jueves, 31 de diciembre de 2009

Agua que limpia y salva

Dijimos que en el altar se coloca el cáliz y el pan. ¿Qué se pone en el cáliz? Vino. ¿Y que otra cosa? Agua. Pero me dices: «¿Cómo, pues, Melquisedec ofreció pan y vino? ¿Qué significa la mezcla del agua?» He aquí la razón.

Antes que nada, ¿qué contiene la figura que precedió en tiempo de Moisés? Como el pueblo tenía sed y murmuraba, porque no podía encontrar agua, Dios ordenó a Moisés que tocara la piedra con la vara. Tocó la piedra y la piedra dejó brotar de ella agua en abundancia (Ex 17, 1-6). Como dice el apóstol: Bebían de la piedra que les seguía; ahora bien, la piedra era Cristo (1Col 10,4). No era una piedra inmóvil la que seguía al pueblo. Bebe tú también, para que Cristo te siga. ¡Mira el misterio! «Moisés», es decir, un profeta; la «vara», es decir, la palabra de Dios: el obispo, con la palabra de Dios, toca la piedra y fluye el agua, y bebe el pueblo de Dios. Así, pues, el obispo toca el cáliz, el agua borbotea del cáliz, salta hasta la vida eterna (Jn 4, 14) y bebe el pueblo de Dios, que ha conseguido la gracia. (San Ambrosio de Milán, tratado sobre los Sacramentos)

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Señor, ha pasado un año, con su cortejo de actividades, de trabajos, de idas y venidas.
Te lo ofrecemos tal como lo hemos vivido y como Tú lo has visto. Míralo con amor y archívalo en los pliegues de tu misericordia.

Te damos gracias, Señor, por los beneficios que hemos recibido a lo largo de este año. Gracias por las noches tranquilas y por las horas inquietas.
Gracias por la salud y la enfermedad. Gracias por la sonrisa amable y por la mano amiga...

Queremos confiarte ahora nuestros deseos de gozo y de paz para el año nuevo que va a comenzar. Señor, bendícenos y concédenos caminar por sendas de paz y de justicia.

También queremos pedirte, Señor, por todos los que han muerto y han ido a tu encuentro en este año que termina, por los que se sienten solos y vacíos en medio del ruido y de las luces de esta Nochevieja, por los enfermos y moribundos, y por todos los que sufren en su cuerpo o en su espíritu...

Haz que todos seamos iluminados con tu Verdad y fortalecidos con tu Vida, y que sepamos descubrir, en lo efímero del tiempo, la esperanza gozosa de tu Eternidad.

Te pedimos, Señor, paz y felicidad en el nuevo año. Que seamos felices, Señor, en esta tierra nuestra: Ella nos sustenta y rige.

Que seamos felices, Señor, con el perdón: Nada más poderoso para desterrar los odios y establecer la paz.

Que seamos felices, Señor, con la justicia: Sin ella no hay humanidad.

Que seamos felices, Señor, con la ternura: Es el único sol necesario para alumbrar días y noches.

Que seamos felices, Señor, en este nuevo año de 2010

Lo necesitamos. Es deseo y don tuyo. Amén.

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Que mejor forma de entrar en el nuevo año que contemplando el agua que limpia y da vida eterna. Que Dios os bendiga y os ayude en este nuevo año. Sea Su voluntad...

Feliz y santo 2010

martes, 29 de diciembre de 2009

Admirar las realidades

Por tanto, ¿es necesario repetir que las virtudes están mutuamente implicadas unas con otras, como se ha demostrado ya que la fe se basa en el arrepentimiento y en la esperanza, la circunspección en la fe, y la experiencia y la perseverancia en esas virtudes, unidas al estudio disciplinado, se completan en el amor y éste se perfecciona con el conocimiento?

Además, se ha visto que sólo lo divino es necesario concebirlo como sabio por naturaleza; por eso la sabiduría es poder de Dios, que es el que nos enseña la verdad. Ciertamente, aquí se encuentra la perfección del conocimiento.

El filósofo ama y estima la verdad; por eso ha traído él la reputación de ser auténtico amigo en virtud del amor. El comienzo de esto reside en admirar las realidades, como dice Platón en el “Teeteto” y Matías en las “Tradiciones”, donde exhorta: Admira lo presente, y lo pone como fundamento del conocimiento transcendente.

En el Evangelio según los Hebreos está escrito: Quien admire reinará, y el que reine tendrá descanso. Por tanto, es imposible que una persona sin principios de enseñanza, sea filósofa permaneciendo en la ignorancia, puesto que no posee todavía el concepto de sabiduría, mientras que la filosofía es la aspiración a lo que existe en realidad y a los aprendizajes que tienden a ello.

Y aún cuando se esté ya ejercitado, según algunos, para practicar el bien, también es necesario esforzarse por conocer cómo nos comportamos y actuamos, para así hacerse uno semejante a Dios, me refiero al Dios Salvador, dando culto al Dios del universo mediante el Logos, sumo sacerdote, por el que se pueden ver las realidades bellas y justas conforme a la verdad. La piedad... es un actuar que sigue y acompaña a Dios. (Clemente de Alejandría, Stromata II,9)

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En este fragmento de las Stromata de Clemente de Alejandría nos encontramos con un tema de cierta importancia dentro del cristianismo: “Admirad lo que tenéis enfrente”. Este tema se repite en diversidad de pasajes evangélicos (como en Mt 10:26-33) y aparece también en otros textos como en el evangelio apócrifo de Tomás y el texto que el propio Clemente cita: el evangelio de los hebreos, perdido hasta la fecha.

“Quien admire reinará y el que reine tendrá descanso” es la segunda parte del la sentencia atribuida a Cristo. En suma, lo que se nos propone no es algo secundario, ya que se indica que delante de nosotros tenemos la creación como revelación de Dios mismo y que no debemos despreciar el mundo natural como algo maligno o ilusorio. Todo lo contrario. Por ejemplo en la realidad cotidiana se cimientan las parábolas que sirven a Cristo para explicar por similitud cuestiones trascendentales… como el Reino de Dios o la manera en que Dios nos llama, entre muchas otras.

Precisamente una de las características de las herejías gnosticistas es considerar la realidad como algo maligno o ilusorio. Si aceptáramos como premisa la malignidad o ilusoriedad de la realidad, podríamos llegar a perder el sentido del sacrificio de Cristo y del propio sacrificio personal cotidiano. El sufrimiento se vuelve algo desechable de lo que hay que huir sin intentar comprender qué es y qué sentido tiene.

En resumen… nos damos cuenta de que precisamente esto es lo que ocurre en nuestra sociedad actual, donde las creencias se proponen como algo privado y privativo. La religión es innecesaria o en todo caso, todas ellas resultan equivalentes. Dios se propone como una realidad personal e inaccesible más allá de nosotros mismo. De ahí solo un paso nos separa del agnosticismo y del ateismo.

Por esta razón Clemente incide en la necesidad del conocimiento como complemento ideal a la Fe, ya que este nos da claridad de ideas para no perdernos en las aparentes similitudes espirituales de las diferentes religiones y la ofertas de espiritualidades alternativas. Este conocimiento no nos debe llevar a una postura inquisitorial y excluyente. Conociendo las religiones podemos respetarlas, diferenciarlas y valorarlas en su justa medida. Además, tendremos razones para defender al cristianismo como nuestra Fe frente a las demás.

Termina Clemente indicándonos que la virtud de la piedad “es un actuar que sigue y acompaña a Dios.” Por eso podemos pedir misericordia y esperar que Dios nos ilumine en nuestro caminar.

De nuevo aquí me tienes Jesús mío,
Confuso y humillado ante ti.
Sin saber que decirte ni que hablarte.
Ansioso solamente de llorar.

Traigo el alma llena de tristezas,
Y hambriento el corazón de soledad.
De esa soledad dulce, divina,
Que alegra tu presencia celestial.

Donde el alma tan solo con mirarte,
Te dice lo que quiere sin hablar.
Mis miserias Señor aquí me traen,
Mírame con ojos de piedad. Amén

jueves, 24 de diciembre de 2009

Feliz Navidad

Ante el Icono

* Busca un momento en tu jornada para orar.
* Haz despacio la señal de la presencia, mientras dices con calma: En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
* Coloca ante ti este icono.
* Abre la Palabra y lee estos dos textos: Lucas 2, 1-20; Jn 1, 1-4. 9-14
* Deja, si puedes, tus preocupaciones. Serénate y prepara tu corazón para la sorpresa.
* Pero ven con tus hermanos y hermanas, ven con su dolor y su gozo.


Ten presente las situaciones de muerte que te llegan cada día del mundo. Acércate desde ahí al Señor.Mira al Icono y deja que te hable

En la parte superior del icono un rayo de luz que viene de lo alto desemboca en la gruta oscura. Es la cueva de Belén, donde yace la humanidad envuelta en tinieblas y sombras de muerte. Los cielos se han abierto. La Palabra se encarna. A mitad del camino de la luz se ha encendido una estrella; es la luz que guía a los magos y el resplandor que contemplan los pastores cerca de la gruta de Belén.

El mundo y la tierra se hacen presentes en esta escena por la montaña y la cueva, los árboles y animales. Todo el universo se alegra con la Encarnación, así lo expresa el color dorado que baña todo el fondo del icono. El Niño Jesús aparece en el centro del icono, en la gruta oscura. Es el Dios hecho carne. Es la Luz del mundo. Tiene el rostro de un adulto para subrayar que es la Sabiduría eterna, el Hijo engendrado desde la eternidad y que ahora se presenta según la palabra del salmo: "Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy".

El Niño está envuelto en pañales que dejan ver sólo su rostro, preludio del lienzo en el que será envuelto para ser colocado en el sepulcro. El Niño está rodeado de dos animales misteriosos: el asno y el buey. Lo calientan con su aliento, lo acompañan para que también esta parte de la creación esté presente en el momento de la recreación.

La Virgen María, la Virgen Madre, está en el centro. Es la Madre, imagen de la madre-tierra en la que ha sido depositada la semilla y ha florecido el fruto de su seno: Jesús. Es la Reina, revestida de una púrpura real, que significa la santidad del Espíritu, el amor que la envuelve, su dignidad de Madre de Dios, "Theotókos". Con las tres estrellas en la cabeza y en el pecho que indican su triple virginidad. Es como una planta, como una roca, como una montaña. Está recostada en tierra para indicar que la Madre ha dado a luz. No se apropia de su Hijo, nos lo ofrece a todos; lo deja contemplar y nos lo ofrece; no tiene un afecto posesivo; nos mira a todos porque en ella ahora encontramos una Madre universal porque ha dado a luz al primogénito de muchos hermanos.

José, el esposo de María, aparece sentado en al parte inferior izquierda del icono. Está un poco lejos de la gruta, para indicar que el Niño tiene otro padre, el Padre celestial; él es el guardián del misterio. Está pensativo en una contemplación del misterio que aparece en toda su trágica realidad: ¿cómo puede ser Dios y hombre este Niño? ¿cómo una Virgen ha podido dar a luz una criatura?

El pastor cubierto de pieles que está de pie a su lado es el diablo que quiere insinuarle una duda; es el tentador -que no da la cara y por eso lo vemos sólo de perfíl- que quiere hacerle vacilar ante el misterio.

Los ángeles son los protagonistas celestiales de Navidad. Miran hacia la luz y son adoradores de la divinidad. Se sitúan junto al Niño en actitud de homenaje y llevan a los pastores la buena noticia.

Los pastores acogen la buena nueva mientras están con sus rebaños. Los pobres y sencillos son los primeros en saber que Dios ha nacido.

Los magos aparecen en camino, a grupa de caballos ligeros. Siguen la indicación de la estrella.

En la parte inferior derecha dos mujeres han ayudado a María, después del parto lavan al Niño recién nacido porque es una criatura pequeña y necesitada, es hombre de verdad. El lugar donde lo lavan es una especie de pila bautismal que parece preconizar el significado del bautismo cristiano que es sumergirse en Cristo, revestirse de Cristo.
Deja el Icono habite tu vida y la vida del mundo

Dios se hace Niño pequeño para que tú no tengas ningún temor, ni miedo de acercarte a Él. Ha bajado a la tierra para divinizarte. El se hace humano para hacerte a ti hijo/a de Dios.

Es la Luz que brilla en medio de la oscuridad y las tinieblas, la luz de todo hombre y de toda mujer que viene a este mundo, es la luz de tus ojos, la luz de tu vida.

Nace en Belén (Bet.lehem: la casa del pan) se ofrece a ti como Pan de vida en la Eucaristía. María ha dicho sí a los Planes de Dios; y con ella toda la humanidad; ofrécete, en silencio, con la Virgen-Madre, al Dios Niño. Junto a José acoge, con fe confiada, este misterio de amor entrañable.
Alégrate y canta con los ángeles: "Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a las gentes que ama el Señor".

Ponte en camino de solidaridad y con los pastores ofrece algún presente a alguna persona necesitada.
Déjate sorprender por el Dios Amor que viene para todos los pueblos, para todas las razas, para todas las religiones, para todas las culturas. El es el Salvador, el Enmanuel, el Dios con nosotros.
Canta un himno a Cristo

Todo invita a la contemplación, al canto, a la alegría.

Cristo ha nacido: glorifiquémosle.
Cristo ha venido de lo alto: acojámoslo.
Cristo ha bajado a la tierra: exaltémoslo.
Cantad al Señor toda la tierra, celebradlo con alegría

Ante esta imagen repite la poesía del gran teólogo y creyente ruso, Vladimir Soloviev:

Esta noche se pierde en las brumas del tiempo
cuando la tierra, cansada de alarmas y de odio,
se durmió bajo la bóveda del cielo estrellado
y en silencio nació el Dios-con-nosotros.

Tantas cosas no son hoy posibles en el tiempo.
Los magos ya no escrutan el firmamento.
Los pastores no escuchan, atentos, los murmullos
de ángeles presentes que hablan de Dios.

Pero lo que esta noche revela de eterno
persiste indestructible al paso de los tiempos.
En ti ve de nuevo el Verbo la luz,
el mismo que hace siglos en la gruta nació.

Sí. El Dios con nosotros. No en el azul inmenso
más allá del confín de lejanos planetas.
No en el fuego cruel, ni en la gran tempestad.
O en el vago recuerdo de un tiempo que pasó.

El está aquí, presente en los vanos tumultos,
en el río de inquietudes humanas.
Y tú llevas contigo el gozoso misterio.
El mal es impotente y nosotros eternos.
Porque es Dios, Enmanuel, Dios con nosotros.

La mirada contempla, el corazón se regocija.
La Fe se enriquece. Brota la plegaria.
Dios es el Enmanuel.
Dios está de nuestra parte definitivamente.
Sólo falta que los seres humanos estemos definitivamente de parte de Dios.


¡FELIZ NAVIDAD!

He tomado este texto de la página web:
http://www.cipecar.org/es/contenido/?iddoc=143, un espacio virtual elaborado por una comunidad carmelita formada por religiosos y laicos.

viernes, 18 de diciembre de 2009

Esperanza!!!


Por lo demás, fortaleceos en el Señor y en la fuerza poderosa. Revestíos de las armas de Dios para poder resistir a las acechanzas del diablo. Porque nuestra lucha no es contra la carne y la sangre, sino contra los principados, contra las potestades, contra los dominadores de este mundo tenebroso, contra los espíritus del mal que están en el aire. Por eso, tomad las armas de Dios, para que podáis resistir en el día funesto, y manteneros firmes después de haber vencido todo. Efesios 6, 10:13

La lucha no es contra la carne y la sangre. La lucha no es contra nosotros mismos... sino contra quienes utilizan nuestras debilidades y limitaciones contra nosotros y contra la obra de Dios. Los espíritus diabólicos han desaparecido de nuestra sociedad, ocultándose para hacer su trabajo de manera precisa y sigilosa. Esto es más evidente hoy que nunca.

Por eso, hoy día de la Virgen de la esperanza, Nuestra Señora de la Ó, más que nunca tenemos que encarnar la esperanza que no es más que Dios con nosotros, Emmanuel, Cristo. Esperanza que se revela como espera con sentido.

El refrán “quien espera desespera” manifiesta una realidad de la que todos somos conscientes: nos desesperamos cuando no sabemos la razón de nuestra espera. Pero para todo cristiano la espera tiene un sentido: Dios hecho carne para habitar entre nosotros. Dios hecho Palabra revelada. Dios revelado como Amor. Dios revelado como justicia suprema que va más allá de cualquier justificación humana.

Por eso, si nos preguntamos cómo luchar contra los espíritus que pugnan por separar y desesperar… tenemos la mejor medicina: Cristo... y la mejor Madre dispuesta a cuidarnos: la Virgen María, reflejada en la advocación de la Esperanza.

Rezando la antífona del día de hoy día 18 de diciembre, nos damos cuenta de toda la profundidad y sentido que tiene la espera y la esperanza... que se hace liturgia y que se plasma simbólicamente en la misma Virgen María.

"¡Oh Sabiduria, Oh Adonai. Oh Vara de Jese. Oh Llave de David.
Oh Sol naciente, esplendor de la Luz eterna. Oh Rey de las naciones
y Deseado de las gentes.
Oh Emmanuel!, ven a enseñarnos, ven a iluminarnos,
ven a sacarnos de esta cárcel sombría,
ven a salvarnos, Dios y Señor nuestro! ".
(Antífona del día 18 de diciembre. Fiesta de Nuestra Señora de la Ó)

Tengamos esperanza y hagámonos esperanza para este mundo.

viernes, 11 de diciembre de 2009

Mística cristiana

El concepto de mística en el cristianismo difiere de otras místicas diversas. La mística cristiana se apoya en la dinámica de la sacralidad: revelación de Dios al ser humano <–> búsqueda de Dios por parte del ser humano. Aunque Dios se revela gratuitamente y con sobreabundancia, debemos tener una predisposición activa para hacer nuestra la revelación.

En la etimología de la palabra “mística” encontramos pistas nada desdeñables para comprender el significado de esta palabra. La palabra mística procede del verbo griego “myein” que significa encerrar. “Místikos”, será por lo tanto lo cerrado u oculto a la vista directa. Lo místico está en relación directa con el misterio. Es decir, la mística cristiana trata de penetrar en el misterio cristiano. Pero este misterio no es algo que se posea por parte de unos pocos elegidos y por lo que hay que pagar tributo de hombre para acceder. Lo oculto está delante de nuestros ojos y solo debemos tener la voluntad de acceder para encontrarlo en todo lo que existe.

Cabría preguntarnos, por qué Dios se muestra de manera misteriosa, oculta y velada. Lo oculto, lo velado, salvaguarda la libertad que Dios nos ha regalado para aceptar o no su existencia. Sin lo oculto, no tendríamos libertad y voluntad propia para decidir sobre nuestra vida y acciones.

La mística es el camino que busca y encuentra a Dios en todo lo que existe. La mística busca penetrar en el misterio que vela a Dios para darnos libertad. Pero la mística no es un camino único ya que existen múltiples enfoques... emocionales, intuitivos o intelectuales... sin que cada aspecto invalide los demás. Más bien todo lo contrario, cada aspecto complementa los demás dando coherencia, profundidad y sentido a nuestra Fe.

Pero ¿Cómo podemos entender la mística cristiana? El cristianismo oriental ha sabido compendiar el camino místico dividiéndolo en tres fases que se desarrollan simultáneamente, aunque en proporciones diferentes: praxis, contemplatio naturalis y theosis.

La primera etapa es la del trabajo de control del cuerpo, emociones e intelecto. Es el desarrollo y la comprensión de la templaza y la humildad como virtudes. Sin control de las herramientas de búsqueda, no podremos llegar muy lejos. En esta etapa la gracia de Dios se entrelaza con nuestra voluntad en un trabajo diario de ascetismo y virtud.

La segunda es la etapa de contemplación y comprensión de la revelación de Dios, tanto la natural como la sobrenatural. Ambas revelaciones se complementan y se dan consistencia una a otra. Para contemplar y comprender de nuevo tenemos que suplicar la gracia de Dios y complementarla con nuestra voluntad. La voluntad por si misma no sirve de nada si Dios no nos regala la gracia necesaria para avanzar.

Por último, tenemos la theosis o “divinización”. Aunque la palabra nos induzca a pensar en hacernos dioses, no se trata de eso. Se trata de convertirnos en herramienta de Dios que actúa dentro de la comunidad de creyentes que es la Iglesia.

En el camino de la mística se suelen dar visiones parciales que nos impiden seguir el camino hasta el final. Si solo aspiramos a la praxis, quedaríamos encerrados en nosotros mismos e incapacitados para transformar el mundo como levadura que se mezcla con la masa para hacerla fermentar.

Si nos quedamos en la contemplación, nos vaciaríamos, sin más, en la soledad de la inmensidad de todo lo revelado. Olvidamos que no somos nosotros mismos nuestro objetivo… el objetivo es hacer llegar al mundo el Reino de Dios.

La theosis tampoco es un estado final, estático o de éxtasis. Si el objetivo fuese personal, la redención de Cristo solo hubiera actuado sobre El mismo. El camino de la cruz hubiera servido solo a Dios y a nadie más… y es evidente que el camino de la cruz nos redimió a todos por medio de Dios mismo.

La originalidad y diferencia del cristianismo es su carácter comunitario, eclesial y social. El Reino de Dios no es un logro personal y nuestra salvación solo acontece cuando nos negamos a nosotros mismos para darnos a los demás de forma consciente y dinámica.

Las místicas no cristianas suelen centrarse en el individuo por medio de praxis solitarias. Nos encontraríamos con el modelo de eremitas desafectados del mundo que viven por y para si mismos. La mística cristiana se centra en Dios, se desarrolla en la comunidad y se vuelca al mundo para transformarlo. La acción es también mística y se desarrolla dentro del mundo por medio de la Iglesia. Los grandes místicos cristianos han unido praxis, contemplatio y theosis enfocando su acción sobre el mundo, por medio de la Iglesia. Miremos a Santa Teresa de Jesús o San Juan de la Cruz, entre otros y nos daremos cuenta que su mística fue todo menos inacción o vacío. Por eso Cristo predicó al mundo y ordenó a sus apóstoles que difundieran activamente el evangelio.
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