sábado, 20 de junio de 2009

Sagrado Corazón de Jesús. Oración y devociones.

En un mundo tan moderno y bien comunicado como en el que vivimos ¿Qué razón tenemos para orar? ¿Qué razón podríamos tener para adoptar una devoción particular?

Podemos clasificar las oraciones que realicemos puede enfocarse de tres formas diferentes:

a) Aquellas que piden los bienes y gracias cotidianas necesarias para poder vivir y desarrollar la actividad cotidiana
b) Aquellas que se realizan para alabar y dar gracias por lo recibido.
c) Aquellas en las que el orante se somete, todo humildad, a la inescrutable voluntad de Dios. Son oraciones contemplativas que buscan alcanzar un punto de contacto que nos una a Dios.

Todas estas formas son respetables y necesarias para los creyentes. Todas ellas reflejan el sometimiento a la voluntad divina. Todas permiten expresar nuestros sentimientos y anhelos a Aquel que está más allá de nuestra finitud y nuestras limitaciones. Pero la tercera opción es la que nos permite elevarnos un peldaño y acercarnos un poco más a Dios. No se pide nada, solo se contempla y se siente la sacralidad que nos une a Dios. Pero ¿Cómo comprender este tipo de oración? ¿Cómo enfocarlo en la práctica?

En un breve tratado anónimo sobre la oración nos podemos encontrar con algunas pistas para responder a nuestras preguntas:


“En la oración no se trata de pedir cosas a Aquel que todo conoce. La oración no es para decirle a Dios lo que quieres sino para escuchar lo que El quiere para ti y que no es otra cosa que compartir lo que El es: Tranquilidad profunda, Beatitud, Paz, Bondad, Belleza, Amor ...

No se trata de pedir cosas sino de comprender que no necesitas nada más que la presencia de Dios y descansar en esa morada llena de sus cualidades.

Antes de orar debes de comprender que detrás de todos tus deseos de objetos o de situaciones del mundo, solo hay un deseo: la paz profunda. Y ese deseo último que tanto anhelas y que proyectas en los objetos y situaciones del mundo solo lo puedes obtener en la interioridad. La tranquilidad y la plenitud solo están en tu espíritu que es el espíritu de Dios.

Una persona se pone a orar cuando ha comprendido claramente la futilidad y la relatividad de todos los objetivos convencionales humanos que, aun teniendo su importancia relativa, no pueden darle la paz profunda, la plenitud que todo ser humano anhela con nostalgia. Es comprendiendo claramente esto bien sea por la propia inteligencia, o movido por las constantes dificultades de la vida, cuando uno se acerca a la Paz, la Belleza, la Bondad, la Plenitud y la Alegría que proporciona el contacto con lo Absoluto y con lo Sagrado a través de la oración en su calidad más contemplativa.

Sumergirse en el "acto orante" es el síntoma más claro de que se ha llegado al discernimiento (entre lo verdadero y lo falso), al desapego (de las cosas del mundo), a la sumisión (a la presencia de Dios), a la humildad (respecto a nuestra capacidad humana), a la sabiduría (habiendo comprendido donde está la plenitud y el gozo verdaderos), a la caridad (al abrazar en nuestra oración a toda la creación), y a todas las demás virtudes... Todas las virtudes están contenidas en la oración.

Orar es un acto simple de colocación ante la presencia de lo Sagrado.”


(Breve tratado sobre la oración . Anonimo)


La oración es parte imprescindible de nuestro camino hacia Dios ya que es un acto donde nos sumergimos en la sacralidad de forma voluntaria y consciente.

Las oraciones se pueden estructurar en rituales más completos y ricos dondo lugar a devociones más o menos tradicionales. Tenemos el Rosario, las Novenas, Octavas, etc… que nos permiten acceder de forma colectiva a los beneficios de la oración contemplativa. Dentro de las devociones podemos citar al Rosario y la devoción del Sagrado corazón como dos de las más importantes y profundas


Jean Hani nos habla de estas dos devociones capitales para el creyente católico.

“Quisiera recordar tan sólo dos de estas intervenciones celestiales, que se encuentran entre las más importantes y de las que cabía esperar los mayores efectos para la cristiandad: la solemne institución del Rosario y la introducción del culto al Sagrado Corazón.

No es que estas dos «devociones» se encuentren totalmente olvidadas, pero sí es verdad que han pasado a segundo plano; además, y esto es más grave, la mayoría de quienes las practican, sean clérigos o laicos, no conocen más que su significado más exterior, de tal suerte que no constituyen más que meros ejercicios de piedad, lo cual es mejor que nada, desde luego, pero que sin embargo hace que se ignore su más profundo significado, valor, y por tanto eficacia, que son precisamente lo que hubiera podido repercutir en el destino del catolicismo. A mostrar este significado esencial van destinadas las reflexiones que siguen, pues la «devociones» siguen conservando naturalmente intactas sus secretas riquezas a disposición de quienes aspiren a ellas.”
(Jean Hani.El Culto al Sagrado Corazón. Mitos Ritos y Símbolos)

No es ninguna novedad que se diga que las devociones se toman actualmente como elementos de piedad sentimental carentes de utilidad. Por lo tanto son rechazadas por el “creyente moderno” por la apariencia de dulzona y sentimental que han creado entorno suya. Para este nuevo creyente practicar las devociones supone una perdida de tiempo y un aburrimiento inaceptable. Jean Hani, en el mismo capítulo dedicado al culto de Sagrado Corazón, muestra su discrepancia con este punto de vista contemporáneo:

“Si bien, como hemos dicho ya y como se verá más adelante, la doctrina del Sagrado Corazón hunde sus raíces en los propios orígenes del cristianismo, su formulación expresa fue ante todo objeto de revelaciones privadas. Lo cual se explica por el hecho mismo de su importancia, debida a su carácter totalmente «interior», como señala justamente H. Montaigu en su excelente libro sobre Paray. El cristianismo tiene por dogmas oficiales los misterios, que, por otra parte, son también los arcanos de la vida contemplativa; Cristo desveló algunos desde el comienzo; los demás, poco a poco, en el transcurso de la historia de la salvación. Este es el caso del «misterio del Corazón». Y así se explica su carácter escatológico: la revelación de este misterio, que es el centro más interior de todo el misterio crístico, estaba reservada al período del «Fin de los tiempos», o dicho de otro modo, al fin del ciclo de nuestra humanidad. Eso es lo que se desprende de una revelación recibida del apóstol San Juan por Santa Gertrudis (siglo XVI). La santa le preguntó por qué no había escrito nada sobre el corazón de Cristo; San Juan le respondió: «Mi misión era anunciar a la Iglesia naciente la doctrina del Verbo increado de Dios Padre; pero, por lo que se refiere a este Corazón sagrado, Dios se reservó hacerlo conocer en los últimos tiempos, cuando el mundo comenzase a caer en la decrepitud, para reavivar la llama de la caridad ya enfriada»

Por eso, muy al contrario de no ser más que una devoción entre otras, el culto al Sagrado Corazón, que viene de lo más profundo del cristianismo, aparece como la tentativa, por parte del Cielo de enderezar y renovar toda la tradición cristiana, en el campo de la espiritualidad individual, por supuesto, pero también –cosa que suele olvidarse, o incluso ignorarse– en el campo intelectual y en el campo social.” (Jean Hani.
El Culto al Sagrado Corazón. Mitos Ritos y Símbolos)

Quizás no sea evidente para el católico actual, pero el Corazón de Jesús contiene su Bendita Sangre, lo que nos lleva directamente al misterio eucarístico y está en consonancia con tradiciones que se hunden en la antigüedad, como es la leyenda del Santo Grial.
“Todo el simbolismo y todo el significado del Sagrado Corazón está sintética y maravillosamente resumido en algunas invocaciones de las letanías que le están consagradas. El Corazón de Cristo es llamado «Templo santo de Dios», «Tabernáculo del Altísimo», «Casa de Dios y Puerta del Cielo», «Hoguera ardiente de caridad», «Santuario de la Justicia y del Amor», «Rey y Centro de todos los corazones», «Corazón donde reside la Plenitud de la Divinidad», «Fuente de vida y de santidad», «Corazón cuya plenitud se derrama sobre nosotros», «Corazón en el que se encuentran todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia».

Se ve de inmediato que tales denominaciones no pueden aplicarse al corazón tal como lo concibe el mundo moderno, o sea únicamente como centro emocional y sede de los sentimientos.”
(Jean Hani.El Culto al Sagrado Corazón. Mitos Ritos y Símbolos)

En esta semana en la que se celebra la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, no está de más que intentemos hundirnos un poco más en el significado y el simbolismo de la devoción, ya que si no hacemos este esfuerzo la devoción se nos presentará como una costumbre anacrónica y prescindible para el católico contemporáneo.

Para conocer más sobre la devoción pueden consultar en esta dirección:
http://www.revelacionesmarianas.com/paray_le_monial.htm


Cor Iesu Christi,
plenum veritatis,
plenum sanctitatis,
plenum pietatis.
Infinitum sapientia,
infinitum potentia,
infinitum clementia,
Cor Iesu Christi.

Cor Filii Dei,
Cor Agni Dei,
Verum Cor Dei,
Cor Regis magni,
Cor Regis sancti,
Cor Iesu mei.
Oración tomada del estupendo blog: http://laudetur-iesus.blogspot.com/

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Cómo me llega esta PlEGARIA, MISERERE...Me conmueve el latín...lo havia estudiado hace años, y la verdad hará unos meses tuve una fuerte intención y necesidad de buscar plegarias...y algun libro tipo diccionario. De PLEGARIA conoces alguno?

Que prparado estas y que cultivado y versado... yo estoy tan poco enterada...Bueno... no me culpo
pero me alegra y eleva tu Blog...

UNA MIRADA DE LUZ...EN ESTA NOCHE APARENTE

Miserere mei Domine dijo...

Te puedo recomendar estaq página web, que tiene una buena cantidad de preces en latín:
http://www.preces-latinae.org/index.htm

Lo de versado y cultivado :) Lo justito...

Bendiciones :)

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