martes, 18 de agosto de 2020

La verdadera fraternidad cristiana

 

Cuando nos acercamos a ruinas de edificios antiguos, es frecuente ver que la estructura más estable son los arcos, que permanecen firmes aunque otras ya se hayan derrumbado. ¿Qué hace que los arcos tengan este comportamiento? Están compuestos por piedras que reposan unas sobre otras, siendo la clave de la solidez el peso de cada una de ellas. Para que el arco sea estable, el elemento crucial es la piedra más alta, que suele llamar "Clave de Bóveda" o "Piedra Angular". Su peso se transmite a todas las restantes y se suma al peso de cada una de ellas. Si la Piedra Angular permanece estable, el arco no se derrumbará. 

Podemos tomar el arco como símbolo de la Fraternidad Cristiana. La Piedra Angular es Cristo, cuyo peso (Gracia) recae sobre todas las piedras, empezando por las que están más altas. Si una de las piedras deja de aceptar el peso de las previas, el arco se derrumbará rápidamente. Si todas las piedras son capaces de dar y recibir la Gracia de Cristo, a la que suman su voluntad unívoca, el arco permanecerá en pié desafiando la gravedad de la sociedad que le rodea.

Es interesante seguir sacando analogías del símbolo del arco, ya que nos enseña muchos aspectos que no llegamos a tener en cuenta en nuestros intentos de comunidad. Podemos leer un breve texto que escribió el entonces teólogo Joseph Ratzinger, ahora Papa Benedicto XVI:

Es importante observar que ni Pablo ni ningún otro autor neotestamentario funda la fraternidad cristiana en el nuevo nacimiento, en contraste con lo que pensaban las religiones mistéricas. Esta es ciertamente una perspectiva posible en la configuración global de la forma de pensar del Nuevo Testamento, que luego encontraremos también en los Padres, pero que el Nuevo Testamento en cuanto tal no formula. Puede considerarse una casualidad, mas el juicio que tiene el Nuevo Testamento sobre el modelo de religión no es irrelevante. Esto significa, por tanto, que ni Pablo ni ninguna otra tradición neotestamentaria comprendió la como unidad cristiana naciente en analogía con una asociación mistérica. Ella no se entiende a sí misma en analogía con las asociaciones mistéricas más o menos privadas, sino en analogía con el pueblo de Israel y con la humanidad. Pretende ser el verdadero Israel y el germen de la nueva humanidad. A partir de esta pretensión es desde donde hay que entender su nueva fraternidad.

Con lo que hemos dicho hasta ahora queda ya claro que el viejo problema de la idea de fraternidad, a saber, el de los dos ámbitos de la conducta ética, se plantea de nuevo a partir de Pablo. Como ya hemos visto, a pesar de la supresión de barreras y del universalismo, el concepto de fraternidad no se generaliza por completo. Todos los hombres pueden ser cristianos, pero sólo es hermano el que realmente lo es. La repercusión de esta situación se observa en la terminología ética del Apóstol. La actitud de amor ha de ser para con todos los hombres, pero el "amor fraternal" sólo para con el hermano, para con el cristiano que es como uno. (Joseph Ratzinger. La Fraternidad de los Cristianos.  Hermano» en el cristianismo. P. 53)

A veces me he encontrado con personas a las que no les gusta nada la palabra "fraternidad". Me dicen que les suena a masonería y que prefieren la palabra comunidad. Yo les he comentado que pueden existir y existen, muchas comunidades donde no existe amor fraterno. Comunidades que tienen en común intereses que no se adecuan a lo que Cristo nos señala. En estas pseudo-comunidades, la unidad se fundamenta en la complicidad, no en una verdadera amistad fraterna. Toda fraternidad es comunidad, pero no toda comunidad es fraternidad.

En el texto anterior podemos leer que el modelo de fraternidad cristiana no se ajusta un modelo mistérico. El modelo de fraternidad de las religiones mistéricas es diferente, ya que tiene un sentido exclusivista, secreto y cómplice. La fraternidad cristiana es abierta, transparente y fundada en el amor (caridad) mutuo. Si un "hermano" se equivoca y hace algo indebido, se busca entender su postura y sanar lo que haya podido suceder. No nos rechazamos porque hayamos "infringido" una norma escrita o no escrita. Se parte del conocimiento y convencimiento de que todos fallamos y en el error necesitamos aún más caridad. La comunidad que señala la puerta a un hermano, tiene más de gueto que de fraternidad. Los guetos terminan por desaparecer, ya que Cristo no es la Clave de Bóveda.

Pero como indica con clarividencia Joseph Ratzinger, lo que nos une es la hermandad que procede del bautismo que todos hemos recibido. La caridad fraterna supera con creces la caridad humana que tanto valoramos actualmente. ¿Puede equivocarse una comunidad cristiana? Sí, lo puede hacer. Pero siempre está a tiempo de volver a acercarse a quien ha herido y ofrecer una mano a quien necesita de ella. En esto vemos claramente la diferencia entre las fraternidades mistéricas y la verdadera Fraternidad Cristiana. ¿Por qué? Porque la Piedra Angular que sostiene el arco debe ser Cristo y no los intereses sociales, políticos o grupales. Todas las piedras deben aceptar el peso (Gracia) que genera solidez desde Cristo hasta las piedras que cimientan el arco.

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