sábado, 19 de abril de 2025

Feliz Pascua de Resurrección 2025



Esta noche celebramos la resurrección de Cristo, Dios y hombre verdadero. Debería ser el momento más venerado por nosotros y también, el momento en que abriéramos nuestro ser a la Gracia de Dios. Tal vez nos atrevamos a preguntarnos la razón por la que casi no damos importancia a la resurrección del Señor. ¿Qué es lo que nos pasa? Recordemos cuando Cristo curó a diez leprosos y sólo uno volvió para agradecer el milagro (Lc 17,11–19). El que regresó no era judío sino samaritano. Cuando la fe se hace cultura, aparecen muchas ventajas humanas. Pero, al mismo tiempo, se pierde el sentido trascendente de la Buena Noticia. ¿Cómo vamos a evangelizar si no damos importancia a lo que nos conduce más allá de lo cotidiano? Cristo, con frecuencia deja de ser Signo, para convertirse en herramienta.

Como el mismo Jesús lo atestigua, Él es aquel que «Dios, el Padre, ha marcado con su sello», para que sea un Signo. Pero ¿un Signo para qué? Para que exaltado en lo alto del estandarte de la cruz, como lo fue la serpiente de bronce levantada en medio del campamento (Nm 21), Él mismo haga que la mirada no sólo del pueblo judío, sino del universo entero se vuelva hacia él, y por su muerte en cruz atraiga el corazón de todos los hombres. Y enseñará a todos a poner solo en Él toda su Esperanza. Curando todas sus debilidades, perdonando todos sus pecados, abriendo a todos el Reino de los Cielos cerrado desde hacía mucho tiempo, le enseñará que es Él mismo «el que había de ser enviado..., el que esperaban las naciones» (Gn 49,10). Fue Él mismo quien levantó este Signo para todos los pueblos a fin de «reunir a los dispersos de Israel, y agrupar a los desperdigados de Judá de los cuatro puntos» (Is 11,12). (Pedro el Venerable (1092-1156), abad de Cluny. Sermón sobre la alabanza del Santo Sepulcro)

Cristo es signo, lo que nos llama a ver en Él la presencia de Dios entre nosotros. No es fácil entender y vivir esto actualmente. A Cristo le damos muchos significados y lo utilizamos de muchas formas. Pero rara vez lo vemos como Dios entre nosotros: Emmanuel.

Pidamos a Dios que no nos falte el aceite que permite esperarle sin dudas: la Esperanza. Roguémosle que verdaderamente seamos templos vivimos del Espíritu Santo. Pidamos que el olvido, indiferencia o desprecio, no nos haga perder la Fe que tanto necesitamos. Fe que es certeza profunda que no mueve y conmueve. Pidamos que nosotros, aunque seamos pequeños y faltos de toda fortaleza, podamos ser símbolos de la presencia de Dios en el mundo.

¡Cristo ha resucitado! ¡Verdaderamente ha resucitado!

Feliz Pascua de Resurrección






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