El Espíritu Santo nos amonesta y exhorta a que ofrezcamos el sacrificio de confesión a Dios. La confesión o es de alabanza a Dios o es de nuestros pecados #SanAgustin (Comentario al Salmo 117,1).
¿Qué es el sacrificio? Es hacerse sagrados, santos. Es divinizarse, entendido como acoger a Dios en nuestro corazón. El sacrificio necesita de renuncia y por lo tanto, necesita la misericordia de Dios con nosotros. Sin la Gracia de Dios no podemos negarnos a nosotros mismo.
El Sacrificio de la confesión es negarse a sí mismo, para que la Gracia del Señor sane nuestras heridas y llene nuestro no ser, nuestro vacío.
La confesión es de alabanza, cuando confesamos nuestras limitaciones y nos maravillamos de la misericordia de Dios. La confesión es de nuestros pecados, cuando miramos a nuestro interior y vemos el vacío de ser, el vacío de Dios que portamos dentro.
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