Nuestro Redentor no cesa de llorar por sus escogidos cuando ve caer en el mal a los que poseían la virtud; porque si éstos conociesen la condenación que les espera, se llorarían a sí mismos con las lágrimas de los escogidos. El hombre de inclinaciones malas tiene aquí su día, que goza por breve tiempo, y se complace en las cosas temporales disfrutando de cierta paz; por esto huye de prever el porvenir, para que no se turbe su alegría presente. Por esto sigue: "Mas ahora está encubierto a tus ojos", etc.
(San Gregorio, in evang. hom. 39)
Reflexión: Dios quería una maravillosa Jerusalén. Una ciudad que llenara de felicidad a quienes viviéramos allí. Jerusalén simboliza al ser humano sin pecado que vive en gracia de Dios. Pero la realidad e bien diferente. El mundo donde vivimos es sólo una sombra distorsionada de la gloria que vendrá tras nuestra muerte. Sólo podemos ver reflejos momentáneos de la presencia de Dios entre nosotros.
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For our Redeemer does not cease to weep through His elect whenever he perceives any to have departed from a good life to follow evil ways. Who if they had known their own damnation, hanging over them, would together with the elect shed tears over themselves. But the corrupt soul here has its day, rejoicing in the passing time; to whom things present are its peace, seeing that it takes delight in that which is temporal. It shuns the foresight of the future which may disturb its present mirth; and hence it follows, But now are they hid from your eyes.
(Saint Gregory, in evang. hom. 39)
Reflection: God wanted a beautiful Jerusalem. A city that will fill those who live there with happiness. Jerusalem symbolizes the sinless human being who lives in the grace of God. But the reality is very different. The world where we live is just a distorted shadow of the glory that will come after our death. We can only see momentary reflections of God's presence among us.
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