Místicamente, la abominación de la desolación es la venida del Anticristo, porque manchará el interior de las almas con infaustos sacrilegios, sentándose en el templo, según la historia, para usurpar el solio de la divina majestad. Esta es la interpretación espiritual de este pasaje; deseará confirmar en las almas la huella de su perfidia, tratando de hacer ver por las Escrituras que él es Cristo. Entonces se aproximará la desolación, porque muchos desistirán cansados de la verdadera religión.
San Ambrosio de Milán. Catena Aure Lc 21, 20-24
Reflexión: ¿Cuándo será el final de los tiempos? Nadie lo sabe. No debemos poner nuestra confianza en el fin, porque la esperanza sólo puede estar depositada en Cristo. Querer que todo acabe, es en cierta forma, rechazar el martirio y el sacrificio que blanquea nuestra túnica. No podemos dejar de confiar en Cristo, porque empezaremos a cansarnos del Evangelio que Él nos legó.
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Now mystically, the abomination of desolation is the coming of Antichrist, for with ill-omened sacrilege he pollutes the innermost recesses of the heart, sitting as it is literally in the temple, that he may claim to himself the throne of divine power. But according to the spiritual meaning, he is well brought in, because he desires to impress firmly on the affections the footstep of his unbelief, disputing from the Scriptures that he is Christ. Then shall come desolation, for very many falling away shall depart from the true religion.
Saint Ambrose of Milan. Catena Aurea. Lk 21, 20-24
Reflection: When will the end of time be? Nobody knows. We should not put our trust in the end, because hope can only be placed in Christ. To want everything to end is, in a way, to reject the martyrdom and sacrifice that bleaches our robes. We cannot stop trusting in Christ, because we will begin to get tired of the Gospel that He left us.
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