domingo, 20 de junio de 2010

Rendir a Dios nuestro Ser (II)

Cuando se dialoga es importante no creerse en posesión de la Verdad, sino escuchar y aprender de lo que cada persona entiende. Por eso es tan importante definir y sustentar el pensamiento propio, a fin que los demás puedan aprender o mostrar los puntos de discrepancia. Por eso sigo desarrollando el tema de la necesidad de rendirse totalmente a Dios y hacerlo en todo lo que somos y en todo momento.

Cristo dejó claro que no se puede servir a dos Señores (Mt 6,24). No se puede tener una doble escala de valores con las que atender las circunstancias según estemos en tal o cual situación. También dejó claro que a Dios es necesario ofrecerle lo que es suyo y al Cesar (el mundo) lo que le es propio (Mt 22,21). Es cierto que el pasaje de los impuestos se interpreta, a menudo, de manera que la fractura entre Dios y el mundo se localiza en nuestro interior. Respeto ese entendimiento aunque no lo comparto. Si leemos el pasaje evangélico con detenimiento, veremos que el lugar de fractura, son los impuestos que se pagan con monedas simbólicamente pertenecientes al Cesar. Queda claro que las monedas están marcadas con el símbolo del mundo y que son, por lo tanto, del mundo. Al Cesar lo que es del Cesar. ¿Somos nosotros parcial o totalmente del Cesar? Tras el bautismo, estamos marcados por la gracia de Dios y la marca del Cesar ha quedado borrada. No somos el mundo. Por eso el mundo nos odia.

Si el mundo los odia, sepan que antes me ha odiado a mí. Si ustedes fueran del mundo, el mundo los amaría como cosa suya. Pero como no son del mundo, sino que yo los elegí y los saqué de él, el mundo los odia.

Acuérdense de lo que les dije: el servidor no es más grande que su señor. Si me persiguieron a mí, también los perseguirán a ustedes; si fueron fieles a mi palabra, también serán fieles a la de ustedes.

Pero los tratarán así a causa de mi Nombre, porque no conocen al que me envió. (Jn 15-18-21)

Esta comprensión del punto de ruptura vuelve a quedar clara en la carta a Diogneto, donde se muestra cómo se relaciona el cristiano con el mundo:

Los cristianos no se distinguen de los demás hombres ni por su tierra, ni por su lengua, ni por sus costumbres. En efecto, en lugar alguno establecen ciudades exclusivas suyas, ni usan lengua alguna extraña, ni viven un género de vida singular. La doctrina que les es propia no ha sido hallada gracias a la inteligencia y especulación de hombres curiosos, ni hacen profesión, como algunos hacen, de seguir una determinada opinión humana, sino que habitando en las ciudades griegas o bárbaras, según a cada uno le cupo en suerte, y siguiendo los usos de cada región en lo que se refiere al vestido y a la comida y a las demás cosas de la vida, se muestran viviendo un tenor de vida admirable y, por confesión de todos, extraordinario. Habitan en sus propias patrias, pero como extranjeros; participan en todo como los ciudadanos, pero lo soportan todo como extranjeros; toda tierra extraña les es patria, y toda patria les es extraña.

Se casan como todos y engendran hijos, pero no abandonan a los nacidos. Ponen mesa común, pero no lecho. Viven en la carne, pero no viven según la carne. Están sobre la tierra, pero su ciudadanía es la del cielo. Se someten a las leyes establecidas, pero con su propia vida superan las leyes. Aman a todos, y todos los persiguen. Se los desconoce, y con todo se los condena. Son llevados a la muerte, y con ello reciben la vida. Son pobres, y enriquecen a muchos. Les falta todo, pero les sobra todo. Son deshonrados, pero se glorían en la misma deshonra. Son calumniados, y en ello son justificados. «Se los insulta, y ellos bendicen». Se los injuria, y ellos dan honor. Hacen el bien, y son castigados como malvados. Ante la pena de muerte, se alegran como si se les diera la vida. Los judíos les declaran guerra como a extranjeros y los griegos les persiguen, pero los mismos que les odian no pueden decir los motivos de su odio. (carta a Diogneto)

Disponemos de otro pasaje evangélico en donde se vuelve a mostrar que el lugar de la fractura no puede ser interior… ya que de esa forma nuestro bautismo carecería de sentido: las negaciones de Pedro (Mt 26,69-75).

Pedro negó tres veces que conociera a Cristo y lo hizo ante el mundo, de forma pública. En su interior cada negación no era más que una forma de vivir sin padecer el odio del mundo. Cada negación fue una ausencia de proclamación de la Fe, ante quienes la ponen en entredicho. Tras cantar el gallo, se dio cuenta de la grieta que se había producido en si mismo y de la necesidad de la Gracia de Dios para superarla. Esto es más evidente, si pensamos que fue Pedro el que respondió que Jesús era el Hijo de Dios, frente a lo que el mundo decía de El. (Mt 16,13-20)

¿Qué sucede cuando nuestra profesión de Fe se hace de forma pública y esto “molesta” a quienes no profesan nuestra Fe? Se puede indicar con toda legitimidad que a los cristianos no nos gustaría ver cómo se profesa, equivalentemente, por parte de otras religiones y/o ideologías. Sobre todo si quien profesa lo hace desde una posición de poder civil.

Se podría decir que no deseamos hacer a los demás lo que no queremos que nos hagan a nosotros. Pero hay algo que no encaja, ya que Cristo nos dijo que no solo debíamos soportar a nuestros enemigos… les teníamos que amar. ¿Les amamos resguardándolos de oír y presenciar nuestra Fe?

Reformulemos la pregunta: ¿Es contrario al cristianismo expresar la Fe ante quien le repugna o es contrario a ella? Evidentemente no lo es, ya que esto es precisamente evangelizar. (Mc 16, 15)(Mt 28, 19)(Lc 24, 47) Los mártires han sido testimonio vivo de esta manera de comprender el Compromiso cristiano.

Si pensamos que debemos ser levadura que al morir transforma la harina en pan, … no es difícil darse cuenta de la insensata sensatez de la carta a Digneto. Nuestra Fe busca transformar el mundo… no hacerse afable cómplice de el. Pero no debemos pensar en una transformación cruenta, violenta o impuesta. Nada de eso. Es simplemente la fermentación del mundo, que se transforma al morir la levadura contenida en el.

Si el estado estima que ser cristiano y profesar de forma publica la Fe, es incompatible con sus principios e incapacita para ejercer puestos o cargos… solo se evidencia lo que el carta a Diogneto nos relataba entre el siglo I y II:

No somos de este mundo y por eso el mundo nos odia.

--oOo--

Señor, la danos capacidad de ser sinceros ante el mundo y ante nuestros hermanos. Danos la Fe necesaria para padecer por tu Nombre. Danos fortaleza, sabiduría y templaza, para no dejarnos llevar por el mundo.

Tú no viniste para traer la paz al mundo… sino a traer el fuego que hace arder al mundo. Pero no se trata de un fuego violento o impuesto…
es el fuego de la conversión.
Amén

8 comentarios:

José Antonio Vázquez dijo...

Muy interesante tu reflexión como siempre y el talante dialogante que siempre es signo de un corazón que busca amar y la verdad con sinceridad.

Creo que tal y como presentas tu visión es una visión puede representar una sensibilidad cristiana, no la única y para mi una visión que presenta puntos difíciles, pero ¿Hay alguna visión que los resuleva todos?

Yo señalaría dos cuestiones a lo que planteas: parece que afirmas una radical incompatibilidad Mundo-Cristianismo, que creo esa visión algo mucho más propio de la tradición calvinista que del catolicismo, el catolicismo reconoce una compatibilidad razón y fe, y una legítima autonomía del mundo, es decir, valores en el mundo que son ya expresión y preparación del evangelio (En el Concilio Vaticano II se dice que la iglesia necesita el mundo), como la gracia necesita y perfecciona la naturaleza, no la suprime ni combate. Por eso, "Dar al César" se ha entendido no como una contraposición sino también como una legítima dimensión de autonomía del Cesar, una forma de legitimar al césar (recordemos como Pablo reconoce una función legítima a las autoridades no cristianas y que son instrumento de Dios-sin necesidad de que se conviertan-). El catolicismo no ve el mundo como algo perdido sino como un ámbito también positivo, sin desconocer la existencia del pecdo en él, pero la naturaleza no esta corrupta, sino dañada, sigue teniendo mucha cosas positivas aunqe no sea cristiano.

Por otro lado, no creo que para evangelizar tengamos que tener el poder y el control, podemos evangelizar perfectamente sin necesidad de ser los que controlen el poder, de hecho fue como evangelizaron los primeros cristianos, que no buscaron el poder, fue el poder el que los buscó a ellos.

un abrazo en Cristo.

Miserere mei Domine dijo...

Hola de nuevo, :)

Realmente la visión que unifique y le de sentido a todo... existe... es la Verdad. Pero no la podemos contener en nosotros.

A duras penas podemos se coherentes con nosotros mismos. Podemos rogar a Dios, para que (al menos) no nos salgamos de la Verdad demasiado. Estos son nuestro límites y es bueno reconocerlo.

No creo haber hecho una contraposición mundo-cristianismo :). En todo caso la contraposición es mundo - Reino de Dios. Lo profano y lo sagrado como maneras de comprender la realidad.

Como se trata de entendimientos, no es posible intercambiarlos, sin tener que variar toda la construcción de los que somos.

Tal como te contesté en el anterior post... creo que un dirigente de un estado no confesional puede ser un cristiano capaz de dar testimonio de su Fe, sin que ello le lleve a menospreciar a las personas que no tienen su Fe. El cristianismo respeta y valora a todas la personas, sea cual sea su fe o ideología. Un verdadero cristiano que demuestre serlo... sería un estupendo gobernante.

Me dices que la Iglesia necesita del mundo...pues claro. El mundo es la materia que debe ser transformada de plomo en oro. Sin el plomo, no obtendríamos el oro... hablando de forma alquímica, claro. La Iglesia se apoya en el mundo para alcanzar a Dios. Sin el mundo no habría un punto de apoyo para mover el universo... pero...

Pero el mundo odia al cristiano y no al revés. El cristiano ama al mundo y da su vida por transformalo. Pero el mundo odia al cristiano porque desea transformarlo según los planes de Dios. Desea transmutar su naturaleza, en una naturaleza nueva. Podríamos hasta entender esta transformación como una Eucaristía inmensa que nos llevará a Dios. El retorno al Eden... el final de los días... etc

Pero al mundo le fastidia esto... es evidente. Por eso se defiende de forma más o menos sutil. Por ejemplo, nos dice que no molestemos a los demás con nuestra visión particular. No exige una silenciosa tolerancia, que nos recluye e inmoviliza en nosotros mismos. Nos pide negar públicamente a Cristo para no molestar a quienes no creen en El.

!!!Claro que el mundo no es algo perdido!!! Nuestra esperanza es transformarlo... no se trata de dejarlo tal cual :-)))

Tampoco se trata de evangelizar cuando tenemos el poder... sino de evangelizar incluso si tenemos el poder. :)

Es evidente que discrepamos amigablemente... eso es estupendo. Así aprendemos, cotejando nuestras ideas. Que no me parece que estén demasiado lejos...

Paz y bien... como decía Il Poverello de Assisi. :)

José Antonio Vázquez dijo...

Gracias por tu amable contestación, creo qeu sigues defendiendo una visión muy negativa del mundo. El mundo como pecado odia el cristianismo, seguro, como odia al hombre y al naturaleza, ese mundo también es la iglesia, dado que el Reino de Dios es mucho más que la Iglesia, siendo esta su instrumento y signo.

El munod como naturaleza y humanidad no odia al cristianismo, de hecho vive muchos de sus valores a veces mejor que lso cristianos y en él actúa el Espíritu a través de cauces no cristianos necesariamente.

Hay mucho bien en el mundo, no solo necesitamos el mundo para transformarlo también el mundo nos enseña (Concilio Vaticano II dixit)y hay santidad en él al margen del cristianismo.

Un gobernante cristiano claro que puede ser un estupendo gobernante y vivir su fe plenamente, sin pretender imponerla o cristianizar el Estado, totalmente de acuerdo.
Mi desacuerdo era en que un cristiano tenga que cristianizar el estado, propongo que no ahy ningún problema entre un estado laico inclusivo y el cristianismo.

Sí, seguro qeu en lo esencial estamos unidos, en el seguimiento del Maestro.

bendiciones.

Miserere mei Domine dijo...

Reholas :)

Discrepo de la una visión negativa del mundo como naturaleza o humanidad... por eso prefiero hablar de naturaleza, cosmos o creación, ser humano, humanidad ... todo es sustrato y revelación de Dios mismo. No van por ahí los tiros :)

Al hablar de "mundo" me refiero a lo que Cristo mismo indicaba como tal. El mundo es el entendimiento profano e inconexo de la realidad, la ruptura con Dios y los demás seres humanos, egoísmo, opresión, corrupción, intereses particulares, etc.

Ese es el mundo a transformar y no la naturaleza o el cosmos en su totalidad :) Creo que la citas que incluí lo demuestran perfectamente.

Coincidimos en cuanto a que ejercer el poder como cristianismo no implica un estado confesional ni imponer lo más mínimo a los demás. El cristiano respeta y da testimonio. No puede obligar a los demás a compartir su Fe, ya que sería obligarles a mentir y eso es perverso. Per-versión como antítesis de la con-versión.

No podemos ir demasiado lejos si somos sinceros con nosotros mismos :)

Saludos fraternos ;)

Mitte dijo...

Saliéndome de vuestra interesante y respetuosa conversación, voy a hacer un comentario.

Las pruebas fortalecen y templan, y de la adversidad surge la purificación como del fuego. Creo que vamos a tener bastante que agradecer a la ministra Chacón y al gobierno actual por ponernos en situación de valorar profundamente el significado, la solidez y las implicaciones de nuestra fe.

Más allá de separar las ceremonias oficiales de los ritos católicos, o movimientos por el estilo, tengo la sensación de que lo que este gobierno pretende es recluír a la religión en el ámbito de lo privado y separarlo, no sólo de lo político, sino de lo social en general (aunque me consta que es resbaladizo trazar fonteras entre estos ámbitos). Que recemos y celebremos donde no se nos vea y nos comportemos públicamente como si no tuviéramos creencias religiosas (ya no digo nada de "como si no experimentáramos conversión"). Porque cuando Dios desaparece, nadie hay por encima del Estado, y en cambio, el hombre que se entrega a Dios puede ser gobernado pero no sometido. Y esto sí que nos pondrá cara a cara con la tesitura de si dar al César lo que es del César es una fractura interna, y entonces la mitad privada puede rezar en lo escondido mientras que la pública puede comportarse como un buen ciudadano laico que no cause grandes molestias, o si la fractura es externa y no se puede encender una luz para ponerla debajo de la cama para que sea políticamente correcta.

O sí que se puede, pero es una tontería...

Nos esperan grandes tiempos, amigos.

Un abrazo.

Miserere mei Domine dijo...

Gracias por tus comentarios Mitte. Me alegra saber que sigues leyendo estas humildes reflexiones :)

Hoy me he enterado que la FIFA ha prohibido las manifestaciones religiosas en los partidos. Dice que la religión produce violencia... cuando lo que produce violencia es su ignorancia o ausencia. Vamos apañados... pero, tal como dices, la época que nos ha tocado vivir, entusiasma y da sentido pleno a la Fe.

Espero que tu vida vaya retomando la normalidad y la felicidad que mereces. Un abrazo :)

Miserere mei Domine dijo...

uy...

me he dado cuenta que en mi frase final de mi contestación a José Antonio se me escapó un NO...

debería ser:

"No podemos ir demasiado lejos si NO somos sinceros con nosotros mismos

Perdón :s

Mitte dijo...

¡¡Desde luego que sigo leyendo tus reflexiones, Mise!! Eso no lo dudes :-)

He buscado esa noticia sobre la prohibición de manifestaciones religiosas por parte de la FIFA. En fin. Nunca habría pensado que caeríamos en tal fiebre de prohibicionismo "por nuestro bien". Claro que tampoco pensé que en España podría aprobarse una ley según la cual los hombres y las mujeres recibiéramos un trato desigual.

Mi pareja dice que Europa se está haciendo el harakiri. Yo espero que las circunstancias cada vez más kafkianas que nos rodean nos vayan ayudando a despertar.

Un abrazo.

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