sábado, 19 de abril de 2025

Feliz Pascua de Resurrección 2025



Esta noche celebramos la resurrección de Cristo, Dios y hombre verdadero. Debería ser el momento más venerado por nosotros y también, el momento en que abriéramos nuestro ser a la Gracia de Dios. Tal vez nos atrevamos a preguntarnos la razón por la que casi no damos importancia a la resurrección del Señor. ¿Qué es lo que nos pasa? Recordemos cuando Cristo curó a diez leprosos y sólo uno volvió para agradecer el milagro (Lc 17,11–19). El que regresó no era judío sino samaritano. Cuando la fe se hace cultura, aparecen muchas ventajas humanas. Pero, al mismo tiempo, se pierde el sentido trascendente de la Buena Noticia. ¿Cómo vamos a evangelizar si no damos importancia a lo que nos conduce más allá de lo cotidiano? Cristo, con frecuencia deja de ser Signo, para convertirse en herramienta.

Como el mismo Jesús lo atestigua, Él es aquel que «Dios, el Padre, ha marcado con su sello», para que sea un Signo. Pero ¿un Signo para qué? Para que exaltado en lo alto del estandarte de la cruz, como lo fue la serpiente de bronce levantada en medio del campamento (Nm 21), Él mismo haga que la mirada no sólo del pueblo judío, sino del universo entero se vuelva hacia él, y por su muerte en cruz atraiga el corazón de todos los hombres. Y enseñará a todos a poner solo en Él toda su Esperanza. Curando todas sus debilidades, perdonando todos sus pecados, abriendo a todos el Reino de los Cielos cerrado desde hacía mucho tiempo, le enseñará que es Él mismo «el que había de ser enviado..., el que esperaban las naciones» (Gn 49,10). Fue Él mismo quien levantó este Signo para todos los pueblos a fin de «reunir a los dispersos de Israel, y agrupar a los desperdigados de Judá de los cuatro puntos» (Is 11,12). (Pedro el Venerable (1092-1156), abad de Cluny. Sermón sobre la alabanza del Santo Sepulcro)

Cristo es signo, lo que nos llama a ver en Él la presencia de Dios entre nosotros. No es fácil entender y vivir esto actualmente. A Cristo le damos muchos significados y lo utilizamos de muchas formas. Pero rara vez lo vemos como Dios entre nosotros: Emmanuel.

Pidamos a Dios que no nos falte el aceite que permite esperarle sin dudas: la Esperanza. Roguémosle que verdaderamente seamos templos vivimos del Espíritu Santo. Pidamos que el olvido, indiferencia o desprecio, no nos haga perder la Fe que tanto necesitamos. Fe que es certeza profunda que no mueve y conmueve. Pidamos que nosotros, aunque seamos pequeños y faltos de toda fortaleza, podamos ser símbolos de la presencia de Dios en el mundo.

¡Cristo ha resucitado! ¡Verdaderamente ha resucitado!

Feliz Pascua de Resurrección






martes, 15 de abril de 2025

Velad y orad, para que no entréis en tentación


Ya estamos en Semana Santa y tenemos delante de nosotros al Señor que se manifiesta de forma especial. ¿Cómo vivimos esta semana? ¿Realmente queremos ver a Cristo? ¿Cómo lo hacemos? ¿Lo hacemos como Zaqueo subidos a un sicomoro?  ¿Lo hacemos como el pueblo judío que prefirió salvar a Barrabás? En el Huerto de los Olivos, Cristo reza sintiendo todo el dolor que va a sufrir en breve. ¿Qué hacen los Apóstoles? Duermen. ¿No es esta nuestra actitud más frecuente?

La Semana Santa es un Camino. Un Camino que se inicia en Pascua y termina en la resurrección. En todo recodo del camino se hace evidente la gloria de Dios hecha realidad. ¿Nos conformamos con vivirla a nivel socio-cultural? Dicho sea que no es que sea malo hacerlo así, pero al hacerlo, nos quedamos en la capa más superficial del conocimiento de la Verdad:

Por eso, aquel día, algunos griegos, empujados por esta magnífica aclamación que honra a Dios con fervor, se acercaron a un apóstol llamado Felipe y le dijeron: "Queremos ver a Jesús". Mira: es toda la muchedumbre quien ocupa el lugar del Heraldo e incita a estos griegos a que se conviertan. En seguida, éstos se dirigen a los discípulos de Cristo: "Queremos ver a Jesús".

Estos paganos imitan a Zaqueo; no se suben a un sicómoro, sino que se apresuran a elevarse en el conocimiento de Dios (Lc 19,3). "Queremos ver a Jesús": no tanto contemplar su rostro, sino llevar su cruz. Porque Jesús, que veía su deseo, anunció sin ambages a los que se encontraban allí: "llega la hora en que el Hijo del hombre será glorificado", llamando gloria a la conversión de los paganos.

Y dio a la Cruz el nombre de "gloria". Porque desde ese día hasta ahora, la cruz es glorificada; es la cruz, en efecto, lo que todavía ahora consagra a los reyes, unge a los sacerdotes, protege a las vírgenes, da firmeza a los ascetas, estrecha los lazos de los esposos, fortalece a las viudas. Es la cruz la que fecunda la Iglesia, ilumina los pueblos, guarda el desierto, abre el paraíso. (Proclo de Constantinopla Sermón para el día de Ramos; PG 65, 772)

Contemplar el rostro de Cristo reflejado en las tallas que desfilan por muchas de nuestras ciudades, es maravilloso. Ver el rostro de la Verdad siempre conlleva acercarse al Misterio de la Voluntad de Dios. Es maravilloso, pero ¿Cuántas personas vieron pasar a Cristo por delante de ellos y no llegaron a intentar tocar su manto? Dios siempre da el primer paso, se presenta ante nosotros de muchas formas, pero espera que nosotros demos el segundo paso.

Llevar la Cruz conlleva negarnos a nosotros mismos y seguir los pasos de Cristo. No es tarea sencilla para un ánimo tan inconstante como el que todos tenemos. Como dice Proclo, pedir ver a Cristo conlleva poner nuestra pequeña e inconstante voluntad al servicio de la Voluntad de Dios. Pedir ver a Cristo es mucho más que mirar desde lo lejos las espléndidas apariencias, llenas de belleza, que nos trae la Semana Santa. Es dar un paso adelante y decir: “Sí quiero. Quiero que sea Tú Voluntad la que obre en mí. Quiero que ella me mueva y me haga tomar mi cruz y seguirte”.

La Cruz no es intrascendente para el ser humano del siglo XXI. No ha pasado de moda ni hemos encontrado nada que la sustituya. Tomar la Cruz destroza la pasiva aceptación de una fe costumbrista y sustentada en actos sociales. Tomar la Cruz produce que seamos repudiados por el mundo, que nos odiará como odió a Cristo. Tomar la Cruz significa dejar atrás el espacio de confort en el que tanto nos gusta vivir. Significa que cada paso es un paso que nos acerca al Señor. Es un paso que nos ayuda a construir la casa sobre Roca en nosotros.

Miremos en la Semana Santa una oportunidad. Un tiempo propicio para subir al sicómoro para que Cristo nos vea. Es el tiempo de hacer nuestra “la Cruz la que fecunda la Iglesia, ilumina los pueblos, guarda el desierto, abre el paraíso”. Nada de esto es sencillo, porque en este siglo XXI imperan las apariencias. Lo que realmente es trascendente y sustancial, lo olvidamos. Nos pasa como el aceite que olvidaron las Doncellas insensatas. Empleamos nuestra fuerzas humanas en construir torres de babel que nos prometen que llegarán al Cielo para que podamos llegar a Dios. Las torres de babel siempre generan disputas y enfrentamientos. La Cruz que Dios nos da, no genera nunca enfrentamientos. Esa es la prueba que permite ver más allá de las apariencias. Demos gracias a Dios.

miércoles, 24 de julio de 2024

El Velo del Templo

Y el velo del templo se rasgó en dos, de arriba a abajo. (Mc 15,38)

¿Qué significado tiene que el Velo del Templo se rasgue nada más morir el Señor en la Cruz? Se trata del Velo del Templo de Jerusalén y no era algo sencillo de atravesar. El historiador judío Flavio Josefo (S. I) escribió que era imposible de romper este velo. Tenía 20 metros de altura y diez centímetros de espesor. Josefo indicaba que para poderlo enrollar eran necesarios alrededor de setenta hombres. Pero una vez muerto el Señor, el Velo se rompe. Es una referencia que normalmente nos parece algo segundario, pero tiene gran importancia. Tres evangelistas lo indican en sus Evangelios y casi todos los Padres de la Iglesia lo tratan. ¿Qué nos pasa en este siglo XXI para andar tan ciegos y distraídos? Parece que el enemigo ha trabajado un nuevo velo con el que ocultar a Dios y su presencia real junto a nosotros.

Podemos indicar que este rasgado marca un momento crucial en la historia humana y señala el destino de la humanidad. Vemos que hay una sincronía entre dos espacios diferentes: el Gólgota y el Templo. La muerte del Señor genera un profundo cambio en ambos espacios. El Gólgota es el nuevo lugar de plenitud sagrada. Plenitud que se traslada al altar de nuestros templos. El Templo de Jerusalén tenía separado el mundo del "Sancta Sactorum", mediante este velo. Una vez roto el Velo, el Sancta Santurun dejaba de ser el centro del Misterio. Misterio que se traslada hasta el altar.  

El rasgado es un signo y como tal, nos debería comunicar un significado. Un significado profundamente trascendente para cada uno de nosotros y para toda la humanidad. En el Gólgota sucede lo extraordinario:

El centurión y los que estaban con él custodiando a Jesús, cuando vieron el terremoto y las cosas que sucedían, se asustaron mucho, y dijeron: En verdad éste era Hijo de Dios. (Mt 27, 54)

Una vez rasgado el Velo, el "Sancta Sactorum" es accesible a todo el que se acerque y desee entrar. 

El objetivo de rasgar el velo es abrir el camino hacia el corazón contemplativo de la tradición cristiana. El camino hacia la contemplación de el Misterio Cristiano. Lo que nos cuentan los evangelios se dirige, en primer lugar y sin vergüenza, a una audiencia católica y, como tal, no es ni una apología ni un argumento. ¿QUé es entonces. Es, más bien, un enfoque en la metafísica de sus joyas teológicas de nuestra tradición que se olvidan o pasan por alto con demasiada facilidad. El primer aspecto a tener en cuenta, desde la perspectiva del Velo, es la rica costura de la simbología de las Escrituras que se despliega a la vista interior. El Velo enfatiza el aspecto contemplativo o interior del cristianismo, la fuente de su vida activa y exterior.

El velo es un símbolo de el cambio del cosmos. Se nos dice que estaba tejido "con bordados de lino azul y fino, también de escarlata y púrpura, trabajados con maravillosa habilidad. Esta mezcla de materiales tampoco carecía de un significado místico: tipificaba el universo que está presente, pero que nosotros no teníamos acceso. Retratado en este tapiz estaba un panorama de "todo el cielo". El rasgado significa un cambio fundamental en el orden universal, o un cambio fundamental en la relación del hombre con lo trascendente.

Este cambio marcó, para los hijos de Abraham, la revelación por parte de un Dios Absoluto y Trascendente. Revelación de su Amor Infinito y Presencia Inmanente en el mundo, y de su relación íntima e Inmanente con su creación más suprema, el hombre. Los términos clave aquí son "en" y "con", Dios no está "en" el mundo como una entidad desconectada y desinteresada, un Creador desapegado de Su creación. Tras el rasgado, Dios está "con" el mundo en el sentido de que se hizo hombre, sufriendo no sólo las limitaciones de una naturaleza humana herida por Adán, sino también la desolación de la condición herida que fue condenada a muerte por la ignorancia y el miedo.

El rasgamiento del velo no sólo marca el triunfo de la luz sobre las tinieblas. Muestra el triunfo de la vida en Dios sobre la disolución del alma, la privación última del ser y una muerte absoluta. Implica que este velo sobrenatural deja de separar al ser humano, de la presencia trascendente de Dios. Este acontecimiento no es una contingencia del orden natural, sino una hecho querido por Dios mismo. La salvación ganada en la cruz no está condicionada por las exigencias del tiempo y el espacio, sino que es accesible para todo el que esté al pié de la Cruz.

Nota: pueden buscar lo que se dice el Velo del Templo en: Mt 27,51; Mc 15,38; Lc 23,45. San Pablo menciona el velo tres veces en su carta a los Hebreos, y el 'velo' cinco veces, en referencia al que llevaba Moisés, en 2Co. En ambos casos la exégesis del velo que hace San Pablo es la expresión más directa y profunda del simbolismo cristiano, y en Hebreos "por el camino nuevo y vivo que él nos ha consagrado a través del velo, es decir, de su carne". (Hb 10,20). 


lunes, 24 de junio de 2024

Danos el Pan super sustancial de cada día


Orar es cada día más complicado. En la fe que profesamos, Dios se va alejando día a día. Nos quedamos con lo cotidiano y olvidamos lo trascendente. Es una fe que se vuelve práctica y atea, centrándose en el ser humano como motor del sentido de todos y todo. Si perdemos el sentido trascendente de la fe, el Evangelio deja de ser necesario y sólo nos quedan las consignas ideológicas de cada momento. Esto no lo digo yo. Lo pueden leer en el discurso que el Cardenal Sarah impartió hace unos días en los Estados Unidos:

Por ateísmo práctico entiendo una pérdida del sentido del Evangelio y de la centralidad de Jesucristo. La Escritura se convierte en una herramienta para objetivos seculares en vez de ser una llamada a la conversión. No creo que esto esté muy extendido entre vuestros obispos y sacerdotes aquí en Estados Unidos, gracias a Dios, pero cada vez es más común en otras regiones de Occidente. Demasiados no se toman en serio la fe y la tratan como un obstáculo para el diálogo. (Card. Sarah, Discurso en la Universidad Católica de América. Junio 2024)

¿Cómo es posible orar cuando Dios parece que está ausente? Es complicado y muchas veces imposible. La Liturgia se convierte en una ocasión festiva de tipo social. Una oportunidad de auto alabarnos, con Dios como excusa. Pero Cristo mismo nos dejó claro que la oración es más que una "cantinela" a repetir. Benedicto XVI lo dejó también muy claro:

"Siempre es fuerte la tentación de reducir la oración a momentos superficiales y apresurados, dejándose arrastrar por las actividades y por las preocupaciones terrenales. Cuando, dentro de poco, recemos el Padrenuestro, la oración por excelencia, diremos: "Danos hoy nuestro pan de cada día", pensando naturalmente en el pan de cada día para nosotros y para todos los hombres. Sin embargo, esta petición contiene algo más profundo. El término griego epioúsios, que traducimos como "diario", podría aludir también al pan "super-sustancial", al pan "del mundo futuro". Algunos Padres de la Iglesia vieron aquí una referencia a la Eucaristía, el pan de la vida eterna, del nuevo mundo, que ya se nos da hoy en la Santa Misa, para que desde ahora el mundo futuro comience en nosotros. Por tanto, con la Eucaristía el cielo viene a la tierra, el mañana de Dios desciende al presente, y en cierto modo el tiempo es abrazado por la eternidad divina." (Benedicto XVI. Homilía de la Solemnidad del Corpus Christi. 11-6-2009

¿Cómo orar cuando dentro de la Iglesia hay tantas rencillas, desconfianzas, rencores y malestar de fondo? Porque la oración no es algo totalmente individual. Al orar, nos unimos al coro de orantes que alaban a Dios y se ofrecen para que Su Voluntad sea lo que prevalezca. Estamos dentro de una fuerte tormenta y Cristo parece dormir. Pero llegará el momento que despierte y deje claro que nuestra fe se resquebraja sin casi darnos cuenta. Dios nos ayude a seguir confiando en su presencia entre nosotros.



miércoles, 1 de mayo de 2024

La Verdad parece escondida, pero no es así


¿Dónde está la Verdad? Es lo mismo que preguntar ¿Dónde está Cristo en estos momentos en que vivimos? Es evidente que encontrarse con el Señor nunca ha sido sencillo. El Joven Rico lo atestigua. Encontrarlo no es suficiente, sino que Él mismo nos llame por nuestro nombre y además, nosotros aceptemos el llamado. Hace unos días me encontré en las redes con esta frase:


En la tiempo pasados, muchas personas hubieran dado toda su fortuna por tener accesible la obra de San Agustín, como lo tenemos ahora en el portal de los Agustinos. de igual forma, tenemos en la red una gran cantidad de obras de los Padres de la Iglesia. Lo triste es que pocas personas nos dedicamos a leer este tesoro y darnos cuenta de la inmensa gracia de Dios que conlleva disponer de estas obras a un toque de ratón. Tenemos miles de videos de gran calidad de Youtube. Videos que hablan de la Verdad que habita entre nosotros y que no nos deja solos. Tenemos miles de blogs de personas que escriben para compartir la Verdad de forma totalmente gratuita. ¿Qué nos pasa? Nos quedamos con los comics emotivistas que tanto éxito tienen, pero que muestran a Cristo como una marioneta se que ajusta a nuestros gustos y estéticas. Lo preferimos porque no nos señala la Puerta Estrecha ni el Camino de negarnos a nosotros mismos.

Uno de los problemas con los que nos encontramos es que la Verdad está dispersa y rodeada de falsedades bien calculadas. Falsedades que son como ruido. Ruido que impide escuchar la Palabra que nos llena de sentido. A veces me pregunto ¿Qué es lo que el Señor busca con esta situación? Entonces me acuerdo de la Puerta Estrecha y la necesidad de ser dóciles como Palomas, pero astutos como serpientes. Creo que el Señor permite esto para indicarnos que tenemos que ser capaces de separar el trigo de paja. Pero con cuidado, porque hay que esperar al momento en que el grano esté maduro. Si intentamos separar la cizaña antes del momento, podemos cortar también la planta del trigo. Esto es lo que nos pasa actualmente. Creemos cualquier cosa o nos convertimos en descreídos. Dios nos pide madurez espiritual y esfuerzo de discernimiento.

Pero respondiendo Él, les dijo: Al caer la tarde decís: "Hará buen tiempo, porque el cielo está rojizo". Y por la mañana: "Hoy habrá tempestad, porque el cielo está rojizo y amenazador". ¿Sabéis discernir el aspecto del cielo, pero no podéis discernir las señales de los tiempos? Una generación perversa y adúltera busca señal, y no se le dará señal, sino la señal de Jonás. Y dejándolos, se fue. (Mt 16, 2-4)

Él nos da la señal, el signo de Jonás. El signo de los tiempos. ¿Los signos de los tiempos? ¿Qué es eso? ¿Somos capaces de ver más allá de lo superficial, aparente y emotivista? ¿Vemos más allá de las apariencias y formas? Porque el ruido de falsedades aturde e impide ver la Verdad, a no ser que Dios nos regale la inmunidad al ruido de falsedades que nos rodea.

Les aseguro que ustedes me buscan, no porque vieron signos, sino porque han comido pan hasta saciarse. Trabajen, no por el alimento perecedero, sino por el que permanece hasta la Vida eterna, el que les dará el Hijo del hombre; porque es Él a quien Dios, el Padre, marcó con su sello (Jn 6, 26-27).

Esperemos ser marcados con el sello que es signo de Cristo en nosotros. Porque el signo de Cristo nos marca para toda la vida y nos transforma radicalmente. Nos permite ver más allá del ruido de falsedades y medias mentiras.

Y vi a otro ángel que subía de donde sale el sol y que tenía el sello del Dios vivo; y gritó a gran voz a los cuatro ángeles a quienes se les había concedido hacer daño a la tierra y al mar, diciendo: No hagáis daño, ni a la tierra ni al mar ni a los árboles, hasta que hayamos puesto un sello en la frente a los siervos de nuestro Dios. (Ap 7, 2,3)

La Verdad transforma y esto duele a nuestro ego. Cuando Cristo llama a nuestra puerta, espera que le abramos. Espera que le permitamos habitar en nosotros. No perdamos la Esperanza, porque sin ella, estamos realmente perdidos!!! La Verdad no está escondida, son nuestros ojos los que temen abrir los párpados y ver más allá del ruido mediático que nos presentan. Quizás, el silencio sea la mejor medicina que podamos tomar para orar.

sábado, 20 de abril de 2024

Buscando el Símbolo perdido, pero en silencio


Las sociedad se burla de los cristianos y sobre todo, de quienes tenemos un sentido profundamente tradicional de la vida y de la fe. Les parecemos personas de "otra época". Personas que siguen una línea ideológica diferente a la que está instaurada y bien vista por la sociedad. Por eso, cuando señalamos que el "rey está desnudo", nos atacan, se rasgan las túnicas y hasta abren causas judiciales. Cada vez es más complicado llevar la Buena Noticia sin que las susceptibilidades de cristal griten desesperadas.

Uno de los elementos más importantes de la fe, son los signos que Dios nos ha dejado para que comprendamos su Voluntad y sigamos el Camino hacia Él. No lo digo yo, se puede leer en el Evangelio muy claramente:

"Les aseguro que ustedes me buscan, no porque vieron signos, sino porque han comido pan hasta saciarse. Trabajen, no por el alimento perecedero, sino por el que permanece hasta la Vida eterna, el que les dará el Hijo del hombre; porque es él a quien Dios, el Padre, marcó con su sello" (Jn 6, 26-27).

¿Nos hemos dado cuenta de todos estos signos? Posiblemente nunca hemos llegado a pensar en ello. Nos han enseñado un Evangelio tipo comic. Un Evangelio que reduce la fe a sentimentalismo social. Por eso ignoramos estos signos, aunque sean referenciados en los Evangelios y por la Tradición Apostólica:

La naturaleza de los signos lleva consigo la propiedad de explicar la especie impresa en ellos, sin que pierdan nada de sí en el acto de sellar, porque a la vez que reciben cuanto en ellos se imprime, comunican también todo lo impreso. Este ejemplo no tiene suficiente capacidad para poder explicar la generación divina, porque en los signos hay materia previa, diversidad e impresión, por medio de las que se imprimen ciertas semejanzas de otras cosas superiores. Más el Unigénito de Dios, que se hizo Hijo del hombre por el Misterio de nuestra salvación, queriendo dar a conocer que posee en sí mismo la imagen del Padre, dice que ha sido sellado por Él. Y por esto puede entenderse que le fue dado poder para que nos preparase el alimento adecuado para conseguir la vida eterna, puesto que llevaba en sí toda la plenitud de la forma del Padre. (San Hilario de Poitiers. De Trin., 1, 8)

Nada de esto es nuevo. Ya pasó hace siglos cuando hubo que cuidar que el Mensaje y el Misterio Cristiano, no degeneraran para adaptarse a la sociedad. En los siglos II y II, se instituyó una regla de cuidado de la fe. Aunque se difundía el Evangelio, lo más importante y profundo, era cuidado especialmente. A este comportamiento lo llamamos modernamente: disciplina del arcano. No se trataba de crear una sociedad secreta para "elegidos". Lo que se buca es opacar lo más importante de nuestra fe para que no se corrompa ni sea despreciada. Se buscaba que no se viera en constante lucha y desprestigio social. Hoy en día hay voces diversas que reclaman retomar esta visión, sin que lleve consigo secretismo alguno. Lo cierto, es que ya en el siglo VI, se vió que era innecesaria esta práctica y desapareció. Creo que en la actualidad sería oportuno reflexionar sobre esto. Por ejemplo, pueden leer este texto del Card. Carlo María Martini: "Reflexiones sobre el sentido oscuro de Dios" (1997). 

Señalemos uno de los síntomas más preocupantes de esta persecución social de lo Trascendente. En nuestro tiempo hemos perdido la capacidad de ver más allá de lo aparente y obvio. No entendemos las palabras que Cristo cuando decía: No deis a los perros lo que es santo; no echéis vuestras perlas delante de los puercos, no sea que las pisoteen con sus patas, y después, volviéndose, os despedacen” (Mt 7, 6). Tampoco entendemos que San Pablo dijera que él mismo alimentó a los fieles de Corinto “como... niños en Cristo” dándoles “leche para beber, no carne”, porque no eran capaces de soportarlo (1Cor., 3, 1-2). Queriendo imitar a San Pablo, reducimos la Buena Noticia a viñetas tipo cómic o a "cuentos de niños" y se nos olvida continuar con las catequesis mistagógicas que ayudan a ver la Fe de forma completa y profunda. Lo peligroso es quedarnos en esa simplicidad que ignora todo lo que trascendente. Juan Manuel de Prada cita a Castellani, que indica precisamente la conveniencia de reencontrarnos con el profundo Misterio de la fe por medio de signos y símbolos, siempre utilizados con cuidado y discreción. En otro artículo más actual (ABC 2023), Juan Manuel de Prada retoma este tema.

En la homilía de este pasado domingo de Resurrección, mi párroco, que es estupendo religioso, nos decía que las iglesias estaban llenas de cruces, pero no de resucitados. Me pregunté si este sacerdote y religioso, sabe que el altar es un símbolo de Cristo presente entre nosotros (Catecismo 1383). Este olvido se evidencia también en la forma en que se suele mover y utilizar el altar durante la misa. La reverencia que según se practique, explique y se viva, muestra nuestra capacidad de ver más allá de lo evidente y cotidiano. 

¿Cuál es entonces el símbolo perdido? Yo diría que es Cristo, que lo vamos reduciendo a un personaje a la medida de cada uno de nosotros.

domingo, 31 de marzo de 2024

Resurrección y vida. Feliz Pascua.

 


La resurrección de Cristo nos muestra que la muerte no es el último destino del ser humano. También nos dice que la vida no es el único tiempo que debemos de considerar, ya que después de morir encontraremos la Mano de Dios, tendida. Lo esencial es ser capaz de no rechazar la Mano tendida de Dios. Si no rechazamos esta Mano, podremos vivir en la Gloria, aunque tengamos que pasar un tiempo de purificación en el Purgatorio. Pero, si la rechazamos, entonces viviremos una vida de eterna lejanía de Dios.

Hoy celebramos la Resurrección de Cristo, lo que conlleva convertirnos en signo de discordia con el mundo que nos rodea. Un mundo que valora más la muerte que la vida. La eutanasia se promociona y hasta se han creado rituales laicos de despedida festiva de quien decide suicidarse. Nosotros, los cristianos, no damos más valor a la muerte que a la vida. Tampoco damos más valor a la vida, que a la gloria eterna. Tampoco damos más valor a las apariencias emotivistas que nos ofrecen las ideologías imperante. Somos un incordio para los planes de los grupos de poder. Por eso intentan silenciarnos o ignorarnos.

Parecía, pues, que se había satisfecho la sentencia ya que el hombre -que había sido hecho para vivir si no pecaba- comenzaba a morir. Con todo, a fin de que la gracia de Dios perdurase, murió el hombre, pero Cristo halló la resurrección, es decir, que El quiso reintegrar el beneficio celestial que se había perdido por el fraude de la serpiente. Ambas cosas (muerte y resurrección) fueron, pues, para nuestro favor, porque la muerte es fin de los pecados y la resurrección es reformación de la naturaleza (San Clemente de Alejandría. Los sacramentos. I, IV, 17)

El fraude de la serpiente: "seréis como Dios" y nosotros seguimos creyendo esta mentira encubierta que el enemigo nos susurra al oído cada día. El mundo nos muestra sus dientes dispuestos a morder si aceptamos que Cristo nos conforme como símbolos de Él el mundo. Nos desecha si abrimos a Cristo, que llama a la puerta de nuestro ser. Nos desprecian si mostramos cada uno de los simulacros que utiliza para engañarnos.

En Pascua, el poder del enemigo desaparece. La muerte ya no es una frontera que limita. Tampoco es el final idílico de la sinrazón de la vida. La muerte dará paso a la vida.

¡FELIZ PASCUA!




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