaz de darle en el cielo un tesoro incorruptible (Cfr. Mt 6,20).
(San Beda el Venerable. Homilías sobre los evangelios, I, 21; CCL 122, 149-151)
Reflexión: ¿Nos levantaremos como Mateo? ¿Dejaríamos atrás todo en lo que estamos trabajando? La vocación es un llamado directo de Dios. No es fácil para nosotros aceptar la solicitud, porque siempre tenemos que dejar algo que valoramos. La demanda de Cristo no cesa. Él todavía nos está llamando. En este momento, nos espera y extiende su mano. Ofrece esperanza y sentido a nuestra vida: el reino de los cielos en nosotros. ¿Puede haber algo más valioso que este Tesoro?
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“Matthew rose and followed him.” It is not to be wondered at that the tax collector should leave the earthly gains he was looking after at the first command of the Lord and that, abandoning riches, he should join the company of him who, he saw, had no wealth. For the Lord, who outwardly called him with words, through a hidden instinct secretly taught him to follow him. By the gift of divine grace the Lord enlightened his mind to understand that he who on earth called him away from temporal interests, could in heaven give incorruptible treasures (cf Mt 6,20).
(Saint Bede the Venerable. Homilies on the gospels I, 21 ; CCL 122, 149)
Reflection: Would we get up like Matthew? Would we leave behind everything we are working on? Vocation is a direct call from God. It is not easy for us to accept the request, because we always have to leave behind something we value. The demand of Christ does not cease. He is still calling us. Right now, he awaits us and extends his hand. It offers hope and meaning to our life: the Kingdom of Heaven in us. Can there be anything more valuable than this Treasure?
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