Los fariseos acostumbraban a lavarse con agua todos los días antes de comer, como si esto pudiera purificar su corazón. Así pensó, pues, el fariseo, pero no dijo nada. Sin embargo, lo oyó quien veía el interior del corazón. Por esto dice: "Y el Señor le dijo: Ahora vosotros los fariseos limpiáis lo de fuera del vaso y del plato: mas vuestro interior está lleno de rapiña y de maldad".
(San Agustín. De verb. Dom., serm. 30.)
Reflexión: ¿Es malo lavarse las manos todos los días? Sin duda es una estupenda costumbre, pero labrar las manos no implica lavar el corazón. Los hipócritas actúan ante los demás para hacer creer que son perfectos lideres a quienes admirar y seguir. La realidad es que nadie merece admiración más que Dios. No podemos rechazar los testimonios verdaderos, porque hacen presente a Dios entre nosotros. Pero debemos tener cuidado con la gran cantidad de simulacros que nos venden como verdades.
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For every day before dinner the Pharisees washed themselves with water, as if a daily washing could be a cleansing of the heart. But the Pharisee thought within himself, yet did not give utterance to a word; nevertheless, He heard who perceived the secrets of the heart. Hence it follows, And the Lord said to him, Now do you Pharisees make clean the outside of the cup and the platter; but your inward part is full of ravening and wickedness.
(Saint Augustine. De verb. Dom., serm. 30.)
Reflection: Is it wrong to wash your hands every day? It is undoubtedly a great habit, but styling does not imply cleaning the heart. Hypocrites act before others to make them believe that they are perfect leaders to admire and follow. The reality is that nobody deserves admiration more than God. We cannot reject true testimonies, because they make God present among us. But we must be careful with a large number of drills sold as truths.
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